Un artículo de Cecilia Rodríguez-Bachiller Estaún,
Terapeuta Ocupacional en Amavir Colmenar
La llegada de la Covid-19 ha supuesto un antes y un después en nuestra vida, interfiriendo y sacudiendo notablemente nuestras rutinas y hábitos diarios. Muchos mayores han superado esta enfermedad, pero para paliar las secuelas que les ha dejado en Amavir trabajamos a diario su recuperación con la intervención de los fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales.
Me gustaría reconocer el trabajo de todos los profesionales que trabajamos en el centro para que todas estas secuelas sean las mínimas posibles para nuestros mayores. Desde que se decretara el estado de alarma, todos dejamos de ser terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, animadoras, psicólogos, trabajadores sociales o directores y unimos nuestras fuerzas para comenzar una «batalla» muy difícil para que nuestros mayores tuvieran el mejor trato posible.
Quiero destacar la importancia de un buen trabajo en equipo, uniendo no solamente nuestras fuerzas sino conocimientos, experiencias y saber hacer. Día tras día nos reuníamos para coordinarnos y poder abarcar todo lo que en ese momento sucedía, la urgencia, lo más esencial por y para nuestros mayores, sin olvidar ni un segundo a las familias que estaban al otro lado sintiendo incertidumbre y miedo.
La vida en el centro cambió y se apagó por completo ya que se suspendieron todo tipo de actividades grupales en las salas comunes y salidas a los comedores o salones. También había pasillos vacíos llenos de EPIS, carteles de “zona de aislamiento”, líneas rojas, verdes e incluso astronautas andando por los pasillos. Y lo peor de todo, la cara de nuestros mayores a los que no podíamos dar una caricia o un abrazo. Aunque se continuó trabajando de forma individualizada en sus habitaciones, el contacto se redujo drásticamente. En definitiva, me di cuenta que sin un buen equipo humano hubiera sido imposible sobrellevar aquellos días tan difíciles y tristes.
Como terapeuta ocupacional de Amavir Colmenar, tengo el objetivo ayudar a los mayores a recuperar la autonomía en su día a día y con ello su autoestima. Conociendo bien las secuelas de la enfermedad y sabiendo la fatiga y el cansancio que dejan, se debe trabajar usando técnicas de ahorro energético. El trabajo diario en el centro está dedicado a recuperar la capacidad pulmonar, evitar edemas en extremidades superiores e inferiores provocados por posibles trombos, aumentar la masa y la fuerza muscular perdida y aumentar la autonomía en sus actividades de la vida diaria. Pero además de estas secuelas clínicas y el trabajo que dedicamos a mejorarlas, hay que resaltar su estado emocional. Han sido unos meses muy duros para ellos y el confinamiento en sus habitaciones ha agravado su situación particular.
Entre las secuelas más comunes está la afectación en la capacidad pulmonar. Cuando se sufre un cuadro respiratorio muy severo, es probable que aparezca una fibrosis residual, esto hace que disminuya la capacidad respiratoria. También se producen afecciones neurológicas o secuelas en el sistema vascular. Estas también son importantes, ya que provoca un daño vascular que puede dar lugar a la formación de trombos, tanto pulmonares como en otras localizaciones del cuerpo.
A diario veo a los pacientes y observo una disminución de la fuerza muscular y motora después de pasar muchas semanas, algunos incluso meses, en cama. Muchos de ellos eran personas con una capacidad funcional muy elevada, pudiendo realizar tareas cotidianas como la ducha, el aseo, el vestido, salir a comprar o simplemente dar un paseo por los alrededores. Tras sufrir la enfermedad estas capacidades se han visto completamente limitadas, necesitando ayuda para todas sus actividades de la vida diaria.
Algunas de las actividades que se realizan en el centro, con el objetivo de ganar autonomía, son muy sencillas. Hacemos los ejercicios pautados de forma que sean óptimos para el paciente y que los resultados sean satisfactorios. Algunos de los materiales con los que trabajo a diario los elaboré de forma casera y los puedo trasladar, bien a las habitaciones para trabajar de forma individualizada o bien en la sala. Siempre teniendo claro el objetivo que quiero conseguir, trabajando juntos y graduando las actividades según tolerancia.
Pueden ser hacer una trenza en la jaula de Rocher, colocar pinzas de la ropa por encima del nivel de su cabeza, hacer una escalera de dedos o incluso doblar ropa emparejando calcetines. A estos ejercicios simples les podemos añadir complejidad e intensidad añadiendo muñequeras lastradas de diferentes pesos. También trabajamos el tono muscular a través del manejo de una pelota de bobath grande y el equilibrio con actividades en bipedestación. Así aumentamos la masa muscular y la fuerza del paciente.
El trabajo se puede llevar a cabo en espacios comunes, pero también en cada habitación con las actividades propias de la vida diaria: afeitado, lavado de dientes o cepillado de pelo. De hecho, estas actividades sencillas se ven potenciadas tras el trabajo diario con la terapeuta ocupacional. Trabajar en su habitación es muy importante ya que para ellos es su “casa”; es una manera de poner en práctica lo que hemos trabajado en la sala, de esta forma aprenden a desenvolverse en un espacio conocido.
Durante los meses de marzo, abril y mayo nos adentrados en un ritmo frenético de trabajo y un estado emocional al límite, hacía que no fueramos cien por cien consciente de la situación que estábamos viviendo. Sin embargo, una vez que la situación se controló, las emociones se hicieron mucho más visibles.
Quiero hacer especial hincapié a mis compañeros de equipo, ya que han sido ellos, junto con la familia y amigos, los que sin poder abrazarnos nos ayudaban día a día a sobrellevar el dolor y la lucha constante. De esta situación, los sanitarios que hemos estado al frente de esta batalla, sabemos que hemos aprendido mucho más acerca de este virus, conociendo como afrontar nuevos casos y las secuelas que deja a su paso.
Como profesional de la Terapia Ocupacional, me siento orgullosa de los avances que algunos de nuestros mayores han conseguido después de haber pasado la Covid-19, trabajando con ellos día tras día, dándoles las herramientas necesarias para poder recuperar la autonomía en sus actividades básicas de la vida diaria.
La gran lección que podemos sacar de toda esta situación vivida es la capacidad de adaptación y superación personal que han tenido y tienen nuestros mayores ante la pandemia Covid-19. El trabajo de rehabilitación y de terapia ocupacional forma parte imprescindible del día a día de nuestros residentes, estando integrada dentro de la atención individualizada de cada uno de ellos con la intención de que cada usuario reciba los cuidados más adecuados a su situación, necesidades y preferencias, potenciando su autonomía y ralentizando el deterioro.