El mal control del paciente anticoagulado se traduce en 32.000 muertes al año en España, un 2% más de mortalidad que entre aquellos con control adecuado, tal y como advierte la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN).
En España, más de un millón de personas toman anticoagulantes orales a diario, la mayoría mayores de 65 años y polimedicados. Y esta cifra aumenta cada año por el envejecimiento de la población y el aumento de los factores de riesgo vascular. Ya en diciembre de 2020 FEASAN advertía de la relevancia de esta situación con la publicación de su ‘Manifiesto para el buen control del paciente anticoagulado‘, y lo ha vuelto a poner de manifiesto este año el ‘Atlas del mal control de la anticoagulación con vitamina K en pacientes con fibrilación auricular no valvular en España‘ de la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA).
Tal y como subraya Rafael Martínez, presidente de FEASAN, “este documento, arroja datos que deberían ser revisados por la Administración, como por ejemplo que el buen control de los pacientes anticoagulados ahorraría al Sistema Nacional de Salud casi 169 millones de euros. Si no es por la calidad de vida de los pacientes, al menos, que mejoren el control de los pacientes por la eficiencia del sistema público”.
Por su parte, el ex presidente de SECA, Manuel Santiñà, resalta que “las organizaciones de pacientes tienen un papel clave para la defensa de los derechos y necesidades de los pacientes anticoagulados, y promover y plantear acciones a la Administración en este sentido. De ahí su destacada participación en el Atlas, donde a través del conocimiento y del análisis científico se informa de cuál es la situación en nuestro país y de cuáles serían las acciones a llevar a cabo para mejorar aquellos aspectos en que hay que actuar para mejorar la calidad de vida de los pacientes”.
Y es que las claves para avanzar, según detallan desde FEASAN, pasan por que el paciente gane protagonismo en la responsabilidad frente a su tratamiento, por promover programas de autocontrol y por tener acceso al mejor tratamiento posible, cosa que no ocurre en España. También es necesario garantizar la formación continuada de los profesionales sanitarios y habilitar en todos los servicios de salud las herramientas tecnológicas existentes que apoyan a los profesionales sanitarios en la detección del mal control.
Los anticoagulantes requiere de una atención y seguimiento especial
Los anticoagulantes evitan la formación de trombos en el interior de los vasos sanguíneos y las cavidades cardiacas. Se administran a personas con riesgo moderado o alto de sufrir una trombosis y es un tratamiento que salva vidas, pero que requiere de una atención y seguimiento especial de los profesionales sanitarios y los propios pacientes. Un control deficiente provoca complicaciones como el ictus, las hemorragias graves o la muerte. Según el mencionado Atlas, un mal control de este tratamiento acarrea, además de un 2% más de muertes, y el número de ictus y hemorragias aumenta en 2.000 más en pacientes con mal control.
Hay más evidencias de que el control del paciente anticoagulado es mejorable. Por ejemplo, uno de cada dos pacientes con anticoagulantes Antivitamina K (AVK) está mal controlado y el 32% de los que toman anticoagulantes de Acción Directa (ACODs) abandona el tratamiento. Estos datos confirman la necesidad de aportar soluciones efectivas que ayuden a garantizar la seguridad de estos pacientes. “El buen control de la anticoagulación es posible, pero exige la implicación de todos: pacientes, profesionales sanitarios y administraciones sanitarias”, subraya el presidente de FEASAN.
El primer escollo que superar es el incumplimiento del tratamiento por parte del paciente. Las causas principales son la falta de información sobre su tratamiento y las consecuencias de no consumirlo, la falta de cultura de autocuidado de la salud, menos controles de los precisos por los profesionales sanitarios y la exclusión de la cadena de cuidados de la farmacia comunitaria.
El adecuado manejo del paciente anticoagulado también choca contra la barrera burocrática. La dispensación de ACOD está sujeta a visado en todas las CCAA. “En la actualidad, con la experiencia clínica adquirida con estos fármacos, el visado debería eliminarse o sino flexibilizarse. Los médicos que prescriben un ACOD deben poder hacerlo de forma ágil. Debe ser un elemento seguridad y calidad nunca una herramienta de control del gasto”, apunta Rafael Martínez
Las soluciones también pasan por integrar en el software que manejan los clínicos un sistema de cálculo de niveles adecuados de la anticoagulación (TRT), con alertas y recomendaciones. Y es ya más que urgente introducir el autocontrol TAO en la cartera de servicios básicos del Sistema Nacional de Salud, pues ha demostrado su eficacia y seguridad para que el paciente controle su INR (parámetro analítico que determina el tiempo de coagulación de la sangre) desde su domicilio con la ayuda de coagulómetros portátiles, especialmente para portadores de prótesis valvulares. Para el ex presidente de SECA, la medida prioritaria para un buen control sería “una alerta en los sistemas de información de la historia clínica electrónica, avisando cuando un paciente tiene el INR mal”.
Respecto a la formación de los profesionales sanitarios, sería la última pieza de esta pirámide para mejorar la atención al anticoagulado en España con dos puntos fundamentales: desarrollar un material informativo para profesionales sobre el cumplimiento de las guías de práctica clínica y las recomendaciones de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS); y potenciar la formación continuada de médicos de familia y especializada en el control y seguimiento de la anticoagulación desde la propia Administración sanitaria.