Juan Dios,
secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos (CGCOP)
El Alzheimer es una enfermedad crónica neurodegenerativa progresiva, es decir, el paso del tiempo provoca la degeneración o muerte de las neuronas. Esto influye de forma negativa en los movimientos y en el funcionamiento mental.
Este trastorno se caracteriza por una marcada presencia de cambios fisiológicos en el cuerpo humano, y por el comienzo o agravación de afecciones ya subyacentes como la fragilidad física. Los principales síntomas de esta afección son la pérdida de memoria a corto plazo, la fragilidad física, la pérdida del equilibrio, movilidad y coordinación de las extremidades, así como la perturbación del sueño.
Estado actual de las investigaciones
Durante los últimos años, los investigadores de la Medicina y la Podología han pensando en la posibilidad de que el Alzheimer tenga un particular efecto dañino en la salud de los pies. Prueba de ello es que, entre otras investigaciones, se ha realizado recientemente un estudio que tuvo por objeto estudiar las particularidades clínicas de la salud de los pies en pacientes con enfermedad de Alzheimer.
Una de las razones de este análisis es que la disminución de la sensibilidad y la ausencia de controles periódicos por parte de personas mayores provoca un uso incorrecto del calzado. Individuos desde los 65 hasta los 95 años fueron el centro de estudio por la posible presencia de lesiones podológicas, así como por los zapatos que utilizan de forma cotidiana. De este modo, se contribuye a poder evitar o paliar efectos básicos del Alzheimer como las alteraciones posturales, caídas u otras enfermedades podológicas.
Ante cualquier duda o problema relacionado con los pies o su movilidad, el profesional de la Podología, una vez que evalúe el caso, puede proporcionar unas pautas de cuidados y tratamientos adecuados.
Datos de estudio
La importancia de conocer qué tipo de relación puede guardar el Alzheimer con los problemas de los pies de personas con el mal de Alzheimer es poder prevenir y tratar las adversidades que afectan a sus capacidades motoras y móviles, y el progresivo empeoramiento de posibles lesiones presentes.
Según el estudio realizado por Daniel López López, profesor del Grado de Podología de la Universidad de La Coruña, en un centro terapéutico para pacientes con enfermedad de Alzheimer, el 89% de usuarios y usuarias con Alzheimer estudiados sufrían problemas en los pies. Solo el 30% del total utilizaba un calzado de acuerdo a la forma de sus pies.
Lo cierto es que, pese a que no está científicamente probado que las personas con Alzheimer padecen mayores problemas podológicos, se cree que sí influye en sus capacidades cognitiva, social, y también funcional.
El control periódico de la salud de los pies es más importante en este tipo de personas, ya que el desorden de sus capacidades intelectuales puede hacerles sentirse indiferentes ante cualquier dolor o molestia leve. Además, la disminución de estas capacidades cognitivas, sumada a la de las capacidades motoras, dificulta el autocuidado de los pies. Por eso, es fundamental que un familiar o persona cuidadora vigile periódicamente el estado de los pies, y en caso de detectar una alteración, que le pida cita y le acompañe al profesional de la Podología.
Tipos de trastornos más comunes
Pese a que padecer Alzheimer no implica directamente sufrir alguna dolencia en los pies, se ha comprobado que, según el estudio citado, el 89% sufría problemas podológicos. De hecho, el 79,4% de los pacientes padecían juanetes; un 52% trastornos en las uñas o queratóticos (tumores subungueales); un 47,9% hallux limitus y un 19,2% hallux rigidus (deformidades en el dedo gordo); y un 12,3% deformidades digitales como dedos en martillo o en garra.
A su vez, el uso de calzado de diferente tamaño para el pie izquierdo y el pie derecho revela una cifra bastante elevada, ya que el 69,86% de los pacientes analizados calzan diferentes tallas de pie, sea consciente o inconscientemente. A pesar de que el 30,14% utiliza zapatos adecuados a las necesidades del pie, su calzado no cumple con las medidas de ancho requeridas para su perfecto descanso y desarrollo.
El avance de la enfermedad de Alzheimer viene acompañado del deterioro de la sensación de equilibrio, del riesgo asociado de caída, y provoca la disminución de la autonomía de estos pacientes. Por ello, los podólogos incidimos en la relevancia de controlar periódicamente la salud de los pies de las personas mayores y, sobre todo, de mayores con Alzheimer. Esta vigilancia y la higiene de los pies favorecen la detección de alguna posible lesión podológica.
La exploración física de los pies de pacientes con Alzheimer debe incluir también un análisis del calzado que utilizan para determinar cuál deberían utilizar. Desde este punto de vista, es destacable el papel que tienen los programas de formación para familiares de estos pacientes. Esto es de gran relevancia, ya que la información sobre la materia es escasa y, como en cualquier rama de la ciencia, no existe un conocimiento pleno.
Recomendaciones
A la hora de tratar con este trastorno, lo esencial es adaptarse a la evolución de la enfermedad. Por ejemplo, si observamos que comienza a perderse movilidad, las personas cercanas al paciente deben animarle a realizar ejercicios que favorezcan sus capacidades. El hecho de que esta población sea más vulnerable ante problemas podológicos explica la importancia de acudir al profesional de la Podología con regularidad, al menos cada dos meses o con la frecuencia que se recomiende en la primera consulta.
En cuanto al calzado, de forma general, lo más aconsejable son zapatos poco pesados, con cordones, horma ancha, flexibilidad en la zona de los dedos y suela que amortigüe. Así se confiere a la persona una mayor estabilidad, un menor gasto de energía y se logra que gane en bienestar y calidad de vida.
Para estimular la regeneración de los pies y tonificar los músculos y su movimiento, es recomendable también la aplicación diaria de una crema podológica. Asimismo, se debe estudiar la posibilidad de prescribir plantillas personalizadas podológicas, que pueden ser útiles para mejorar la forma de pisar y reducir el riesgo de caída y de sufrir algunas patologías en el pie.
La higiene diaria, obviamente, también es algo a lo que hay que prestar especial atención, sobre todo entre los dedos, con el fin de evitar el cúmulo de bacterias u hongos que puedan desembocar en infecciones graves.
Caminar descalzo no es recomendable ya que favorece el riesgo de padecer artrosis, artritis e, incluso, infecciones en los pies. Y siempre, ante cualquier duda, se debe consultar con el podólogo.
BIBLIOGRAFÍA
Particularidades de los pies de las personas con Alzheimer. Daniel López López (et al.). Publicado en: International Journal of Environmental Research and Public Health (2018).