Un artículo de Jesús Cubero,
secretario general de la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (Aeste)
Y aquí nos hemos plantado. Un año después de la llegada de esta pandemia a España. Un año después de mascarillas, de distanciamiento social, de movilidad limitada… Pero un año después, apreciando la vida más que nunca.
Si desde las residencias tuviéramos que decir cuál ha sido la principal consecuencia de la pandemia, creo que desde Aeste y desde el resto de compañeros de profesión estaríamos de acuerdo en que esta ha sido: pasar a valorar la SALUD más que nunca. La Salud con mayúsculas, la Salud física pero también la mental, la Salud de nuestros mayores y trabajadores. Y de una manera especial, la Salud como estado anímico.
Tras el huracán, llegan o deberían llegar las conclusiones y las reformas. Y en Aeste hemos hecho los deberes. Tenemos la obligación de ser críticos: no todo funcionaba bien y la llegada de la pandemia, para bien o para mal nos ha puesto en el foco. Los problemas de coordinación y comunicación entre las Consejerías de Salud y de Servicios Sociales eran notorios. La legislación que nos regula queda tan atrás como hace 15 años. Un ejemplo muy visual: hace 15 años el cofundador de Twitter enviaba su primer tweet… Imaginad si ha cambiado el mundo en 15 años. Y con él, nuestros mayores: que cumplen más años, con necesidades distintas, con diferentes hábitos, etc.
Pero, afortunadamente, si hay algo de lo que nos podremos sentir orgullosos durante muchos años, es de la transformación que estamos impulsando en el sector. Un acuerdo entre todas las partes para actualizarlo y aumentar su calidad de manera exponencial no pasa todos los días, y menos en todos los sectores. Gracias a la voluntad de sindicatos, administraciones y patronales, no solo estamos haciendo que un nuevo modelo vea la luz, sino que restauraremos su liderazgo: ha llegado el momento de poner en valor la silver economy.
Y es que, más allá de los requerimientos técnicos y la mejora de la gestión del sector, no hemos hecho más que lo que ya nos enseñaron a hacer nuestros abuelos. Ellos, pozos de sabiduría que han vivido una guerra (¡incluso dos en algunos casos!), ya nos enseñaron el camino en su momento. Ante los golpes a la sociedad: sentarse, hablar, pactar, transformar, aprender, superar y crecer. Lecciones de vida.
Este ha sido el verdadero aprendizaje. No dejar nunca de aprender, de cuestionarse las cosas, de querer mejorar. También (o especialmente) en el sector de la dependencia, en él era necesario preguntarse qué podía mejorar, qué necesitaba ser reformado o qué debía modernizarse.
No obstante, hay una lección que nos tendría que acompañar a todos como sociedad: nuestros mayores son nuestros maestros de vida. No ponerles en el foco, es no apreciar la vida. No priorizarlos es olvidar de dónde venimos. Es por ello que, desde Aeste, os invitamos a tomar partido, a seguir y a apoyar la reforma del sector, porque empieza un proceso emocionante, después de tiempos tan duros. Nos espera la nueva vida de nuestros maestros de vida.
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