Un artículo de Carlos Martín Lorenzo,
Geriatra y Director Médico Centro Sociosanitario Hermanas Hospitalarias Palencia
Envejecer es una aspiración legítima del individuo y es obligación de la sociedad, y entre ella de sus profesionales sanitarios, el poner en marcha las medidas necesarias para que este envejecimiento se realice en condiciones óptimas. Una vez conseguido el objetivo de alargar la vida hasta lo razonable, es necesario conseguir que esta última y cada vez más larga etapa se desarrolle en condiciones de vitalidad, actividad y participación en la sociedad, para suprimir los límites que tradicionalmente se han asociado a la edad.
La mejor garantía de una vejez sana es el mantenimiento de hábitos saludables durante toda la vida, como el seguimiento de una dieta adecuada, la práctica regular de ejercicio físico adaptado a la edad, evitar el consumo de tóxicos (alcohol, tabaco, otras drogas, etc).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó la expresión “envejecimiento activo” como el proceso de aprovechamiento y optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad, con el fin de aumentar la esperanza de vida sana a medida que las personas envejecen y la calidad de vida en la edad avanzada. El factor con más peso en el envejecimiento saludable es mantener una vida independiente durante el mayor tiempo posible.
Esta mayor longevidad se acompaña de un aumento de enfermedades, sobre todo las crónicas, y de un mayor grado de dependencia, por lo que los programas de prevención deben ir dirigidos hacia ellas. Un tercio de los mayores de 65 años tiene alguna discapacidad que le provoca dificultades para realizar las actividades de la vida diaria.
La actuación preventiva en este grupo de edad tendrá como objetivo el aumento de la expectativa de vida activa o libre de incapacidad, es decir, prevenir el deterioro funcional y, cuando éste se ha producido, recuperar el nivel de función previo para que la persona mayor pueda permanecer con el mayor grado de independencia posible.
Las actividades preventivas están destinadas a todas las personas a medida que envejecen, incluyendo a personas mayores sanas o enfermas, ancianos frágiles o pacientes geriátricos. Estas medidas preventivas deben estar basadas en una valoración geriátrica integral, que permita detectar a la persona mayor de riesgo o a la que ya padece alguna enfermedad, para implementar el consejo o las modificaciones en su estilo de vida de forma individualizada.
Existen evidencias que demuestran que el uso de medidas de promoción de la salud y determinadas intervenciones sanitarias y sociales, permiten comprimir en la última etapa de la vida la aparición de enfermedades graves y así tener más años libres de incapacidad.
Para las personas mayores que precisen servicios de apoyo, el ámbito sociosanitario ofrece una excelente oferta de servicios, enfocados a la detección precoz, tratamiento y rehabilitación de los Síndromes Geriátricos que afectan a la autonomía e independencia de las personas mayores, como asistencia sanitaria (Geriatría, Enfermería, Fisioterapia, Terapia Ocupacional), servicios de apoyo en el domicilio (limpieza, lavandería y catering), estancias residenciales y de respiro familiar y estancias de convalecencia.
Cualquier prestación de servicios sociosanitarios se debe realizar centrándose en la persona mayor, valorando su trayectoria vital y adaptándose a su proyecto de vida.