La Residencia y Centro de Día Mirador de Mataró ha puesto en marcha el Proyecto «Música para despertar» liderado por el psicólogo Pepe Olmedo. Se trata de una nueva solución terapéutica que busca revivir recuerdos y provocar emociones positivas en las personas mayores que viven en el centro, especialmente aquellas que sufren deterioro cognitivo y demencia avanzada.
Uno de los objetivos del equipo profesional de la Residencia Mirador de Mataró es mejorar la calidad de vida de las personas que sufren demencia. Paralelamente al uso de fármacos para tratar esta enfermedad, el equipo del centro, año tras año, se forma en terapias no farmacológicas que han demostrado su validez y que (sin olvidar de las pautas médicas) pueden ofrecer una atención digna y personalizada a todas las personas residentes, incluyendo aquellas con un deterioro cognitivo más elevado. Todo, en definitiva, para darles una mejor calidad de vida, tanto a ellos como a sus familiares.
En esta línea de investigación en soluciones terapéuticas innovadoras nace el Proyecto «Música para despertar», liderado por el psicólogo Pepe Olmedo (Licenciado en Psicología en la Universidad de Granada y Máster en Psicología Clínica y de la Salud), que fue el profesional responsable de formar al equipo del centro.
La base sobre la que se trabaja con «Música para despertar” es que la memoria musical y la capacidad para sentir las emociones son aspectos que no se pierden hasta el final de la enfermedad (si bien se cree que la afectividad no se llega a perder nunca). Y la música puede ser una herramienta para transportarse al pasado para revivir emociones y recuerdos.
La terapia es totalmente personalizada. Los familiares de los residentes rellenan un cuestionario para conocer las preferencias musicales, dicen qué canciones escuchaban, qué cantantes los gustaban más, que bailaban, etc. A partir de aquí se realiza una lista individualizada para cada residente. Este es un aspecto importante ya que no sirve escuchar cualquier música, sino que se buscan aquellas canciones significativas para ellos, aquellas que despiertan recuerdos. Y es que cada persona conserva en su recuerdo canciones que le han marcado la vida, tanto que incluso la demencia no llega a borrarlas. En el centro, los residentes tienen sus canciones en un MP3 y las escuchan con unos auriculares especiales para eliminar otros factores de distracción.
La Residencia Mirador de Mataró, gestionada por VIMA, ha implementado el proyecto, de forma inicial, con las personas que sufren una demencia avanzada, muchos de ellos con síntomas cognitivos y conductuales asociados: apatía, desazón, tristeza o incluso conductas agitadas o inquietud psicomotora. A causa del avanzado deterioro cognitivo, la comunicación con ellos es complicada y el proyecto ofrece una herramienta para acercarse a las necesidades de cada persona e incluso poder reconducir algunas alteraciones conductuales.
Tal y como explica la auxiliar de enfermería del centro, Ana González los beneficios de esta actividad son muchos, «las personas rememoran las canciones de su vida, las cantan, sonríen, explican cómo bailaban y más de uno se levanta de la butaca para mover las piernas. Es impactante cómo personas que no recuerdan el nombre de sus familiares y están totalmente desorientados, sí que reconocen las canciones que han marcado su vida y son capaces de cantarlas. Escuchar su música es un regalo para ellos y si los acompañas cantando la canción, bailando o con un abrazo se produce un momento mágico».
«Recuerdo una mujer que no se quería levantar de la cama. Cada mañana me pedía que la dejara dormir. Yo le ponía los auriculares con sus canciones un rato antes de levantarla. Ella se quedaba en la cama con los auriculares, escuchaba su música mientras yo hacía otras tareas y cuando volvía con ella, estaba mucho más calmada, con una sonrisa en la cara, y me pedía el café del almuerzo», comenta Ana González.
Al ver que los efectos de la música eran tan beneficiosos eata auxiliar de enfermería decidió aplicar la terapia con su madre, afectada de la enfermedad de Alzheimer: «sufría una demencia avanzada, no respondía a preguntas y se mostraba ausente la mayor parte del día. Le puse canciones de Antonio Molina y todavía recuerdo como se le iluminó la cara y se puso a cantar«. Ana expresa la satisfacción personal que le comporta trabajar con este proyecto, «la comunicación con ellos mejora, durante ese rato se olvidan de sus quejas. Y lo más satisfactorio es ver la sonrisa en sus caras«.