El momento actual es una gran oportunidad para encontrar nuevos equilibrios basados en la colaboración intergeneracional como base para avanzar hacia una nueva era de bienestar futuro, tal y como expresaron los expertos participantes en la decimonovena sesión del Foro de Debate Ciudades que Cuidan, impulsado por Fundación Mémora.
Estos expertos apuestan por reconocer las aportaciones y las riquezas de cada generación, teniendo en cuenta que sigue siendo necesaria la aportación de toda la población, sea cual sea su generación, para disponer de recursos necesarios que aseguren una vida digna para todos. Esta colaboración intergeneracional es cada vez más relevante en un contexto en el que el envejecimiento de la población está transformando las relaciones entre generaciones, y está teniendo efectos en la economía y la sociedad.
Presentado y moderado por Joan Berenguer, director de la Fundación Mémora, este Foro de Debate Ciudades que Cuidan contó con la participación de Oriol Homs, docente e investigador experto en formación y mercado de trabajo; Jeroen Spijker, investigador «Ramón y Cajal» del Centre d’Estudis Demogràfics, y Maria Pia Barenys, profesora Emérita del Departamento de Sociología de la UAB y especialista en Gerontología.
Alianza entre las distintas generaciones para «construir la nueva sociedad»
Durante su intervención, Oriol Homs recalcó que el envejecimiento está cambiando muchos elementos de la sociedad, como el trabajo y los patrones de consumo de la población, y apostó por una «nueva alianza» entre las distintas generaciones para que lleven a cabo un trabajo conjunto para «construir la nueva sociedad», una vez superada la sociedad industrial. A su juicio, «este pacto se basa en la combinación entre el conocimiento y la innovación que aportan las nuevas generaciones y la experiencia de las generaciones de más edad. Combinar experiencia e innovación nos dará la sabiduría para construir los pilares del nuevo Estado de Bienestar, que depende de lo que seamos capaces de hacer en la próxima década».
Por otra parte, Homs rechaza el edadismo, «herencia de la concepción de la era pasada de que quien no produce no es útil», y considera necesario definir la contribución de todos a la sociedad, «cada uno con sus capacidades». Para el experto, definir los derechos y deberes que debe asumir cada generación puede ser clave para «encauzar» las tensiones que genera el edadismo.
Reducir la responsabilidad de la familia en el cuidado de los mayores
En un contexto demográfico de aumento del envejecimiento, Jeroen Spijker, hizo hincapié en la importancia de asegurar la disponibilidad de cuidadores, que en los próximos años puede reducirse, señalando que «la precariedad de los cuidadores informales es un hecho y necesitan un salario digno, porque en las próximas décadas las necesidades de cuidadores aumentarán». En este sentido, el investigador «Ramón y Cajal» del Centre d’Estudis Demogràfics apunta que será necesario reducir la responsabilidad de las familias en el cuidado de sus mayores. «Estamos viviendo en una sociedad en la que hacen falta dos ingresos para que una familia pueda mantener un hogar, por lo que el Estado debe tomar mayor parte de la responsabilidad en el cuidado», advierte.
Sin embargo, Spijker remarcó que «el envejecimiento es uno de los mayores éxitos del siglo pasado». «Actualmente en Cataluña y el resto de España, la mayoría de personas llega a la edad de jubilación con buena salud. Un recién retirado vive ahora el doble que hace 100 años», afirma.
Hacer nuevas amistades en la vejez es signo de salud mental
En referencia a la soledad no deseada aparejada al envejecimiento, la profesora Emérita de la UAB y especialista en Gerontología, Maria Pia Barenys, advirtió que se ha puesto demasiada atención en los «lazos de sangre» y la familia, pero que no se ha tenido lo suficientemente en cuenta a la amistad. «Hacer nuevas amistades en la vejez es signo de salud mental. Es admitir a otras personas en nuestra vida que no son las que nos unen por lazos de sangre, y nos abren nuevos horizontes y nuevos retos», indica esta experta, que defiende que hay que fomentar la solidaridad entre personas próximas fuera del núcleo familiar, en entornos como la escalera de vecinos.
«En los países nórdicos tienen en cuenta lo que llaman solidaridad vertical. Podemos ser solidarios unos con otros», y para avanzar hacia una sociedad que cuida, la atención hacia los mayores también tiene que estar presente en el diseño de las ciudades. «Una ciudad que cuida es una ciudad que se pueda recorrer, que se pueda abarcar, se pueda pasear e ir a pie a muchos sitios, pero también que los transportes estén bien preparados para atender a las personas mayores», concluye Maria Pia Barenys.
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