Un artículo de Elena Velasco;
Responsable de Comunicación del Sello de Calidad Cuidemi.com
Hace tan solo un año nadie imaginaba que en nuestras vidas y conversaciones cotidianas se iba a colar un coronavirus que con su virulencia y transparencia envolvería todo a su paso y nos distanciaría de aquello que luego se denominaría como la “nueva normalidad” y creíamos inquebrantable: sistema sanitario, salud, familia, amigos, hábitos de consumo, formas de convivir, trabajar, moverse y relacionarse.
Hoy no estaríamos hablando de consecuencias y aprendizajes que nos deja un virus que de desconocido ha pasado a ser cotidiano, dejando tras de sí un panorama devastador a nivel sanitario, social y económico, como si se tratara de una película de ciencia ficción, impactando muy de lleno en el colectivo de las personas mayores. Un país entero echó el cierre y con ello empezó a cambiar la vida de millones de personas.
La fragilidad humana y un sistema sanitario que de robusto ha acabado colapsado y sobrepasado hicieron evidente también nuestra capacidad de reacción, adaptación, solidaridad y superación ante las dificultades.
Las relaciones personales y profesionales han pasado a ser una fuente inagotable de conectividad para permanecer juntos incluso en la distancia. Nuestro lenguaje también ha variado en este tiempo, haciendo de expresiones y palabras hasta entonces confinadas en nuestro imaginario temas de debate y titulares en todo el mundo. Incluso nos hemos parado a redefinir el papel de las personas mayores en la sociedad, tema de controversia para muchos, por si olvidaban que la pandemia solo ha hecho que agravar la ya delicada situación de vulnerabilidad y olvido que arrastraba el colectivo de las personas mayores.
Sin duda, uno de los aspectos más tristes y aireados ha sido el trato desigual a las personas mayores por parte de algunas residencias y servicios asistenciales -porque sería injusto y poco ético generalizar las malas praxis a todo el sector- o de la mala gestión y actuación tarde y mal de algunas administraciones, junto con la elevada tasa de mortalidad entre la población mayor. En este sentido, un conocido informe de HelpAge Internacional ya se hacía eco del trato desigual hacia las personas mayores durante la pandemia y de la incidencia nociva en su bienestar y en sus derechos.
Sin embargo, el 2021 ha traído a nuestras vidas la ansiada vacuna -en todas sus variantes-, sin duda un bálsamo de esperanza para avanzar hacia el principio del fin. A partir de ahora, las personas mayores usuarias de residencias vivirán en los lugares más seguros y dejarán de estar en el último eslabón en la lucha contra la pandemia.
Aprendizajes
El virus no excluye a nadie,
pero la sociedad excluye a los mayores
Si algo hemos aprendido todos bien es que el virus no excluye a nadie. La reflexión a un año vista, y para ceñirme al título de monográfico, es que de todo se consigue sacar una enseñanza cada día. En este sentido, me gustaría incidir en algunos puntos:
- La evidente necesidad de apoyarnos los unos a los otros para superar las crisis y hacerlo desde la colaboración, cooperación, consenso y diálogo entre todas las partes y en beneficio de toda la sociedad.
- La solidaridad y capacidad de cuidarnos y cuidar a los demás gracias a los servicios asistenciales, los hospitales, los cuidadores, servicios esenciales y miles de voluntarios anónimos que se siguen dejando la piel en esta batalla contra el virus.
- La pandemia entendida como una oportunidad para repensar los nuevos modelos de cuidados y de viviendas centrados en la persona, con el fin de garantizar espacios más seguros donde promover el bienestar físico, psicológico y social respetando la intimidad, historias de vida y preferencias de las personas mayores.
- El reto inmediato de integrar socialmente a los mayores en todos los ámbitos de la sociedad y romper la brecha digital para un mayor y más transparente acceso a la información. La base del trabajo de Cuídemi nace precisamente de esta necesidad de cambio, con una apuesta innovadora y una clara función social: mejorar la calidad de vida de los mayores.
- La importancia de fomentar las alianzas familiares, sociales e intergeneracionales en beneficio de todos.
- Lo necesario que es trabajar para crear una ciudadanía activa, preocupada por los problemas globales y que participe en propuestas de cambio a favor de un mundo más justo, pensando en la calidad de vida de los mayores y en qué servicios queremos para ellos y para nosotros cuando alcancemos su edad.
- La respuesta conjunta y responsable por parte de la sociedad, a través de iniciativas solidarias, redes vecinales de apoyo y acompañamiento, que han duplicado sus esfuerzos y han creado vínculos más fuertes.
Consecuencias
Una experiencia insólita y difícil de sobrellevar
que ha dejado solas a las personas mayores
Las innumerables secuelas físicas, emocionales y psicológicas, que no solo deja la Covid-19, más que mejorar agravan la inclusión de las personas mayores en otros ámbitos de la sociedad. Por hacer mención a alguno de ellos:
- La capacidad limitada de decisión que se les ha otorgado a los mayores antes y durante la pandemia. Las personas mayores también pueden ejercer su derecho a opinar y elegir libremente cómo y dónde quieren pasar sus vidas. Así lo recogemos en el Manifiesto Cuídemi, que recoge los principios universales en los que se fundamenta nuestro trabajo.
- El aislamiento preventivo y confinamiento prolongado, que por ser una experiencia insólita ha sido en ocasiones difícil de sobrellevar, sobre todo para las personas mayores que viven solas y han visto restringidas o canceladas las visitas a los centros o las salidas al exterior para ver a sus familiares, impactando negativamente en su salud
- El vínculo social se ha visto reducido de manera drástica en este último año, lo que ha aumentado un problema relevante para este colectivo: la soledad emocional.
- Bajo la amenaza del virus, el continuo desgaste informativo en el tratamiento de las cifras de fallecidos en residencias y en la vulneración de derechos humanos entre la población mayor, generando incertidumbre, miedo, desconfianza y confusión en la sociedad, y muy especialmente entre las personas mayores. Así como la desinformación generada, motivo por el que en Cuídemi, como Sello de Calidad, velamos por garantizar 100% la transparencia y veracidad en todas las opiniones recibidas, verificando que su autoría pertenece únicamente a usuarios reales de un centro, sus familiares o amigos.
- La estigmatización y conducta discriminatoria hacia las personas mayores, los últimos en ser atendidos y protegidos, a menudo tratados con indiferencia o tono infantilizado.
- Las imágenes estereotipadas y negativas que aparecen en algunos medios de comunicación vinculando la enfermedad de la Covid-19 a la vejez, a la vulnerabilidad del colectivo y a la carga social, impactando negativamente en la percepción del conjunto de la sociedad.
- Las personas mayores con enfermedades crónicas y en situación de dependencia han sido un grupo especialmente vulnerable y excluido, porque no se les ha tenido en cuenta a la hora de una actuación conjunta para prevenir el contagio o la exposición al virus.
- El desamparo, el miedo y el abandono al que se han visto sometidos muchos mayores en residencias, y no solo, actuando en muchos casos poco, tarde y mal, como denunciaba Médicos sin Fronteras en un reciente informe.
A ellos, los mayores, se lo debemos
Conscientes de lo mucho que tenemos por hacer y reconstruir como país y sociedad, confiamos en la ciencia y en la efectividad de la vacuna para alcanzar la inmunidad tan deseada en la población, velando, sobre todo, por cuidar al colectivo de las personas mayores, garantizarles la mejor calidad asistencial y una mayor inclusión social en las distintas etapas de sus vidas.
Con responsabilidad y esperanza, volveremos más fuertes a esa cotidianidad tan anhelada, sin olvidar que lo que nos hace más fuertes como sociedad es estar y avanzar juntos en la dirección correcta. A ellos, los mayores, se lo debemos.