La diabetes mellitus tipo 2 es una enfermedad asintomática durante las fases iniciales hasta estadíos muy avanzados. La única forma posible de detectarla de manera precoz es mediante la determinación de la glucosa, la hemoglobina glicosilada (HbA1C) o la resistencia insulínica en una analítica (índice HOMA), tal y como indican desde la plataforma online de análisis de sangre Melio.es.
La diabetes es una enfermedad metabólica caracterizada por unos niveles altos de glucosa en sangre (hiperglucemia) que afecta a nivel mundial a millones de personas y cuya prevalencia está aumentando en los últimos años. Existen distintos tipos de diabetes, entre los que la diabetes tipo 2 es la más prevalente y representa 85-90% de los casos. Cuando la enfermedad está establecida, pueden aparecer síntomas ante los que se debe estar en estado de alerta.
Afortunadamente, la diabetes tipo 2, si se detecta a tiempo en sus estadios iniciales (resistencia a la insulina y prediabetes) es reversible en muchos casos sin necesidad de medicación si se realizan los cambios necesarios en la dieta y en el estilo de vida. Cuando está establecida, estas mismas modificaciones permiten regular mejor los niveles de glucosa evitando la mayoría de las complicaciones debidas a la diabetes no controlada.
El equipo científico de Melio.es destaca estos seis síntomas poco conocidos de la diabetes que pueden ponerte en alerta y permitirte detectar precozmente la enfermedad:
– Prurito o picor
La presencia de niveles de azúcar en sangre por encima de los valores recomendados puede provocar irritación y picor de la piel, lo que también es conocido como prurito. Entre los posibles motivos por los que ocurre, se encuentran la infección por bacterias u hongos, piel seca o mala circulación, lo que reduce la capacidad del organismo para combatir las infecciones.
En casos más graves de diabetes mal controlada y de larga evolución, puede aparecer picor en las manos, brazos, piernas y pies por afectación de los pequeños nervios terminales que llegan a estas zonas (neuropatía periférica).
– Repetidas infecciones bacterianas y micóticas
Los pacientes diabéticos suelen presentar alteraciones inmunológicas que les hacen más vulnerables a las infecciones por bacterias y hongos. Entre las zonas más afectadas destacan el tracto urinario, las áreas genitales (especialmente en las mujeres, ocasionado lo que se conoce como vulvitis y vulvovaginitis diabética), la piel o la cavidad oral.
Las infecciones bacterianas cutáneas pueden producir orzuelos (infecciones de las glándulas del párpado); forúnculos (protuberancias llenas de pus debajo de la piel); foliculitis (infección de los folículos del pelo) e infecciones alrededor de las uñas.
Por otra parte, la infección micótica (originada por hongos) más común en los pacientes diabéticos es la producida por especies de Candida (la infección por Candida también puede darse en hombres, donde la zona más afectada es la ubicada debajo del prepucio). Esto es especialmente frecuente en mujeres diabéticas mal controladas que presentan altos niveles de azúcar en sangre (hiperglucemia), en las secreciones vaginales y en la orina (glucosuria). Como consecuencia, es común que aparezcan erupciones rodeadas de pequeñas ampollas y escamas, que causan picazón en áreas húmedas y rojizas. Las áreas problemáticas y más afectadas son debajo de los senos, alrededor de las uñas, entre los dedos, en las comisuras de la boca y en la zona genital.
– Afecciones del cuero cabelludo
La dermatitis o caspa seborreica es una enfermedad común de la piel que afecta a zonas ricas en glándulas sebáceas como son el cuero cabelludo, la cara y el tórax. Se presenta en forma de escamas de piel de color blanco o amarillo (caspa) y con aspecto untuoso.
Se han identificado varios factores causales para el desarrollo de esta afección, destacando la infección por un hongo llamado Pityrosporum ovale. Este hongo forma parte de la microbiota del cuero cabelludo, pero puede crecer de forma excesiva generando una infección cuando se produce una bajada de las defensas, como suele ocurrir en el caso pacientes diabéticos con alteraciones en el sistema inmune, o tras una seborrea grave que altera el microecosistema de la zona capilar.
– Ronquidos nocturnos
Existen estudios que relacionan los ronquidos con la presencia de valores de glucosa alterados. Más que un síntoma, se cree que la relación puede ser inversa: los ronquidos aumentan el riesgo de padecer diabetes.
La razón se encuentra en que los ronquidos son producidos por la relajación de la musculatura de la vía aérea durante el sueño que impide el paso del aire de la boca a los pulmones disminuyendo la concentración de oxígeno en la sangre (apnea obstructiva del sueño).
Esta disminución de los niveles de oxígeno puede alterar el metabolismo de la glucosa e induce la liberación de unas moléculas llamadas citoquinas proinflamatorias que parecen correlacionarse con la resistencia a la insulina y dónde niveles muy elevados conllevan un mayor riesgo para padecer diabetes.
– Afecciones de la piel
La acantosis nigricans es una afección de la piel que está presente en hasta un 74% de los pacientes adultos obesos y está asociada a la hiperinsulinemia (la resistencia a la insulina induce la producción elevada de esta hormona como mecanismo de compensación).
De aspecto aterciopelado, se presenta en forma de manchas de apariencia bronceada o marrón en los lados del cuello, las axilas y la ingle. A veces también salen en las manos, codos y rodillas.
Además, existen otras múltiples afecciones cutáneas relacionadas con la diabetes no controlada como son el xantoma eruptivo (brotes de pápulas amarillos en nalgas, codos y rodillas) o la rubeosis facial, caracterizada por un enrojecimiento facial que aparece en un 3-5% de los pacientes con diabetes. Estas afecciones cutáneas, sin embargo, suelen desaparecer cuando se restablece el control de la diabetes.
– Problemas de visión
La retinopatía diabética es una complicación de la diabetes y una de las causas principales de la ceguera. Ocurre cuando la diabetes daña los pequeños vasos sanguíneos de la retina, que es el tejido sensible a la luz situado en la parte posterior del ojo. La diabetes provoca que se vayan obstruyendo pequeños vasos sanguíneos, lo que hace que se bloqueen y se creen otros vasos nuevos que tienen unas paredes muy frágiles y que pueden romperse en etapas avanzadas de la enfermedad.
Esta afección aparece en pacientes con diabetes de larga duración o mal controlada. Los estadíos iniciales de la retinopatía pueden ser asintomáticos, pero según avanza la enfermedad puede ocasionar una pérdida severa de visión e incluso la ceguera.