Un artículo del D. Ortega, Médico Ballesol Mirasierra,
Iván Lopez, Nutricionista, colaborador de Ballesol Mirasierra,
y Jorge Sanz Coordinador Fisioterapia Ballesol
La fragilidad es un síndrome clínico reversible, cuya principal característica es la de una disminución de la reserva funcional. Esto se traduce en un aumento del riesgo de incapacidad, una disminución de la resistencia, una mayor vulnerabilidad a eventos adversos y una pérdida de la capacidad de respuesta ante situaciones estresantes (hospitalizaciones, viudedad, soledad…).
Erróneamente puede confundirse con los términos de discapacidad y comorbilidad, pero dista de estos ya que la fragilidad es un proceso potencialmente reversible que no afecta necesariamente a la autonomía ni tiene necesaria relación con las enfermedades que padece la persona frágil. Por ello la valoración ha de ser interdisciplinar englobando las diferentes áreas relacionadas con la fragilidad.
Entre las medidas más importantes y específicas están las medidas de valoración funcional, tales como la velocidad de la marcha y el Short Physical Performance Battery (SPPB) para evaluar la movilidad, que pueden ser muy útiles para el diagnóstico y la monitorización del tratamiento.
Además de la valoración funcional como medidas más destacadas, es importante también realizar un cribado de desnutrición, una valoración del estado mental y una revisión farmacológica. La combinación de una prescripción de ejercicio físico multicomponente individualizada y una adecuada intervención nutricional parecen las medidas más eficaces.
Protocolos de intervención en Ballesol Mirasierra
En el centro Ballesol Mirasierra el equipo interdisciplinar realiza una valoración integral de los residentes tanto a su ingreso como periódicamente, para detectar a este grupo de personas frágiles y en consecuencia actuar para recuperarlas y mejorar su autonomía así como su calidad de vida.
Al ingreso del residente se efectúa un cribado o screening nutricional por el equipo de enfermería. La evaluación del test “Mini Nutritional Assessment” (MNA), la valoración del IMC o la evaluación de la perdida significativa de peso con la incorporación de los criterios GLIM junto con los parámetros bioquímicos ayudarán a identificar a ancianos desnutridos o en riesgo de desnutrición y por ende, con riesgo o con fragilidad.
En función de la valoración médica del ingreso se inicia una valoración nutricional completa en la que se efectúa:
- Mediciones de antropometría: La antropometría es una técnica que nos permite analizar la composición corporal y proporcionalidad de cada persona para conocer como esta afecta a su rendimiento.
Los elementos centrales de la antropometría son la altura, el peso, las circunferencias corporales y el grosor del pliegue de la piel. Conociendo estos elementos podemos hacer una división del cuerpo siguiendo un modelo de 4 componentes: masa muscular, masa grasa, masa ósea y masa residual. Con estos parámetros podemos efectuar una mejor planificación e intervención nutricional, tiene mucho valor.
- Control de Ingestas: a través de los registros de las ingestas que realizan los residentes, se evalúa el porcentaje de cobertura de requerimientos nutricionales que realizan los residentes a través de su ingesta.
- Estudio bioquímico a través de analítica sanguínea: para evaluar la existencia de posibles déficits nutricionales más comunes en personas mayores ya sea anemia, hipoproteinemia, etc.
- Valoraciones con tests nutricionales: se aplican los test de valoración y screening nutricionales validados que hemos comentado anteriormente más los actualizados en la bibliografía (Criterios GLIM, MUST…) para poder acotar aún más el diagnóstico del estado nutricional.
- Pruebas de disfagia en caso de problemas en la deglución: para aquellos residentes que presenten signos de sospecha de disfagia, se realiza el Método de Exploración Clínica Volumen-Viscosidad (MECV-V), una técnica no instrumental de uso ambulatorio validada para evaluar la presencia o no de disfagia orofaríngea, y en caso de presentarla, establecer una textura y volumen específicos para la administración de líquidos de forma individualizada con la máxima seguridad para la deglución.
Se realiza así mismo una valoración y adecuación de los fármacos que está tomando mediante criterios de calidad de prescripción (criterios STOPP-START, Criterios BEERS, crierios PRISCUS) proporcionando a los médicos una información individualizada y actualizada en su programa médico.
El equipo de psicología realiza una valoración mental en sus áreas cognitivas y afectivas con los test adecuados para la determinación del estado y la toma de medidas rehabilitadoras y de estimulación pertinentes.
Por su parte el fisioterapeuta dentro de la valoración funcional física efectúa el test SPPB Short Physical Performance Battery , el cual presenta una gran sensibilidad para la detección y seguimiento de la fragilidad en el anciano. Este test evalúa por un lado equilibrio y velocidad de la marcha y por otro lado la fuerza. Con los resultados del SPPB y junto con la valoración de fisioterapia se establecen acciones en caso de hallar pre-fragilidad o fragilidad. Estas acciones pasan por la inclusión en grupos de fisioterapia y programas específicos en el caso de que exista posibilidad de revertir el proceso.
Además a través de dinamometría se evalúa la fuerza de presión manual mediante el Test HGS (handgrip strength). La disminución de la fuerza de prensión es un predictor independiente de mortalidad, discapacidad y dependencia que puede ser indicativo de sarcopenia y fragilidad.
Con todas estas medidas y con el esfuerzo y profesionalidad del personal cuidador además de la animación e integración de las familias intentamos revertir estas situaciones para que la persona mantenga la mejor calidad de vida y la mayor autonomía posible.