Un artículo de Claudia Manzano,
Terapeuta ocupacional en Groupe Emera
Es muy frecuente la desinformación que hay en el adulto mayor sobre el cerebro y su funcionamiento. Seguramente el 80% de personas mayores de 65 años, van con sus nietos al parque, salen a andar, acuden a clases de gimnasia o de pilates. Pero… ¿y el cerebro, quién ha pensado en él? Con el paso de los años el cerebro y el sistema nervioso sufre cambios.
No es realista pretender mantenernos eternamente al mismo nivel que cuando éramos jóvenes. Pues si preparamos una cena para veinticinco personas, nos costará mucho más esfuerzo si tenemos setenta y cinco años que cuando lo hacíamos con treinta y cinco años.
Para imaginarnos cómo es y a qué se dedica el cerebro tenemos que imaginarnos un ordenador, pues es el responsable de controlar las funciones del organismo y el sistema nervioso, es como si dentro de él existiera una red eléctrica que envía mensajes al resto del cuerpo.
Para que se de esta electricidad es necesaria la presencia de millones de neuronas que, interconectadas mediante axones y dendritas, que permiten regular todas y cada una de las funciones del cerebro, cuerpo y mente. Pues desde el cerebro se controla el poder respirar, comer o dormir, la capacidad para razonar, recordar, imaginar o crear, el control de emociones… Todo esto pasa por el control cerebral.
Por otro lado, el cerebro está formado por cuatro lóbulos: frontal, parietal, temporal y occipital. Cada lóbulo se encarga de controlar y coordinar una o varias funciones cerebrales. A continuación, hablamos de cada uno de ellos y qué podemos hacer para estimularlos:
- El lóbulo temporal, situado a ambos lados de la cabeza, se encarga de la memoria, audición y aprendizaje. Sí nos apuntamos a clases de inglés, si aprendemos el uso de las nuevas tecnologías, estaremos estimulando esta zona, la del aprendizaje.
- El lóbulo occipital, situada en la parte de detrás, encargada de la visión. Cuando en terapia realizamos ejercicios de agudeza visual, en una imagen con diferentes números hay que buscar el que se encuentra repetido. Esto lo hacemos para fortalecer esta área y que el día de mañana si se nos pierde las llaves en casa tener reforzada y estimulada el área de la visión, en concreto la agudeza visual.
- El lóbulo parietal, situado en la parte de arriba de la cabeza, encargada del tacto, gusto, olfato, presión y temperatura. Esta área nos permite apartar la mano de la olla cuando está muy caliente, o detectar que el agua de la ducha quema para no hacernos daño en la piel. Hay personas que tienen este lóbulo deficitario y tenemos que realizar actividades de estimulación sensorial, como, por ejemplo: en el Parkinson tienen afectado esta área, le cuesta diferenciar olores, por lo que realizamos taller de plantas aromáticas para activar los receptores, o el taller de gnosias en las personas con baja visión, donde a través del tacto y sin mirar, hay que averiguar que objeto tenemos en la mano.
- El lóbulo frontal, situado en la parte de delante, en la frente. Se encarga del razonamiento, movimiento, emociones, atención y lenguaje. Personas que no pueden realizar una doble tarea pues se bloquean cuando reciben dos órdenes, por ejemplo, pasarle la pelota a un compañero mientras realizan un cálculo matemático o escribir ciudades andaluzas mientras cantas una canción.
Conociendo esta información lo que mejor podemos hacer para envejecer activamente y de manera saludable es combinar el ejercicio físico con estimulación cognitiva. Para ello, está la gimnasia cerebral. Que no es otra cosa que trabajar todas las áreas cerebrales a través de estrategias para ejercitar la memoria, potenciar habilidades y prevenir el deterioro asociado al paso de los años, para que la vejez nos pille en plena forma.
Estos talleres se realizan con personas sin deterioro cognitivo, de manera grupal o individual como la persona esté más cómoda. Lo que queremos conseguir desde terapia ocupacional es estimular, fortalecer y potenciar todos estos lóbulos cerebrales, que estén en plena forma para generar una buena reserva cognitiva que nos proteja frente a una futura enfermedad neurodegenerativa.
Pues está demostrado científicamente que aquellas personas que han sido activas y han trabajado su mente en todas las etapas de la vida, un futuro diagnóstico de Alzheimer, por ejemplo, hace que los síntomas aparezcan de manera más tardía, manteniendo mayor independencia hasta las últimas etapas de la enfermedad, en comparación con personas con el mismo diagnóstico pero sin haber trabajado antes de la enfermedad dichas áreas cognitivas, y por tanto, mucho peor pronóstico.
En terapia ocupacional, siempre se perseguirá extrapolar las tareas de estimulación cognitiva a las actividades de la vida diaria con el objetivo de facilitar su generalización y conseguir una vida lo más autónoma posible hasta el fin de sus días.
“Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”
Ramón y Cajal
Claudia Manzano
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