Un artículo de Vanessa Guilarte Domínguez,
Neuropsicóloga de los centros de estimulación cognitiva para personas mayores memoriK
Si bien es deseable pasar por cada etapa del desarrollo vital de forma satisfactoria, se ha estudiado y comprobado que la edad es el principal factor de riesgo que aumenta las probabilidades de padecer alguna enfermedad neurodegenerativa o de deterioro cognitivo, con una gran mediación de factores ambientales.
Con enfermedades neurodegenerativas nos referimos a aquellas que causan alteraciones progresivas en las células de sistema nervioso. Entre las más conocidas se destacan la Enfermedad de Alzheimer, la Esclerosis Lateral Amiotrófica, la Ataxia de Friedreich, la Enfermedad de Huntington, la Demencia con cuerpos de Lewy, la Enfermedad de Parkinson, entre otras.
Todas estas enfermedades tienen en común que son causadas principalmente por la muerte de las neuronas y conexiones neuronales del cerebro, y así originan una serie de síntomas y signos que van atenuando las funciones físicas y cognitivas del paciente. Sus causas específicas son desconocidas, y sus orígenes continúan en estudio a la espera de una cura definitiva que ofrezca salud a estas personas y sus familias.
Asimismo, se entiende por deterioro cognitivo al conjunto de dificultades en las funciones cognitivas básicas, como la orientación espacial, en persona y tiempo, la atención, el juicio, el acceso al lenguaje, la visopercepción, y una considerable reducción de la memoria. Estas consecuencias son evidentes en una etapa intermedia entre el envejecimiento normal y el patológico, especialmente vinculado el asociado a la demencia.
Si bien los trastornos neurodegenerativos y el deterioro cognitivo son enfermedades generalmente irreversibles e incapacitantes, la intervención con quienes lo padecen va enfocada a lograr alargar la autonomía y calidad de vida del paciente el mayor tiempo posible, con el apoyo de un equipo multidisciplinar de profesionales que ayude a la adaptación a esta nueva condición. Tal como hacemos en nuestros centros de atención temprana para personas mayores con dificultades para recordar.
Una de las intervenciones que ha demostrado ser más eficaz en el tratamiento a etapas tempranas de las enfermedades mencionadas es la estimulación cognitiva. Esta, es una técnica no farmacológica, que se basa en el concepto de la plasticidad cognitiva del sistema nervioso o “neuroplasticidad”, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y reajustarse a nuevas situaciones; capacidad que sigue conservando conforme se avanza en edad, aunque cada vez en menor medida, incluso padeciendo tales enfermedades. La premisa fundamental es que el efecto positivo de la actividad intelectual constituye un obstáculo para el deterioro cerebral.
El objetivo de la estimulación cognitiva es alcanzar el mejor estado posible de los procesos cognitivos afectados o mantener su funcionamiento óptimo. Las áreas de intervención que suelen reforzarse son la orientación, atención, memoria, funciones ejecutivas, lenguaje, cálculo, praxias y habilidades sociales.
Estas intervenciones constan de “entrenamientos” personalizados, según el estado y rendimiento cognitivo de la persona que lo requiere, a partir de objetivos que se trazan de la mano de un profesional y consensuados con la persona interesada, quien desarrollará material y herramientas que garanticen la estimulación de cada área a trabajar. La idea es que las actividades contengan valor ecológico, es decir, que puedan ser útiles en la vida diaria del paciente adulto mayor.
Una sesión de estimulación cognitiva suele durar alrededor de una hora, y en cada sesión se tienen dominios cognitivos específicos a estimular. Dependiendo de los objetivos planteados, se recomienda la frecuencia de sesiones, y la posibilidad de desarrollarse de manera individual o grupal; ambas son beneficiosas y cumplen sus objetivos específicos.
La terapia de estimulación cognitiva ha demostrado su capacidad, no solo para ralentizar y paliar el deterioro cognitivo y los déficits producidos por enfermedades neurodegenerativas, sino su efecto como factor protector y preventivo de padecer alguna de estas enfermedades, en tanto que aumenta el rendimiento cognitivo global de quienes lo implementan como parte de su rutina y día a día.
Si bien hay personas mayores que naturalmente se mantienen cognitiva y socialmente activas, es una realidad que la situación de la pandemia ha repercutido en una disminución de tales actividades. Por tal motivo, es especialmente recomendable buscar compensarlo de manera más intencional y dirigida, con ayuda de profesionales y centros de estimulación cognitiva que guíen el proceso para cualquier persona mayor que desee mantener su rendimiento cognitivo en óptimas condiciones el mayor tiempo posible. El cerebro es un músculo que debe ser ejercitado constantemente.