La depresión es un trastorno mental muy frecuente: el número de personas que la sufren a lo largo de su vida se sitúa entre el 8% y el 15%, lo que supone que 350 millones de personas sufren depresión en el mundo. «Los estudios que se han realizado durante la pandemia indican que el 20% de la población ha padecido o padece una depresión grave mientras que habitualmente la prevalencia es del 7%», tal y como adviertes desde el Hospital Universitari Dexeus.
«Según datos de la OMS, España es el cuarto país de Europa con más casos de depresión, llegando a afectar a más de dos millones de personas. Se estima que la depresión mayor tiene una prevalencia media a lo largo de la vida del 10,6% en España, con una edad media de inicio de 26 años. Existen claras diferencias de género, duplicando su frecuencia en las mujeres«, afirma la Dra. Gracia Lasheras, jefa del Servicio de Psiquiatría y Piscología del Hospital Universitari Dexeus.
La OMS estima que 1 de cada 5 personas atendidas en emergencias se ve afectada por depresión y ansiedad. «Sin embargo, los profesionales sanitarios no siempre tienen presente este problema a la hora de atender a sus pacientes, pudiendo pasar desapercibida e infradetectada«, añade la Dra. Lasheras.
Esta experta advierte que «es frecuente que los episodios depresivos sean recurrentes y pueden volverse persistentes o crónicos si no se realiza el tratamiento adecuado. En esos casos, cuando no hay un abordaje precoz de la enfermedad, con frecuencia se va a complicar e incluso puede desencadenar en suicidio. De hecho, los expertos señalan que el 90% de las personas que cometen suicidio tienen un problema de salud mental, principalmente depresión».
Incremento muy considerable de los casos de depresión grave
«El impacto y el elevado grado de incertidumbre de la pandemia afectan muy especialmente a los pacientes depresivos sobre todo a medida que permanece la situación de contagio y confinamiento», afirma el psiquiatra Josep Maria Farré, director de la Unidad de docencia del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Universitari Dexeus.
«Los estudios que se han realizado durante la pandemia indican que el 20% de la población ha padecido o padece una depresión grave mientras que habitualmente la prevalencia es del 7%. El porcentaje aumenta hasta el 40% en otros tipos de depresión. Pese a las limitaciones de diagnóstico real que puedan presentar estos estudios, es un incremento muy considerable«, afirma el psiquiatra. «Además, todo se complica por posible asociación con cuadros de ansiedad, hipocondría y el propio estrés de la situación con las dificultades de afrontamiento propios de los estados depresivos», añade el especialista del Hospital Universitari Dexeus.
Para prevenir que el estrés degenere en depresión es importante mantener los vínculos afectivos, compartir las emociones (ventilación emocional) y utilizar estrategias para regularlas, teniendo en cuenta que ansiedad, miedo o soledad son respuestas normales. Según el Dr. Farré «no debemos obsesionarnos con la información (solo fuentes oficiales) y mantener unas rutinas saludables. Revisar la despensa de nuestras habilidades e instrumentos para afrontar las situaciones. Saber diferenciar entre preocupaciones productivas e improductivas«.
Tratamientos farmacológicos y terapia psicológica
Existen tratamientos eficaces para la depresión. El tratamiento farmacológico se centra en los antidepresivos, que regulan la base neurobiológica de la depresión, cuya eficacia es elevada, consiguiendo la mejoría en un plazo de 2-3 semanas. Para los episodios recurrentes, también son de utilidad los fármacos estabilizadores de ánimo o eutimizantes y, para los casos más graves, se reserva la terapia electroconvulsiva (TEC).
También se ha demostrado la utilidad del tratamiento psicológico, bien de forma única en depresión leve, o combinada con los antidepresivos; destaca la eficacia de la terapia conductual y cognitiva, ayudando a que el paciente se active, venza la apatía y modifique sus pensamientos negativos y de culpa.
«De hecho, las personas que sufren depresión acostumbran a fijar su atención en aspectos negativos de su conducta y de su entorno, centrando su atención en lo que consideran sus defectos y errores, con visión negativa de si mismos y desesperanza del futuro. Todo ello agravado por la apatía, la falta de placer en tareas incluso elementales, y la mezcla de escasa energía. Estos procesos, aconsejan en muchos casos la asociación de fármacos y la terapia psicológica«, explica la Dra. Lasheras.
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