Un artículo de Javier Martínez,
Director de Relaciones Institucionales, Precio y Acceso al Mercado en Grünenthal Pharma
La pandemia provocada por el Covid-19 y la saturación del Sistema Nacional de Salud, obligó a agilizar algunas medidas político-sanitarias que, si bien estaban sobre la mesa y en la agenda política, no habían sido diseñadas todavía para su instauración y menos en un tiempo récord. De ellas, una gran mayoría se centró en la mejora de la calidad asistencial en los centros sociosanitarios ante la evidencia de que el virus se cebaba con las personas mayores y se expandía por residencias que luchaban sin apenas recursos.
En un contexto marcado por una pandemia mundial, la medicalización de estos centros se impuso como una prioridad ante la imposibilidad de trasladar a los pacientes a los hospitales, pero es ahora cuando se valora como una alternativa real para lograr la calidad asistencial pretendida y, sobre todo, una sanidad más humana.
En ese sentido, muchas de las medidas impuestas en este tiempo parecen haber llegado para quedarse gracias a las ventajas que presentan en el contexto postcovid y entre ellas se encuentra la medicalización de los centros sociosanitarios.
Para ello, lo que urge es una legislación que permita ponerlo en marcha con la mayor seguridad para residentes y pacientes. Con tal fin algunas comunidades autónomas han empezado a integrar en sus agendas el debate sobre esta cuestión. Sin embargo, el proceso todavía es lento y, ante la urgencia de otros temas que monopolizan el debate político, corre el riesgo de bloquearse.
Una alternativa ante el abarrotamiento del sistema sanitario
El mejor modo de evitarlo es a través de una reflexión profunda sobre los beneficios de la medicalización y la dotación de personal sanitario en las residencias de mayores y otros centros sociosanitarios. Entre ellos, el más evidente es la descongestión de los centros sanitarios, pero existen otras muchas ventajas que repercuten directamente en el bienestar de los pacientes crónicos, sobre todo, aquellos que soportan dolor crónico y están polimedicados.
Para los pacientes con dolor se abre un abanico de posibilidades encaminadas a lograr una asistencia más humana, que tenga en cuenta su entorno, uno de los aspectos clave que aparecen en dos de los puntos del decálogo del informe “Dimensiones en la humanización de la atención a la persona con dolor crónico” de la Fundación Humans, elaborado con el apoyo de Grünenthal:
- PROMOVER LA IMPLICACIÓN DEL ENTORNO DE LA PERSONA: Fomentar que el entorno del paciente sea partícipe de su proceso de salud. Impulsar la integración del entorno de la persona en el abordaje del dolor para facilitar su comprensión y transmitir al paciente el sentimiento de estar acompañado.
- CUIDAR A LAS PERSONAS CUIDADORAS: Atender y facultar a la familia y a los cuidadores, así como valorar el riesgo de cansancio asociado a la asistencia a la persona con dolor. Impulsar estrategias de apoyo y herramientas para capacitar a las personas cuidadoras y a las personas del entorno del paciente, considerando su situación y necesidades psicosociales.
Para Grünenthal, la implementación de medidas que favorezcan la humanización de la sanidad permitirá ofrecer una atención holística que, combinada con formación dirigida a la persona con dolor crónico y a su entorno, se traducirá en un mayor autocuidado y en el empoderamiento del paciente. Este entorno puede entenderse como no solo los ámbitos familiares de Atención Primaria y Especializada, sino que también debe incluir a residencias de mayores y otros centros sociosanitarios