Las proyecciones de población en nuestro país para las próximas décadas tienden a que las personas de más de 65 años sigan aumentando, lo que implica que la estructura de edad de la población española envejecerá de forma acelerada e intensa, generando un mayor riesgo de soledad no deseada, tal y como refleja el ‘Informe 2018. Las personas mayores en España. Datos estadísticos estatales y por comunidades’, que acaba de presentar el Imserso.
El ‘Informe 2018. Las personas mayores en España. Datos estadísticos estatales y por comunidades’ incluye, como tema monográfico, la soledad de las personas mayores, «pues somos conscientes de que la soledad crónica no deseada afecta negativamente a la dignidad de los seres humanos, pudiendo conculcar derechos fundamentales de hombres y mujeres. En este ámbito, como en tantos otros, es esencial el reconocimiento del papel de las organizaciones que trabajan para mantener y fomentar actividades sociales, promover la socialización y favorecer que las personas en situación de soledad crónica puedan relacionarse con el entorno», señala Luis Alberto Barriga Martín, Director General del Imserso.
De hecho, la soledad no deseada es uno de los grandes retos a los que deben enfrentarse las políticas públicas, y en España es necesario diseñar un plan de acción nacional para la detección, prevención e intervención en soledades. Tal y como indica este Informe, este plan de acción debería basarse de los siguientes ejes:
Eje 1. Puesta en marcha de programas frente a la soledad no deseada
Muchas personas no piden ayuda porque no dicen a nadie que se sienten solos. Programas de sensibilización comunitaria que permitan hablar de la soledad y liberarla del estigma asociado ayudarían a la visibilización. Es necesario visibilizar la soledad para que las personas quieran hablar de ella y puedan animarse a pedir ayuda. Sensibilizar a la población promoviendo la formación de personas voluntarias para implicar al vecindario en la detección de situaciones de soledad de personas mayores y poder informar y alertar sobre las mismas.
Campañas en redes sociales, periódicos, radio y TV que no estigmaticen a las personas que se sienten solas. Poner en marcha proyectos de escucha, acogida y acompañamiento en lugares donde las personas pueden acudir para hablar de su soledad. Por otro lado, también el uso de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación puede prevenir la soledad y el aislamiento social. Cada vez más personas mayores son usuarios de móviles, redes sociales, internet y manejan con soltura y diariamente diferentes aplicaciones. Pero todavía hay algunas personas mayores que necesitan ayuda para aprender a manejarlas y desarrollar sus habilidades tecnológicas.
Eje 2. Adoptar una perspectiva de género, perspectiva del ciclo vital y realizar diseños longitudinales
Algunas investigaciones han destacado el modo diferencial de afrontar la soledad entre mujeres y hombres, pero la mayor parte de ellas ha señalado que en las mujeres concurren más factores de riesgo a lo largo de la vida y durante el envejecimiento. Adoptar una mirada de género permitirá abordar la soledad desde un marco más complejo. Muchas investigaciones se centran en analizar la soledad en las personas mayores pero es necesario estudiar la soledad en diferentes grupos de edad y en distintos contextos y desde una perspectiva de ciclo vital.
Es importante saber cómo las personas afrontan los diferentes momentos del ciclo vital y las transiciones y apoyar a aquellas que no saben cómo superarlos. Se necesitan más estudios con diseños longitudinales y evaluación de coste-eficacia de las intervenciones. Las investigaciones, las políticas y las prácticas deben ir unidas.
Eje 3. Realizar investigaciones con metodología cuantitativa y cualitativas que permitan ahondar en el conocimiento de las diferentes soledades, los factores de riesgo, sus causas y consecuencias y evaluación del impacto de los programas de intervención
La conceptualización de la soledad ha establecido diferentes modelos teóricos para entender la soledad que deben tenerse en cuenta para identificar las variables que intervienen, los factores de riesgo y de protección. Hay un creciente cuerpo de resultados de investigación cualitativa sobre la soledad a lo largo de la vida pero aún es necesario explorar con más detalle los diferentes tipos de soledad y sus relaciones para entender mejor quién se siente solo, cuándo, y en que contextos y circunstancias. Este conocimiento podrá desarrollar más programas basados en la evidencia y realizar intervenciones a medida.
Eje 4. Evaluar la soledad pero también evaluar el capital social, la participación y el bienestar
Las investigaciones futuras deberían centrarse en desarrollar y evaluar intervenciones que mejoren el bienestar subjetivo de las personas y reduzcan el riesgo de la soledad, con el fin de producir ganancias en longevidad y salud, especialmente en la población más mayor.
La soledad es un estado y eso significa que puede cambiar o ser cambiado. La soledad es reversible para las personas que experimentan soledad de tipo transitorio. La soledad vinculada a problemas de salud podría disminuir si se desarrollasen programas centrados en promocionar la salud y los estilos de vida saludables. Las personas que tienen amigos, relaciones cercanas y próximas y que proporcionan apoyo tienen menos soledad, mayor autoestima y menos problemas de salud. El bienestar subjetivo es el mejor predictor de felicidad y satisfacción con la vida. Los estudios sugieren que la magnitud de este problema social es grande y diversa, evidencian en cualquier caso que no es un asunto menor y que requiere de una estrategia específica.
Eje 5. Conectar personas, grupos, generaciones y participar en el barrio
Si está claro que la oportunidad de tener contactos sociales es clave, debemos pensar en nuevos modos y formatos y diferentes a los que ya existen para enganchar a las personas a participar. Las actividades organizadas por los centros de personas mayores, universidades de mayores y organizaciones no son capaces de atraer de modo suficiente a personas en situación de dependencia o frágiles, con movilidad reducida, que viven en entornos poco amigables para las personas mayores, que viven en el medio rural, con pequeñas o nulas redes sociales de apoyo, que pertenecen a minorías (distintas etnias, personas inmigrantes, LGTBIQ+), en situación de vulnerabilidad económica, cuidadores, con problemas de salud mental, con enfermedades crónicas, muy mayores, sin amigos (Ralston, 1991; Walker et al, 2004; Mullins y Mushel, 1992) que justamente son las personas que más se beneficiarían de estos recursos.
Eje 6. Diseñar programas de intervención dirigidos a poblaciones específicas y grupos de mayor riesgo
Frente a la soledad no hay una única solución. Lo mejor para hacer frente a la soledad es tener múltiples opciones y que la persona elija en cuál de ellas siente que tiene en lugar, se puede sentir útil y puede dar sentido a su vida.
Los programas deben adaptarse al contexto local en donde se implemente la intervención, y a las necesidades específicas de la población a la que va dirigida. Algunas de las revisiones de la literatura han identificado como una de las características que aumenta la eficacia de las intervenciones que éstas se diseñen específicamente para grupos concretos de participantes (mujeres muy mayores, personas viudas, cuidadores, etc.), dado que cada grupo concreto puede presentar unas necesidades determinadas, y por tanto las intervenciones deberían diseñarse en base a dichas necesidades (Cattan y White, 1998; Cattan et al., 2005). Los profesionales que trabajan con personas en situación de vulnerabilidad deberían estar formados para detectar la soledad e intervenir sobre ella.
Eje 7. Diseñar y apoyar la puesta en marcha de programas nacionales y locales
Los programas nacionales pueden servir de guía y modelo para otros programas municipales o locales. Un repositorio de buenas prácticas que incluya resultados de evaluación puede ayudar al conocimiento compartido. Las intervenciones que se diseñen pueden ser grupales, comunitarias, individuales y contar con los recursos ya existentes (voluntariado, organizaciones, Asociaciones de Vecinos, parroquias, pero también con los Servicios Sociales, empresas de servicios y comercios).
El ‘Informe 2018. Las personas mayores en España. Datos estadísticos estatales y por comunidades’ es el resultado del trabajo y colaboración de distintas Administraciones Públicas: Administración General del Estado, Comunidades Autónomas, Ciudades Autónomas y Diputaciones Forales Vascas, que aportan la información relacionada con sus competencias en las políticas relativas a las personas mayores y al envejecimiento activo. Tambien cuenta con la colaboración de personas expertas y entidades implicadas en el ámbito académico e investigador de la gerontología. Todo ello coordinado y recopilado por el Área de Envejecimiento Activo y la Unidad de Información de Mayores y Servicios Sociales del Imserso.
El Informe 2018 está estructurado en seis capítulos:
- indicadores demográficos
- indicadores socio-económicos (protección social, situación económica y relación con el mercado de trabajo)
- formas de convivencia, estilos de vida, relaciones personales
- la participación social de las personas mayores en la sociedad de la información
- servicios sociales para personas mayores en España
- soledad no deseada de las personas mayores
Las personas interesadas pueden consultar y descargar aquí el ‘Informe 2018. Las personas mayores en España. Datos estadísticos estatales y por comunidades’.