Un artículo de Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO
Hacernos mayores es una parte de la vida que hay que no solo aceptar sino disfrutar y la sociedad cada vez nos da más herramientas para que este periodo sea lo más cómodo posible. Para ello, contamos con un gran aliado en la tecnología. Desde el principio de los tiempos hemos usado artilugios para hacernos la vida más fácil. Un ejemplo de ello es el uso del bastón, un complemento sencillo pero que lleva usándose miles de años para mejorar la movilidad de quien ya no se mueve como antes.
Herramientas como los andadores o los elevadores instalados en casas consiguen reducir la brecha de la movilidad de muchas personas. Sin embargo, aún quedan obstáculos por superar. Automatizar procesos de la vida cotidiana cambiaría por completo la calidad de vida de nuestros mayores.
En este sentido, la tecnología es lo que nos permite avanzar en la mejora de las condiciones de las personas. Alguien totalmente dependiente, sin capacidad de movilidad y que se vea obligada a quedarse en casa, puede llegar a vivir de forma casi autónoma con instrumentos sencillos, sin necesidad de tecnologías desarrolladas, simplemente con un equilibrio híbrido entre las viejas y las nuevas herramientas.
Una casa inteligente
Puertas que se abren solas, eliminación de obstáculos para evitar caídas, un sistema automático para llamar a emergencias en caso de que se produzca un accidente… en un espacio seguro como debe ser la vivienda, la tecnología está evolucionando de forma espectacular hacia un entorno de reducción de la dependencia.
La crisis del coronavirus ha cambiado para siempre el concepto de asistencia que tenemos hacia nuestros mayores. Desgraciadamente, las residencias han sido el principal foco de contagios y fallecimientos durante la pandemia, lo que nos ha hecho reflexionar sobre los cuidados y cómo tratar los espacios en los que viven las personas mayores.
En este sentido, la domótica no solo ayuda a la movilidad diaria y a mejorar la calidad de vida, sino que puede ser un gran instrumento para la monitorización del paciente. Caminamos hacia un modelo donde la asistencia hospitalaria va a cambiar para siempre. Si ya la telemedicina se está asentando en los sistemas hospitalarios, el siguiente paso va a ser la monitorización y el control de los pacientes fuera del hospital, en su propia casa.
Tanto los problemas derivados de enfermedades crónicas como los que son consecuencia del propio envejecimiento podrán tratarse en gran medida sin acudir al centro hospitalario. De este modo, el sistema se podrá adaptar de forma más personalizada al paciente, reduciendo costes en el camino.
Esta revolución hospitalaria se asentará en dos pilares: el primero, las casas inteligentes, espacios tecnológicos que puedan reducir la dependencia y se adapten a las necesidades de los mayores. El segundo, los datos.
La revolución de los datos
El sector sanitario tiene uno de sus focos en la digitalización como base para mejorar la calidad de las gestiones y la atención recibida por los ciudadanos. Las tecnologías digitales permiten una mayor capacidad de análisis y cruces de información, de manera que servicios como la monitorización remota en tiempo real o la telemedicina, aumenten su calidad y ganen más protagonismo.
También, la gran cantidad de información que se puede acumular y analizar, el big data, fomenta la mejora de la eficiencia de los procesos clínicos y la investigación, debido al aumento de información que se puede comparar para establecer diagnósticos y determinar tratamientos adecuados a cada paciente.
Sin embargo, aunque veamos avances en este ámbito, es un proceso que no está establecido del todo. Contamos con limitaciones como la desigualdad digital y la poca accesibilidad a infraestructuras digitales por parte de la población, que hace con que este proceso tenga una implementación más lenta, por lo que es imprescindible que el sector sanitario trabaje por dotar de las herramientas necesarias para captar, analizar y usar datos de una manera más rápida y eficaz.
La digitalización, por lo tanto, es una herramienta con gran potencial para el sector sanitario gracias a las diferentes posibilidades que nos ofrece. De esta manera, en un futuro seremos capaces de mejorar la gestión del sistema sanitario y ofrecer un servicio más preciso y eficiente, tanto a los mayores como al resto de la sociedad.