El 22% de pacientes mayores de 80 años registra un consumo activo de alcohol en el momento de la hospitalización, el 11,5% un consumo problemático y el 3,5% dependencia, tal y como revelan los datos preliminares de un nuevo registro impulsado médicos internistas y cuyos resultados fueron avanzados en la VI Reunión del Grupo de Trabajo de Alcohol y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Esta Reunión fue inaugurada por la vicepresidenta primera de SEMI, la Dra. Juana Carretero, y por el Dr. Miguel Marcos Martín, coordinador del Grupo de Trabajo de Alcohol y Alcoholismo de la SEMI. El Dr. Marcos hizo mención a la “labor transversal y multidisciplinar del médico internista en el abordaje del alcoholismo y en el campo de las patologías relacionadas con el alcohol” y también al “repunte durante la pandemia del consumo de tóxicos y de patología psiquiátrica”. Por su parte, la Dra. Carretero incidió en el “gran y serio problema que supone el alcohol”, haciendo mención al alcoholismo en el anciano y a la importancia de la prevención del alcoholismo.
En el marco de esta reunión, entre los múltiples temas abordados, se presentaron los principales hallazgos preliminares, hasta el momento, del Registro de Consumo de Alcohol en Pacientes Ancianos Ingresados, que recoge y analiza datos sobre alcoholismo en pacientes ingresados en hospitales españoles y mayores de 80 años, una población que normalmente queda relegada en las investigaciones sobre hábitos tóxicos.
El objetivo de este registro impulsado por internistas de SEMI es realizar, precisamente, una evaluación integral de la posible influencia del consumo de alcohol sobre complicaciones previas, alteraciones neurológicas, grado de dependencia funcional/deterioro cognitivo/fragilidad y complicaciones durante el ingreso hospitalario por cualquier causa de estos pacientes. Se espera presentar los datos definitivos del estudio, que se elaborará en base a la información obtenida con dicho registro, el próximo año.
No obstante, los primeros datos preliminares ya aproximan claves y tendencias de relevancia y muestran que se ha detectado un consumo activo de alcohol en el 22% de pacientes analizados, que el 11,5% cumple criterios de consumo problemático y que el 3,5% presenta dependencia. También se ha constatado que solamente en el 25% de las historias clínicas analizadas (1 de cada 4) se recogen los parámetros relativos al consumo de alcohol. Dicho registro se ha impulsado de forma colaborativa entre los Grupos de Alcohol y Alcoholismo y Paciente Pluripatológico y Edad Avanzada de SEMI.
El alcohol es el factor de riesgo más relevante para desarrollar demencia por debajo de los 60 años
Durante su intervención en la VI Reunión del Grupo de Trabajo de Alcohol y Alcoholismo de la SEMI, la Dra. Dolores García de Lucas abordó el binomio “Alcohol y diabetes”. Indicó que el alcoholismo en personas diabéticas “condiciona la adherencia a la terapia y la dieta, los controles de glucemia y el uso de insulina (aunque la tengan prescrita), así como la regularidad del ejercicio”. Según aseveró la Dra. García de Lucas, “el consumo excesivo de alcohol en pacientes de edad avanzada con DM2 aumenta las complicaciones micro y macrovasculares y se relaciona con el desarrollo de hipertensión, fibrilación auricular y favorece la hipoglucemia, la fragilidad y la sarcopenia”.
Por su parte, la Dra. Belén Alonso Ortiz hizo hincapié la relación entre “Alcohol, fragilidad y paciente pluripatológico”, que «asociadas de un modo u otro al alcohol se pueden estimar unas 3 millones de muertes al año evitables y que el alcoholismo se relaciona con más de 200 enfermedades”. Por su parte, el Dr. Ignacio Novo Veleiro, secretario del Grupo de Trabajo de Alcohol de SEMI, recalcó que, según la Encuesta Europea de Salud 2020, el 49% de la población de entre 75 y 84 años reconoce haber consumido alcohol en los últimos 12 meses, algo que afirma también el 30% de personas de 85 o más años.
Entre los principales riesgos del consumo de alcohol en pacientes mayores destacó “aumento del riesgo de caídas, interacciones con fármacos, declive acelerado de la calidad de vida, mayor riesgo de eventos cardiovasculares, aumento del riesgo de sangrado (sobre todo en anticoagulación) y más riesgo de arritmias cardíacas”. Además, haciendo revisión de la literatura científica, advirtió, “por debajo de los 60 años, el factor de riesgo más relevante y desencadenante del desarrollo de demencia es el alcohol”.
El Dr. Manuel Franco realizó una disertación sobre el alcohol desde una perspectiva de salud pública y salud urbana e hizo mención a que “la promoción de bebidas alcohólicas está presente de forma muy habitual en nuestras ciudades”, dando ejemplos de ello y de las formas en que se publicita, y profundizando en la “la epidemiología del consumo de alcohol a partir de su accesibilidad, publicidad y disponibilidad”.
Por su parte, la Dra. Ana Teresa Marqués disertó sobre “Situación, recursos actuales y áreas de mejora” y la Dra. Lucía Barrera hizo una revisión del “Consumo de sustancias durante la pandemia COVID-19” entre la población general. Recordó que “adicción y COVID-19 pueden ir de la mano y que, en pandemia, diferentes estudios hablan de un aumento de los síntomas de abstinencia y también de las conductas adictivas, así como de la merma del bienestar mental durante el confinamiento, por la disrupción de la cotidianeidad y el aislamiento”.
Por su parte, la Dra. Sonia Peña habló sobre “La tesis y la labor de investigación durante la residencia”, especialmente sobre lo relativo a las dificultad de compaginar asistencia, docencia e investigación durante la residencia.
La pandemia acentuó el consumo de tóxicos y psicofármacos entre los internistas
Durante la Reunión online, asimismo, se han evaluado y analizado datos sobre el consumo de alcohol durante la pandemia, tanto entre la población general, como en el colectivo de médicos internistas. Precisamente, este estudio elaborado para conocer los hábitos tóxicos de los internistas españoles durante la pandemia por SARS-CoV-2 y con participación de 1.015 profesionales, muestra que el 8,8% refirió ser fumador. De ellos, un 71,9% incrementó su hábito tabáquico o comenzó a fumar.
Por otro lado, además, el 57,4% de los internistas encuestados reconoció consumir alcohol, con una mediana de 3 unidades de bebida estándar (UBE; cada UBE equivale a 10 gr. de alcohol) semanales; de estos, un 35,8% se inició en el consumo de alcohol o lo aumentó en la pandemia. Asimismo, hasta el 1,5% afirmó haber consumido sustancias de uso recreativo. Por otra parte, 188 (18,6%) afirmó haber precisado fármacos para combatir el insomnio y 58 (5,7%) tomó antidepresivos. De ello, se concluye que la pandemia por SARS-CoV-2 acentuó el consumo de tóxicos y psicofármacos en el colectivo de internistas españoles.
Durante la reunión virtual también se presentaron los datos de una encuesta entre internistas sobre el conocimiento de sustancias tóxicas, con 194 respuestas (el 77,5% médicos adjuntos). El 76,8% de los participantes considera sus conocimientos sobre ello regulares o malos, aunque el 84,9% reconoce preguntar por tóxicos a sus pacientes. Este porcentaje baja al 68,4% si el paciente es mayor de 85 años. El 83% sabe identificar un consumo de riesgo de alcohol aunque el 75% indica que no usa ningún tipo de cuestionario en su práctica clínica habitual para evaluar alcoholismo y el 65% no suelen preguntar por otros tóxicos que no sean alcohol y tabaco si no tiene una sospecha clínica de consumo.
El consumo de alcohol se asocia con múltiples problemas para la salud a corto y largo plazo, incluyendo fundamentalmente deterioro cognitivo (demencia), neuropatía, alteraciones digestivas, daño en el hígado, en el páncreas, arritmias cardíacas o riesgo de cáncer etc. Dejar de beber alcohol no solo produce una mayor sensación de salud y bienestar sino que previene el desarrollo de las enfermedades mencionadas: cáncer, demencia, cirrosis hepática, pancreatitis o arritmias cardiacas como la fibrilación auricular, etc. Los efectos negativos del alcohol pueden ser muy diferentes según el patrón de consumo y la susceptibilidad de cada persona al daño.