Un artículo de Isidro Granero Casas,
Fisioterapeuta y Secretario del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Castilla –La Mancha (Coficam)
Es una realidad que las personas vivimos más tiempo que antes y que se está produciendo un cambio demográfico que nos está obligando constantemente como sociedad a buscar soluciones, sobre todo desde el sistema sanitario y social. Según la OMS, en esta década en la que estamos, el número de personas en el mundo mayores de 60 años aumentará un 34%, estando en 2030 una de cada seis personas en esta franja de edad y llegando en 2050 a duplicar esta cifra.
El envejecimiento lo podemos definir como el sumatorio de una serie de cambios biológicos que se producen en el ser humano y que lo llevan a un progresivo deterioro funcional y a un estado de dependencia. Ahora bien, ¿podemos hacer algo para retrasar este deterioro, mejorar el estado funcional y la calidad de vida en esta población?
Desde la Fisioterapia sí, y mucho. Uno de los objetivos que nos planteamos con los mayores es la prevención de caídas. Vienen definidas por la OMS como acontecimientos involuntarios que hacen perder el equilibrio y dar con el cuerpo en una superficie firme, siendo una causa importante de discapacidad y suponiendo un importante gasto para el sistema sanitario.
La Orden CIN/2135/2008, de 3 de julio, por la que se establecen los requisitos para la verificación de los títulos universitarios oficiales que habiliten para el ejercicio de la profesión de fisioterapeuta, refiere que dicho profesional debe intervenir en los ámbitos de promoción, prevención, protección y recuperación de la salud. Por lo tanto, como profesionales sanitarios que somos intervenimos de forma directa sobre esta población con un claro objetivo, mejorar la funcionalidad del individuo y prevenir la dependencia, o al menos, retrasar su aparición, lo cual repercutirá directamente sobre el sistema sanitario de forma costo-efectiva.
La salud de este grupo de edad debe medirse en términos de funcionalidad, más que de enfermedad. En base a esto aparece el término de fragilidad, predictor de las caídas como evento adverso de la salud.
La fisioterapia, como profesión sanitaria que es, utiliza diferentes métodos para la valoración de la capacidad funcional de este grupo de edad. Los
fisioterapeutas realizamos una valoración física y funcional, con pruebas como el SPPB test, el Senior fitness test, el test de velocidad de la marcha o el test timed up and go, entre otros, y una valoración antropométrica. Además, complementamos el estudio con una valoración hemodinámica y bioquímica, realizada por otros profesionales sanitarios.
Todo ello nos lleva a la elaboración de un plan de trabajo personalizado e individualizado, dependiendo de las características de cada persona, distribuidoentre 10 y 12 semanas, con programas donde combinamos el ejercicio aeróbico con el trabajo de fuerza muscular, a su vez complementado con ejercicios de equilibrio y flexibilidad, y una constante monitorización de los principales parámetros vitales.
La evidencia científica y la práctica clínica nos dicen que la prescripción de ejercicio terapéutico por parte del fisioterapeuta es el mejor aliado para la prevención de las caídas, es la herramienta fundamental que tenemos. Como ayuda y refuerzo de este trabajo, realizamos un estudio del entorno ambiental de las personas (alfombras, cables, plantas, baños, iluminación,escaleras…), sobre todo de las que tienen caídas de repetición, y actuamos sobre ello si fuera necesario.
Como conclusión, podemos afirmar que la predisposición a la discapacidad y dependencia a la que pueden llevar las caídas a este grupo de edad, puede ser modulada por la intervención correctamente planificada de ejercicio terapéutico, desarrollada por un profesional sanitario, el fisioterapeuta.