Un artículo de Nieves Campos,
Directora del Departamento Técnico Asistencial de DomusVi
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la terapia ocupacional es el conjunto de técnicas, métodos y actuaciones que, a través de actividades aplicadas con fines terapéuticos, previene y mantiene la salud, suple los déficits invalidantes y valora los supuestos comportamentales y su significación profunda para conseguir la mayor independencia y reinserción posible del individuo a nivel laboral, mental, físico y social.
Se trata de una terapia que desarrollan profesionales dotados de unos conocimientos sociosanitarios enmarcados dentro del ámbito de la rehabilitación. Así, una de las funciones de estos profesionales es entrenar y reeducar en las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria de las personas mayores y/o con dependencia, y que son necesarias para que una persona pueda mantener una correcta salud mental y física.
En esta misma línea, la figura del terapeuta ocupacional acompaña a la persona a lo largo de su proceso terapéutico, desde las fases más agudas hasta la integración comunitaria, proporcionándole niveles de desafíos óptimos para su desempeño, en función de sus habilidades y capacidades. Todo ello, centrándose en tres tipos de actividades: el autocuidado, la productividad, el ocio y el tiempo libre de la persona.
En primer lugar, las actividades de cuidado personal son las relacionadas con la independencia e incluyen acciones como la alimentación, la continencia, vestirse, la higiene personal, la movilidad (transferencias, deambulación y subir escalones) y la sexualidad.
En segundo lugar, las actividades productivas son aquellas vinculadas con las obligaciones requeridas para el cumplimiento de los roles individuales. Como, por ejemplo, obligaciones domésticas y de administración del hogar, obligaciones educativas o académicas, laborales y cuidados a terceros.
Y, en tercer lugar, las actividades de ocio y tiempo libre son aquellas en las que participa la persona, como son socializarse, relajarse y satisfacer sus intereses y aficiones.
Otro aspecto importante que tienen en cuentan los terapeutas ocupacionales en el desempeño de la persona es la influencia del entorno, ya que puede mejorar notablemente, gracias a una adecuada adaptación de espacios y gracias a la utilización de ayudas técnicas en las actividades de vida diaria. Por ejemplo, personas con pérdida de equilibrio o riesgo de caídas pueden mejorar su funcionalidad en la ducha mediante productos de apoyo, como una silla de baño, o adaptando la ducha con asideros y suelo antideslizante.
La labor conjunta y coordinada del terapeuta ocupacional con otros profesionales es esencial para lograr los objetivos y una evolución más favorable del usuario. El trabajo coordinado de este equipo multidisciplinar permite valorar el nivel funcional de un paciente en las actividades de la vida diaria y marcar unas pautas en dichas tareas con las que mejorar y/o mantener ese nivel de independencia en el paciente. A su vez, hace posible que los profesionales de atención directa trabajen en la misma línea que el terapeuta ocupacional, promoviendo la independencia y disminuyendo su carga de trabajo.
En DomusVi contamos con 209 terapeutas ocupacionales que trabajan, día a día, tanto en centros de día como en residencias geriátricas, de atención a la salud mental y a la discapacidad, a los que agradecemos su dedicación, así como su visión y trabajo en equipo. Su labor con los usuarios ha sido, y sigue siendo, primordial en el fomento de la autonomía y la reinserción social de los usuarios.