Las fiestas navideñas ponen en evidencia las carencias de compañía que sufren muchas personas. Y aunque la soledad en personas mayores es la que más se visibiliza, y la que más preocupa a la población, las personas más jóvenes comparten esta problemática, tal y como advierte Cruz Roja Española.
La denominada soledad no deseada es una situación de carencia de relaciones personales y vínculos significativos con los que compartir vivencias. Ante la falta de estas relaciones, la salud física y emocional se resiente. Tal y como señala Joaquín Pérez, del área de Inclusión Social de Cruz Roja «es una relación causa-efecto entre los dos fenómenos: la exclusión y el aislamiento pueden derivar en casos de salud mental graves, y físicamente también está directamente relacionada con el aumento de la tasa de mortalidad o el aumento de enfermedades crónicas como la diabetes o las coronarias».
Este experto apunta que «el 30% de las personas jóvenes se ven afectadas por casos de soledad no deseada severa, el mismo porcentaje que mayores la sufren». Y es que, la soledad no deseada «es la epidemia silenciosa del siglo XXI: no se ve, estigmatiza a las personas que la sufren, puede afectar a cualquiera, y se prevé que aumente exponencialmente en las próximas décadas», advierten desde Cruz Roja.
Además, la crisis sanitaria y social derivada de la Covid-19, el confinamiento y la posterior recuperación de normalidad ha incrementado los casos de soledad no deseada, «quienes ya la vivían, la ven agravada hasta llegar a situaciones de exclusión; y personas que no estaban en una situación severa sufren ahora las consecuencias, que ven empeorada también su calidad de vida». Basándose en la atención del Plan Cruz Roja RESPONDE, el 22,1% de las personas usuarias manifestaron haber padecido soledad de forma continuidad en los dos últimos años.
Los colectivos que más han visto acentuado este crecimiento son los colectivos más vulnerables y con más factores de riesgo, «como las personas migrantes o refugiadas, las que sufren enfermedades crónicas, las monomarentales o las desempleadas, entre otras», señalan desde Cruz Roja.
Por ello, desde esta entidad se insiste en la importancia de la detección temprana, «es fundamental, porque estos casos tienden a cronificarse, y cuando hay soledad severa, sostenida en el tiempo, cada vez es más difícil eliminar el estigma o la vergüenza que les provoca aislarse aún más, por lo que se convierte en un problema que cada vez es más difícil de solucionar. Es importante buscar soluciones tempranas».
La vergüenza o el miedo a contar este problema, a hablar de soledad por ser juzgado o estigmatizado, es la causa más común que invisibiliza este problema. Sin embargo, los estudios indican que combinando estrategias que fomenten las relaciones, cualquier colectivo y cualquier persona puede beneficiarse de las soluciones personalizadas y segmentadas que les ayudan a salir de esta situación, «y que hoy en día tienen un componente tecnológico muy importante, porque estamos hiperconectados y el acceso a las nuevas tecnologías son fundamentales para mantenerse conectados y crear redes de contactos sociales».
Precisamente con el objetivo de combatir a soledad no deseada y el aislamiento social mediante la tecnología, se ha presentado en Barcelona ‘Transformando el futuro’, un programa pionero en el que trabajan conjuntamente ocho fundaciones, empresas y entidades sociales, ente ellas Cruz Roja.
El objetivo del mismo es no sólo de cambiar el sentimiento de soledad, sino también de predecirla y de sensibilizar a otras entidades y la administración de la necesidad de compromiso para cambiar esta situación. Así, se comprometen a crear entornos para el cuidado y fomento de la autonomía, nuevas formas de relación en espacios más sostenibles, o mejorar la gestión y movilización de recursos.
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