Un artículo de Glenda Anahí Rodríguez Palafox, Licenciada en Fisioterapia
y estudiante de último semestre de la Maestría en Gerontología en la Universidad de Guadalajara
En el año 2020 presenciamos un acontecimiento histórico a nivel global el cual cambiaría la vida de la población del mundo entero puesto que en enero de este mismo año la Organización Mundial de la Salud declaró una emergencia de salud pública a nivel internacional por la propagación de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19).
Desde ese momento se recomendó a la población en general que permaneciera en casa en aislamiento social para evitar la propagación del virus, teniendo como prioridad a los adultos mayores ya que se refirió que eran la población más vulnerable y con mayor riesgo ante la pandemia (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2020).
Es precisamente la situación de aislamiento social o cuarentena lo que ha provocado modificaciones en la rutina y en las actividades de la vida diaria de las personas, entre estos cambios está la disminución de la actividad física y el sedentarismo a los cuales les debemos de prestar atención y tomar acciones en específico para combatirlos ya que, como lo mencionan Klenk et al. (2015) una disminución en la actividad física puede aumentar y exacerbar el riesgo de discapacidad y es uno de los factores de riesgo que provoca caídas.
Las caídas son consideradas una gran problemática en el ámbito de la salud pública ya que son la segunda causa de muerte por accidentes a nivel mundial, afectando en mayor proporción a las personas mayores de 65 años, quienes tienden a sufrir más caídas mortales según los datos de la Organización Mundial de la Salud (2018), la cual también sostiene que un 20 a un 30% de las personas mayores que se caen sufren lesiones moderadas o graves y cada año se producen 37,3 millones de caídas cuya gravedad requiere atención médica en urgencias.
De La Cámara, Jiménez-Fuente y Pardos (2020) plantean la posibilidad de un aumento del número de caídas en adultos mayores como consecuencia de la disminución de la actividad física durante la pandemia de Covid-19, provocando a su vez un aumento de muertes y discapacidades de la población, sugiriendo así que esta situación puede reducirse e incluso evitarse mediante el ejercicio físico.
La Organización Mundial de la Salud (2018) refiere que las afectaciones en la marcha y el equilibrio en los adultos mayores ocupan el segundo lugar dentro de los factores de riesgo que pueden provocar caídas, colocándose debajo solamente de los accidentes.
Tomando en cuenta el equilibrio y las alteraciones de la marcha como los principales factores de riesgo intrínsecos que provocan una caída en el adulto mayor, los fisioterapeutas debemos considerar la implementación de intervenciones en los que se trabaje de manera específica estos elementos para contribuir a la prevención de caídas, fomentando así el envejecimiento activo y saludable en la población de adultos mayores en nuestros países.
Desde el inicio de la pandemia los fisioterapeutas estuvimos ideando y analizando las maneras adecuadas y correctas para seguir tratando a nuestros pacientes con todas las medidas de seguridad e higiene para evitar la propagación y contagio del Coronavirus. Una de las estrategias ha sido utilizar las telecomunicaciones para atender a nuestros pacientes, abriéndole camino a la telerrehabilitación como una opción para hacerlo.
La telerrehabilitación se refiere a proveer servicios de rehabilitación a distancia mediante telecomunicaciones y abarca servicios de áreas de la salud como fisioterapia, terapia de lenguaje, ocupacional y cubre por completo actividades de rehabilitación, evaluación, diagnóstico e intervención terapéutica. La telerrehabilitación surge por la necesidad de proporcionar acceso equitativo a los servicios de rehabilitación para las personas que se encuentran lejos de clínicas, aislados, con inconvenientes de transporte o con alguna dificultad de acudir a alguna clínica especializada (Russell, 2007).
Es importante que en el ámbito de la fisioterapia se considere la aplicación de intervenciones que refuercen la prevención del daño y promoción de salud, sobre todo en la población de adultos mayores para promover también una manera de envejecer activa y saludable.
Es de suma relevancia que demos a conocer a la población en general que nuestra labor no es solo rehabilitadora, sino que es además preventiva. Brindemos herramientas adecuadas para fomentar la actividad física, hábitos saludables y estrategias reales para dejar de lado la vida sedentaria en los adultos mayores para invitarles a vivir un envejecimiento saludable.
Nota:
Glenda Anahí Rodríguez Palafox se encuentra actualmente realizando el análisis de resultados para su tesis sobre prevención de caídas en el adulto mayor a través de una intervención en línea para obtener el grado de Maestría en Gerontología en la Universidad de Guadalajara, Jalisco (México).