Desde la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar de Asturias se está liderando un proceso de transformación del actual modelo de cuidados de larga duración. Un objetivo ya presente al inicio de la legislatura que ahora, tras el enorme impacto de la Covid-19, cobra todavía más fuerza.
La pandemia que estamos atravesando, además de recordarnos nuestra vulnerabilidad humana, ha visibilizado las debilidades y carencias de nuestros servicios y, con ello, la necesidad y la responsabilidad de proteger y permitir una vida digna a las personas más frágiles. Un cambio en los cuidados de larga duración que sabíamos necesario pero que ahora se convierte en una prioridad.
«Estamos, por tanto, ante la oportunidad de impulsar en Asturias el giro definitivo que se precisa en el cuidado de las personas adultas. Destacando y reconociendo las fortalezas y los logros alcanzados, que son muchos, pero sin ignorar los elementos esenciales que permitan avanzar hacia un cuidado realmente centrado en las personas«, indican desde la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar de Asturias.
Esta Consejería indica que, más allá de la situación actual provocada por la Covid-19, es necesario acometer esta transformación porque en muchos de los recursos actuales, subyace una visión del cuidado más centrada en la enfermedad y en la discapacidad que en las necesidades/capacidades de las personas. Además, la mayoría de los servicios existentes tienden a ser pensados exclusivamente desde la lógica de su organización, buscando la eficiencia a través de sistemas rígidos y concibiendo la atención como la ejecución de una serie de tareas altamente estandarizadas.
Con frecuencia esto obliga a que las personas deban someterse a los dictados de la organización, viendo muy limitada su libertad cotidiana y deban adaptarse (resignarse) a servicios y rutinas que en ocasiones son muy distantes de lo que realmente necesitan, desean y de lo que les genera bienestar. Una situación que ha afectado y afecta, sobremanera, a los cuidados en entornos residenciales, todavía hoy muy anclados en modos de atención altamente institucional., como señala la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar de Asturias.
Y aunque el cuidado debe proteger a las personas, ofreciendo una atención integral en entornos seguros, no se debe perder de vista que éste debe apoyar vidas que merezcan la pena ser vividas, en las que las personas puedan seguir tomando sus propias decisiones sin perder el control de lo que para ellas es importante.
En el caso de personas cuya competencia para tomar decisiones se vea muy mermada, éstas deben ser cuidadas desde el respeto y mantenimiento de una identidad propia y desde la búsqueda del mayor bienestar. Desde esta perspectiva, la personalización de la atención es algo irrenunciable, para lo cual además de profesionales suficientes, formados y alineados en esta visión del cuidado, el acercamiento y la escucha a lo subjetivo y a lo emocional es ineludible.
Además es muy importante recordar que la atención centrada en la persona también cuenta con el aval de la evidencia científica que señala beneficios tanto para las personas que precisan cuidados (mayor calidad vida) como para los profesionales y las propias organizaciones (incrementa la satisfacción profesional, disminuye el burn-out, mejora el clima laboral, aumenta la deseabilidad del servicio).
Se trata de un proceso largo y complejo que, necesariamente, ha de ser realizado logrando la implicación de diferentes actores: personas mayores y con discapacidad, familiares, profesionales, responsables de servicios, proveedores de servicios públicos y privados, organizaciones sindicales y colegios y grupos profesionales, entre otros.
En este sentido, para que se alcance un cambio real es necesario transformar las actuales organizaciones, lo que requiere de un claro liderazgo, así como de la aportación, comprensión e implicación de muchas partes, con intereses que en ocasiones pueden entrar en conflicto. Esto implica la búsqueda de la participación a lo largo de todo el proceso (diseño, desarrollo y evaluación) de los diferentes actores del cuidado, señala , señala la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar de Asturias.
En primer lugar, las personas que reciben cuidados y sus familias. Los y las profesionales son esenciales y precisan, verdaderamente, un mayor reconocimiento y apoyos. Los responsables de los servicios deben estar comprometidos, alineados, contando con el respaldo de instituciones y entidades que lideren la transición.
El funcionamiento interno de las propias organizaciones debe ser objeto de revisión, avanzando hacia relaciones más horizontales, basadas en la confianza, afianzando roles profesionales que busquen acompañar vidas y que no solo se limiten a ejecutar tareas asistenciales.
Para conducir este tránsito, en primer lugar, el Gobierno asturiano quiere consensuar los principales elementos que definen un modelo rector de atención centrado en la personas, de modo que la planificación, el diseño y la organización de los diferentes servicios se desarrollen en coherencia al mismo, sin por ello renunciar a la necesaria diversidad y flexibilidad que el ámbito aplicado, la especificidad de cada servicio y cada territorio requieren.
Para ello se está elaborando un Documento de Bases que desarrolle tres niveles complementarios de definición del modelo de atención en cuidados de larga duración a las personas adultas:
- El primer nivel, que es el punto de partida, hace referencia a la visión de las personas que precisan cuidados y en coherencia a los valores que deben fundamentar la atención
- El segundo, ofrecerá un marco teórico rector de la atención señalando los criterios y líneas de acción clave que orienten desarrollos operativos flexibles pero coherentes a los valores enunciados
- El tercer nivel señalará los principales elementos en el diseño y la organización de los servicios para que éstos sean gestionados en coherencia con el modelo rector.
A su vez, se está trabajando en el diseño de un Primer Plan de Acción para la transformación del modelo de cuidados de larga duración, apostando por un modelo ecosistémico y comunitario, que impulse la coordinación de los servicios, que priorice los cuidados y apoyos en casa y que permita una gradual transformación de los actuales servicios para alejarse definitivamente de los rígidos funcionamientos institucionales.
Para ello, en una primera fase de escucha y de análisis de la situación, desde la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar del Principado de Asturias se están identificando una serie de áreas y líneas de acción prioritarias (comunicación/participación, prioridades en la planificación, formación, acompañamiento a los servicios en el cambio, innovación, modificación normativa o la evaluación de la atención) que articularán un conjunto de medidas destinadas a promover de forma progresiva y flexible itinerarios de cambio y mejora.