Las profesionales de los Servicios Sociales presentan evidentes síntomas de agotamiento debido al sobreesfuerzo realizado desde marzo del año pasado, situación que puede agravarse en los próximos meses ante el previsible aumento de las personas que precisen ayudas sociales, tal y como revela el ‘II Informe del Monitor de impacto de la Covid en Servicios Sociales‘ realizado por investigadoras de cinco universidades y financiado por el Instituto de la Administración Pública (INAP).
El segundo ‘Informe del Monitor de Impacto de la Covid-19 en los Servicios Sociales’ ha sido realizado por investigadoras de Universidad de las Islas Baleares, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad del País Vasco, la Universidad de Salamanca y la Universidad de Zaragoza, que desde el pasado mes de julio analizan el alcance de la pandemia en Servicios Sociales. Se basa en entrevistas realizadas en 52 centros de Servicios Sociales municipales repartidos en 6 comunidades autónomas: Andalucía, Aragón, Baleares, Castilla y León, Euskadi y Madrid.
Este documento se relata detalladamente cómo ha sido el impacto de la pandemia en los meses de septiembre, octubre y noviembre del 2020. Pese a la heterogeneidad de la muestra analizada se identifican en líneas generales situaciones similares como por ejemplo, la llegada de nuevos perfiles de personas usuarias que hasta el momento nunca habían estado en Servicios Sociales. Las profesionales entrevistadas coinciden en detectar una gran diversidad tanto en el perfil de las personas atendidas como en las demandas con las que acuden estas personas.
Y es que, después del «boom» de los primeros meses, donde la demanda creció, las profesionales de los Servicios Sociales han sido capaces de retomar las intervenciones previas con personas usuarias “de toda la vida” y compaginarlo con los nuevos perfiles detectados (nuevas personas usuarias que se quedan sin ahorros o vinculados a la economía sumergida, personas de origen extranjero y solicitantes de asilo, familias que no reciben respuesta de la solicitud del IMV y personas con situaciones psicológicas severas como consecuencia de la pandemia).
Ahora bien, las trabajadoras sociales alertan que el final de los trabajos temporales, el cierre de la hostelería y la finalización de los ERTEs puede acabar con la estabilización de las demandas que se había experimentado en los meses otoñales, trayendo un preocupante aumento de las solicitudes de ayuda. En este sentido, desconocen si quedarán recursos suficientes para atender a todas las personas. “En su momento fue un ‘boom’, y ahora seguimos con mucha demanda: mucha dependencia, renta garantizada, prestaciones económicas, violencia de género, gente de salud mental porque centros de salud no les atiende… se junta todo”, explica una trabajadora social de Castilla y León.
En cuanto al funcionamiento de los centros de Servicios Sociales, es imposible hablar de una vuelta a la normalidad total, pues aunque los centros hayan ido reabriendo poco a poco y en todos ellos se preste atención presencial, siguen contando con numerosas limitaciones como la imposibilidad de realizar intervención grupal y comunitaria, la recomendación de evitar las visitas domiciliarias o la priorización del seguimiento a las personas usuarias por vía telefónica o por email.
Esta falta de la presencialidad en Servicios Sociales puede traer consecuencias a la hora de valorar situaciones de riesgo. “En una entrevista presencial se puede profundizar más en la raíz del problema, dando lugar a otras posibles dificultades que telefónicamente no se manifiestan y son más difíciles de descubrir”, explica una trabajadora social entrevistada de Andalucía.
La compleja situación que se está viviendo tanto en el sistema sanitario como en el sistema de Servicios Sociales hace que las trabajadoras sociales se sientan agotadas, preocupadas y con cierto desconcierto porque advierten que lo que está por llegar, va a ser peor y no saben muy bien cómo van a poder hacer frente a la situación de crisis social que ya se percibe. La presión sostenida de todos los meses anteriores acaba por desgastar a unas profesionales cuyo nivel de implicación y responsabilidad es muy elevado. Así lo explica una trabajadora social de Baleares, señalando que “te das cuenta de que los Servicios Sociales en lugar de ser la primera red es la última red, te crea una sobre-responsabilidad que te supone un estrés de no dejar a nadie sin atender”.
A pesar de todo ello, desde los Servicios Sociales municipales se han desarrolla estrategias, medidas y herramientas para adaptarse a la nueva situación, diseñando nuevos programas para dar respuesta a las nuevas necesidades sociales. Otra preocupación común en todos los centros de Servicios Sociales es la continuidad de las ayudas económicas y su duración.
Por otra parte, el hecho de que los efectos de la pandemia sean generalizados ha traído consigo que muchas personas acudan a Servicios Sociales sin sentir vergüenza, hecho es valorado como algo positivo por las trabajadoras sociales que sienten que los Servicios Sociales están junto a la ciudadanía. “Hay personas que se han atrevido a dar el paso porque digamos que ahora la situación les ampara: Si voy con el resto de las demandas se nota menos. Esto es algo positivo”, explica una trabajadora social de un distrito madrileño con una renta per cápita alta.
El Monitor del Impacto en Servicios Sociales tiene previsto el seguimiento hasta septiembre del 2021 con la publicación de informes cada dos meses con el objetivo de continuar dando visibilidad al esfuerzo, la dedicación y la implicación de las diferentes profesionales que conforman los centros de Servicios Sociales porque, como cuenta una trabajadora social de Aragón, “todo irá a peor, pero vamos a dar la batalla. No hay que aceptar las cosas como están. Las trabajadoras sociales no podemos quedarnos de brazos cruzados, tenemos que estar siempre al lado de los ciudadanos”.
Las personas interesdas pueden acceder aquí al segundo ‘Informe del Monitor de Impacto de la Covid-19 en los Servicios Sociales’.