Un artículo de Mayte Vázquez Resino,
Psicóloga General Sanitaria
«El bienestar y la salud son un deber, de otra manera no podríamos nuestra mente fuerte y clara»
Buda
Tras un año desde el comienzo de la pandemia del Covid-19 y la implementación de medidas -primero el confinamiento general y posteriormente las limitaciones y normas de seguridad para tratar de paliar la propagación del virus- se genera en la población, en general, y en los mayores en especial, una sensación de incertidumbre y desesperanza, que parece no tener fin. En estos últimos días son muchas las personas que reflejan su lucha con este otro gran enemigo: el cansancio.
A todos estos factores, los datos no ayudan. Después de un año, un estudio de la Universidad de Harvard (2020), la pandemia pone de manifiesto que el 95% de las muertes en EEUU han sido de personas de 50 años o más. En España, el número de víctimas mortales que el coronavirus ha dejado en las residencias de ancianos españolas -ya sean públicas, concertadas o privadas- supera las 27.000 personas diez meses después del estallido de la pandemia. Los datos son escalofriantes, sumiendo a esta sociedad en un halo de tristeza, vulnerabilidad y cansancio permanente.
Los estudios muestran que, si no han aparecido con anterioridad, se pueden desarrollar patrones sintomatológicos de estados de ánimo bajo, depresión, falta de motivación y atención. Nos alejamos de la esperanza y la ilusión, dando paso a la tristeza y a la preocupación, que desembocan en conductas disfuncionales relacionadas en muchos casos con mal uso y abuso de tecnologías, sustancias tóxicas, fármacos, alimentación o sueño, entre otras, además de otros síntomas psicosomáticos.
En personas mayores encontramos un cuadro sintomatológico más grave aún ante el aislamiento y la soledad impuesta. El miedo al contagio, escuchar continuamente las malas noticias, la poca o nula movilidad, llevan a cronificar «cuadros» de deterioros cognitivo, demencias, ansiedad, irritabilidad emocional, y depresiones. Se agudizan enfermedades psicosomáticas como artrosis, enfermedades cardiovasculares, musculares, respiratorias, obesidad, diabetes y enfermedades auto-inmunes entre otras, que se suman al hecho de no ser atendidos adecuadamente por los médicos especialistas, al encontrarse saturados los centros sanitarios y hospitales. Pasaremos a continuación a desarrollar estos aspectos, con mayor detenimiento.
Situación de los mayores en la pandemia
El director regional de la OMS para Europa, Hans Henri P. Kluge, pidió a los países europeos: «Apoyar y proteger a las personas mayores que viven solas en la comunidad es asunto de todos. Todas deben ser tratadas con respeto y dignidad durante estos tiempos. No podemos dejar a nadie atrás». Sin embargo, es un hecho que la Covid-19 presenta una mayor letalidad en personas mayores, lo cual potencia una situación de miedo prolongado en el tiempo, esta situación sumada con la pobre respuesta inmunitaria y la disminución de la reserva funcional, conlleva a una reducción en la capacidad de afrontamiento y resiliencia ante la crisis, un año después.
Además, las relaciones interpersonales han cambiado drásticamente desde el confinamiento y sus efectos emocionales, se ven seriamente afectados. Estar junto a las personas queridas, especialmente en situaciones dolorosas, al ingreso en UCI o en los momentos de final de vida, se han vuelto difíciles en muchos casos.
Esta situación ha puesto en manifiesto conductas discriminatorias, al tratarse, en muchos casos, como personas que no contribuyen a la sociedad, o incluso con la decisión de las Autoridades Sanitarias, de tomar la edad como criterio en la desescalada. Las imágenes estereotipadas y etiquetas negativas (estigmatización) que aparecen en los medios de comunicación vinculando enfermedad a vejez, deterioro y carga social ayudan a reforzar el edadismo, la actitud de rechazo, en contra de la imagen del envejecimiento activo, resiliente y exitoso, que esta sociedad promueve y construye en constante progresión y que la pandemia ha contribuido a ralentizar.
Uno de los síntomas más graves en este confinamiento es la larga duración del aislamiento preventivo y soledad sobrevenida. Son muchos los días de confinamiento en la vivienda, convirtiendo la experiencia en muchos casos traumática y desembocando en fobias sociales, trastornos de ansiedad generalizada y de estrés postraumático. El doble confinamiento de las personas en residencias (aislados del exterior y en su habitación sin gozar de las zonas comunes) y sobre todo de las personas con demencias tiene muchas consecuencias negativas inmediatas como la reducción o inactividad física y su implicación en problemas de sueño, insomnio y somnolencia diurna, aumento del deterioro cognitivo por haber dejado de realizar actividades de estimulación cognitiva, talleres, tertulias, terapias grupales, afectación del estado emocional y anímico, con un aumento de la sintomatología depresiva a falta de contacto con red social y soledad.
La soledad aumenta el riesgo de sedentarismo, la enfermedad cardiovascular, la alimentación inadecuada y el riesgo de muerte. Las personas mayores con enfermedades crónicas y en situación de dependencia son un grupo especialmente vulnerable, en relación con la Covid y salud, consecuencia de desconexión social, frustración y el malestar ocasionado por la situación prolongada, generando sensación de dolor continuo, y un cansancio físico y mental de difícil pronóstico.
Es prioritario abordar el agotamiento provocado por la situación de estrés mantenida en el tiempo, y los estragos que está produciendo en los mayores, junto a los factores expuestos, como el de la soledad o los duelos pendientes.
Consejos para ayudar a aliviar el cansancio mental y emocional en los mayores:
A nivel Social
- Es muy importante hacer visible lo invisible, fortaleciendo la empatía, la solidaridad intergeneracional, y las redes sociales vecinales
- Para atajar las situaciones de emergencia sanitarias descritas, hay que aunar esfuerzos e implementar protocolos de intervención con personal sanitario
- Seguir fomentando el modelo de cuidados centrado en la persona, impugnado como hemos visto por la crisis sanitaria.
A nivel Psicológico y Emocional
- Cuidarse: Mantener la higiene y la propia imagen. Aunque no salgamos a la calle es importante no perder estos hábitos que nos harán sentirnos mejor, podemos dedicar más tiempo al momento de la ducha, aprender un nuevo peinado, hidratarse, perfumarse…
- Generar una alimentación equilibrada y consciente, rica en alimentos con triptófanos y vitamina D
- Descansar y dormir adecuadamente
- Evitar sobresaturarse con información sobre la pandemia. Alternar con otras emisiones en televisión: series, films de estilo más lúdico, limitando el tiempo dedicado a atender esa información; la mayoría de las veces de corte “sensacionalista” y generadora de polémicas sociales
- Mantener la comunicación: Las conversaciones telefónicas agradables con amigos y familiares, ayudan a sentirse mejor
- Utilizar el calendario, escribir un diario: cambiar las rutinas, dejar de asistir a las actividades diarias… puede producir desorientación y la sensación de no “no saber en qué día se vive”. Te ayudará el uso del calendario y la agenda para consultar cumpleaños, fechas señaladas… incluso puedes escribir un diario de a bordo que te ayudará a recordar este momento excepcional de nuestras vidas, aunque no podamos asistir a las actividades, mantener
- Mantenerse ocupado realizando actividades con significado: Esto dependerá de los gustos y necesidades de cada persona, pero estas son algunas ideas:
- Escribir: dedicar un rato a escribir sobre lo que sentimos, escribir cartas a personas que queremos
- Realizar actividades relajantes como dibujar, tejer…
- Planear menús, aprender a cocinar platos nuevos
- Leer, puede ser un buen momento para volver a leer un libro que nos gusta o para escucharlo a través de los audio libros
- Hacer turismo online: Buscar información sobre lugares que hemos visitado o que nos gustaría visitar, visitar ciudades y museos online
- Ver fotografías y vídeos familiares, ordenar fotos
- Ver una película, series
- Escuchar música
- Realizar alguna actividad mental: sopas de letras sudokus, crucigramas…
- Realizar alguna actividad de relajación, respiración. Hay clases de Yoga abiertas online
- Recibir o dar apoyo espiritual
«El envejecimiento saludable consiste en desarrollar
y mantener las habilidades funcionales que permitan el bienestar en la vejez»
Referencias
Jericó, P. (2021). Reducir la fatiga pandémica. Blog El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2021/01/08/eps/1610126355_684003.html
Ministerio de Sanidad. 2020. Preguntas y Respuestas sobre el Nuevo Coronavirus (COVID-19). [PDF] Madrid: Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Recuperado de https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/documentos/20200312_Preguntas_respuestas_2019-nCoV.pdf
Pinazo-Hernandis, S. (2020). Psychosocial impact of COVID-19 on older people: problems and challenges. Rev. esp. geriatr. gerontol. (Ed. impr.) ; 55(5): 249-252, sept.-oct. 2020. Recuperado de https://www.elsevier.es/es-revista-revista-espanola-geriatria-gerontologia-124-articulo-impacto-psicosocial-covid-19-personas-mayores-S0211139X20300664
Porcel-Gálvez AM, Badanta B, Barrientos-Trigo S, Lima-Serrano M. (2021). Elderly people, dependency and vulnerability in the coronavirus pandemic: an emergency for a social and health integration]. Enferm Clin. ;31:S18-S23. Spanish. Recuperado de https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32425485/
Sobre la autora
Mayte Vázquez Resino es Psicóloga General Sanitaria yVocal de Formación de la Asociación Española de Psicogerontología (AEPG), miembro del grupo de Buen Trato a las personas Mayores del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y voluntaria en la Organización “Grandes Amigos”.
Es experta en desarrollo cognitivo y en intervenciones en Inteligencia Emocional, Mindfulness y Psicología Positiva en personas mayores.