La crisis social y sanitaria generada por la Covid-19 en el mundo entero ha puesto de relieve la fragilidad del sistema de cuidados, en especial para las personas mayores que necesitan cuidados de larga duración, tal y como se refleja en el estudio ‘Fragilidad de las instituciones de cuidado a la vejez ante el Covid 19. Lecciones aprendidas y recomendaciones para la reforma de los servicios’, elaborado por la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
El grupo poblacional que más ha padecido el Covid-19 en términos de mortalidad ha sido la de los adultos mayores, y una gran mayoría de los fallecidos de esa edad, a lo largo y ancho del mundo, vivían en contextos institucionales. El impacto de la pandemia también ha puesto de manifiesto un preocupante edadismo en la gestión de la alarma sanitaria y la fragilidad de los sistemas de cuidados para los adultos mayores. El análisis de los datos disponibles, sin embargo, no permite vincular la tasa de envejecimiento, el gasto sanitario o la tasa de cobertura de residencias con el número de fallecimientos, tal y como señalan los autores de este estudio, Iñaki Ortega, Mayte Sancho y Marco Stampini.
Mediante un proceso cualitativo desarrollado en 2020 y un análisis de fuentes disponible para Europa, con especial foco en España, estos autores han identificado los principales elementos a mejorar en la gestión de este tipo de crisis sanitarias, así como una serie de buenas prácticas en las siguientes cuatro áreas:
- adaptaciones de los servicios residenciales
- potenciación de los recursos humanos
- iniciativas (y tecnologías) de apoyo al bienestar emocional
- actuaciones en el ámbito comunitario y cooperativo.
A su vez, se han sistematizado recomendaciones para avanzar hacia un sistema de cuidados centrado en la persona para los adultos mayores en el contexto de la economía plateada.
Las preocupantes tasas de contagio y mortalidad por Covid-19 entre los adultos mayores en residencias llevó en diferentes territorios del mundo a implementar estrategias para prevenir el contagio. Para identificar estas estrategias y extraer lecciones para otros países, para la elaboración del estudio ‘Fragilidad de las instituciones de cuidado a la vejez ante el Covid 19. Lecciones aprendidas y recomendaciones para la reforma de los servicios’ durante la segunda mitad de 2020 se realizaron una veintena de entrevistas abiertas y grupos enfocados entre profesionales multidisciplinares del sistema de cuidados a los adultos mayores: médicos, voluntarios, gestores públicos y privados. La información recabada por los expertos se ha contrastado con diferentes informes oficiales de evaluación de la gestión de la pandemia en la población adulta mayor.
Los centros residenciales han evidenciado múltiples carencias
Los centros residenciales, uno de los pilares del modelo de cuidados de larga duración, han evidenciado múltiples carencias, y una proporción sustancial de las muertes se produjo entre sus usuarios en casi todos los países del mundo, señalan los investigadores. Al mismo tiempo, se observaron interrupciones en otros tipos de servicios, por ejemplo en los centros de día, y la precariedad en la que se encuentra el empleo en el ámbito de los cuidados se ha evidenciado una vez más.
A ello hay que unir que el distanciamiento físico necesario para reducir el contagio se convirtió en distanciamiento social y consecuentemente en soledad para muchas personas mayores, con graves efectos en la salud mental y el deterioro cognitivo. En este contexto se han identificado seis retos respecto a la respuesta a la pandemia en lo relativo a las personas mayores:
- Recursos materiales y de gestión insuficientes para la atención a la dependencia
- Recursos humanos insuficientes y frágiles
- Infravaloración del peligro de los recursos residenciales
- Falta de coordinación interinstitucional entre los servicios de cuidado y salud
- Falta de manejo de las consecuencias emocionales de la pandemia
- Latente edadismo
Tal y como pone de manifiesto este estudio, la tendencia a largo plazo en el sector del cuidado es caminar hacia la creación de un modelo de atención centrado en la persona, donde los servicios se brindan en el hogar o con una personalización que apunta a replicar sus mismas condiciones. En este sentido, las recomendaciones de este informe apuntan a mejorar la atención a la dependencia durante la pandemia, o en situaciones futuras similares.
De hecho, la pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia de asegurar protocolos de atención que garanticen la seguridad y calidad en contextos residenciales, desarrollar políticas de recursos humanos que aumenten la resiliencia de los servicios, mejorar la coordinación con el sector salud, y aprovechar las tecnologías y las iniciativas comunitarias para complementar desde el punto de vista material y emocional. Estas líneas de reforma pueden aumentar la autonomía de las personas mayores durante situaciones de estrés como la pandemia, y contribuir a construir mejores sistemas de servicios de atención en el mediano y largo plazo.
«Los cuidados son una fuente de generación de empleo y una oportunidad económica para los territorios que tomen las decisiones adecuadas desde el ámbito público y privado. Todas las previsiones indican que el número de adultos mayores aumentará considerablemente en los próximos años en todo el mundo y con ello se multiplicarán las situaciones de dependencia que han de obtener respuestas con nuevos bienes y servicios en el ámbito de la economía plateada», señala el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo.
Las buenas prácticas analizadas en este documento están alineadas con algunas tendencias más amplias de desarrollo y fortalecimiento de los sistemas de atención a la dependencia, que según los expertos del sector aumentan la resiliencia de los servicios, incluso frente a situaciones extremas como la pandemia de Covid-19. Estas tendencias son:
1. Centrar el modelo de atención en la persona.
2. La casa como concepto y espacio de vida en cualquiera de sus fórmulas.
3. El entorno comunitario como espacio natural de evolución del envejecimiento en el que se vela por la sostenibilidad de la vida a través de los cuidados.
4. La acción voluntaria. Soporte complementario imprescindible en el ámbito de los cuidados, su papel de acompañamiento afectivo, de generación de redes vecinales y sociales, de facilitador de las pequeñas cosas que dan calidad a la vida cotidiana ha de ser fomentado con decisión.
5. La innovación social y tecnológica, que dé respuesta a las necesidades de las personas y facilite su vida cotidiana.
6. Mejorar los ambientes urbanos, la accesibilidad, la movilidad y la vivienda para aumentar la autonomía de las personas mayores.
7. La prevención multidimensional, asumiendo la importancia de la anticipación para alargar la autonomía y por tanto el bienestar.
8. Aumentar la colaboración, coordinación e integración de los servicios sanitarios y sociales para ofrecer una atención integrada
9. La dignificación del empleo en el ámbito de las actividades de cuidado.
La personas interesadas pueden consultar y descargar aquí el estudio ‘Fragilidad de las instituciones de cuidado a la vejez ante el Covid 19. Lecciones aprendidas y recomendaciones para la reforma de los servicios’, elaborado por la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
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Los hechos sucedidos no tienen marcha atrás. Más allá de las responsabilidades que dictaminen los tribunales que tienen pendientes litigios, hay que mirar hacia delante. Urge implantar cambios de calado y transformar las deficiencias observadas en material de aprendizaje para la mejora del bienestar de las personas mayores en residencias. Y esta publicación es un primer paso. Sea bienvenida.