Los expertos que tomaron parte en la XLVIII Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB) pusieron de relieve el excelente trabajo realizado por los profesionales de la salud durante la pandemia, y reivindicaron también una mejor coordinación entre los servicios sociales y los servicios de salud.
La diputada foral de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de Bizkaia, Teresa Laespada, fue la encargada de inaugurar la cuadragésimo octava Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB), cuyo eje fue, en esta ocasión, ‘La labor del personal sociosanitario frente a la pandemia’.
En su intervención, la Diputada Laespada destacó el papel de los servicios públicos en el sostenimiento de la vida y la salud de tantas personas durante la pandemia, una tarea desarrollada fundamentalmente por mujeres. En este sentido, reclamó “más política social, más política pública, más gobernanza global sostenible, equitativa y justa”. A su entender, necesitamos “más política que cuida a los miembros de su sociedad porque en estos días de desconcierto, de brechas, la política debe recuperar el liderazgo”.
“Necesitamos recuperar la confianza, en personas e instituciones, en la sociedad en la que vivimos. Tenemos que resetearnos y reconstruir la esperanza. Porque las crisis aceleran los cambios y encierran oportunidades. Y, para construir esta confianza, necesitamos la mirada científico-técnica, la mirada profesional, especializada y experta, desde el conocimiento, como la que aporta la Academia”, afirmó.
Por su parte, Ricardo Franco Vicario, presidente de la ACMB, señaló que “desde hace ya unos años, el perfil del adulto mayor residente ha variado, aumentando su edad y, con ello, las comorbilidades que presentan en muchos casos, haciendo que estos centros de atención sociosanitaria —que no son hospitales—, atiendan con mayor frecuencia a personas con un grado muy alto de fragilidad. Mi labor como médico internista me permite conocer con exactitud la realidad de estas personas mayores frágiles, con múltiples comorbilidades. Son unos pacientes cuya salud, en muchas ocasiones, se mantiene en un precario equilibrio. No es nada fácil garantizar su bienestar y su salud”.
El presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao quiso, públicamente, “romper una lanza en favor de los profesionales de estos centros sociosanitarios, tanto profesionales sanitarios, como de otras ramas, que han dado lo máximo por el cuidado de las personas mayores y dependientes que tenían confiadas a su cuidado”.
Falta de conexión entre servicios sociales y servicios de salud
Fernando Fantova, exviceconsejero de Asuntos Sociales del Gobierno Vasco, resalto en su ponencia que “mi punto de vista sobre lo que ha sucedido particularmente en las residencias de personas mayores está muy relacionado con una falta de claridad en la zona de conexión entre los servicios sociales y los servicios de salud. De alguna manera, la falta de claridad al respecto de las responsabilidades de cada una de las partes es una de las causas, creo yo, de las circunstancias que se han dado, tan problemáticas, aunque también hay otras causas”.
Tal y como señaló el experto, “me parece que durante la pandemia hemos tenido una llamada de atención, porque llevamos 35 años hablando de la atención integrada, social y sanitaria, y de la coordinación e integración de servicios sociales y servicios de salud, y no acabamos de acertar”.
El consultor consideró durante su intervención que “una explicación se puede hallar en que mientras los servicios de salud se han universalizado y han definido un perímetro de actividades y responsabilidades con toda la población, los servicios sociales no han tenido este mismo desarrollo. Asimismo, los servicios sociales han ido recogiendo, de alguna forma, diversas necesidades diferentes y con cometidos que no siempre son fáciles de definir y, por tanto, con dificultades en ocasiones para entender qué cometido es el corresponde a cada una de las partes. Y ésta es una de las causas del problema que hemos tenido”.
Con relación al trabajo social sanitario, Fabiola Moreno, trabajadora social sanitaria, subrayó que “actúa de forma directa, autónoma e independiente, en armonía con el resto de los equipos asistenciales, tanto hospitalarios como de atención primaria y en constante relación con los servicios sociales municipales y forales —si la intervención requiere de recursos de atención personal públicos— porque las decisiones o las prescripciones no siempre precisan de ellos; de hecho, la mayor parte nuestras intervenciones tienen mucho más que ver con el acompañamiento en la toma de decisiones y en la utilización y optimización de sus propios recursos o en la intervención terapéutica, esa en la que todos los profesionales sanitarios nos empeñamos y que, en nuestro caso, resulta fundamental”.
Fabiola Moreno incidió en que “en esta realidad social en la que se va produciendo la atención a la enfermedad se va vislumbrando la necesidad de delimitar las formas de relación socio-sanitaria: el espacio, el ámbito, el margen en el que la demanda de atención sanitaria y social coinciden para resolver necesidades mixtas que aparecen al mismo tiempo y que actúan a modo de vasos comunicantes en un momento dado; desaparecen o permanecen dependiendo del proceso y de la evolución”.
La trabajadora social reivindicó “respuestas flexibles, bien coordinadas y ágiles en su concreción. Respuestas eficaces que se anticipen a los acontecimientos y en las que actúe el principio de prudencia y de protección: siempre beneficiar aunque haya que rectificar. No perjudicar para no tener que lamentar”.
Formar a las futuras generaciones para afrontar pandemias
Por su parte, Emma Sobremonte, profesora del departamento de Trabajo Social y Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Deusto, afirmó que, “desde la Universidad tenemos la responsabilidad de formar a las futuras generaciones para la toma de conciencia del mensaje que nos trae la pandemia a la humanidad y para que estén preparados para el afrontamiento multidimensional de sus consecuencias”.
Para esta experta, “el virus ha cuestionado sin tapujos nuestro modelo de sociedad, nuestros sistemas de protección y nuestros valores. Nos ha confrontado con la deshumanización y la desigualdad social estructural, pero al mismo tiempo ha puesto en valor sin previo aviso, que el bien más valioso que poseemos es el capital humano y social. Los extraordinarios esfuerzos de los profesionales sanitarios y sociales, las iniciativas valientes y creativas de solidaridad ciudadana y la resiliencia de las personas ante la situación son sus principales manifestaciones”.
Por último, apuntó que “durante esta pandemia el virus nos desafía a abrazar el cambio y a repensar los valores y comportamientos que rigen la vida y la de nuestras instituciones. Humanizar los servicios implica fortalecer el capital humano e incorporar el capital social y la solidaridad en la vida cotidiana de las organizaciones haciendo algo tan sencillo y a la vez tan difícil como ponerse en el lugar del otro para ser capaz de escuchar, y comprender su sufrimiento y poder responder global y simultáneamente a sus necesidades biopsicosociales y espirituales. Y ello exige entre otras cosas, dada la situación en que nos ha colocado la pandemia, humildad para salir de lo ‘nuestro’, ampliar nuestra mirada, fomentar una ecología de los saberes, confianza social, voluntad firme y mucha flexibilidad. En definitiva construir un nuevo proyecto ético y político”.
La Semana de Humanidades está organizada por la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB) con el patrocinio de la Diputación Foral de Bizkaia y el Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ), así como con la colaboración del departamento de Salud del Gobierno Vasco, el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, la Facultad de Medicina y Enfermería y la Facultad de Farmacia de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), la Universidad de Deusto y Mutualia.
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