Un artículo de Dra. Naiara Fernández,
Médica Geriatra, Directora Asistencial IMQ Igurco
Las alteraciones de los órganos de los sentidos en la persona mayor presentan una elevada prevalencia, sobre todo, aquellas relacionadas con la capacidad visual. La reducción del rendimiento de los órganos sensoriales repercute en la capacidad para el desarrollo de actividades básicas (aseo, vestido, alimentación, deambulación…) e instrumentales de la vida diaria (uso de teléfono y transporte público, realización de labores del hogar, etc.), así como una posible interferencia en el desarrollo de un deterioro cognitivo.
Alteraciones auditivas
Además, en el caso de las alteraciones auditivas, la comunicación se puede ver afectada, condicionando el deterioro de las relaciones sociales de la persona mayor, apareciendo una tendencia al aislamiento y reduciendo las actividades fuera del propio domicilio. Existe, igualmente, una repercusión en la situación anímica —mayor prevalencia de ansiedad y trastorno depresivo— y cognitiva, con un riesgo mayor de aparición del síndrome confusional agudo en el caso de patología médica o quirúrgica, asociado a la propia alteración sensorial.
Baja visión
La prevalencia de las alteraciones visuales se sitúa entre el 4 y el 5% de las personas mayores de 65 años; con un aumento de esta tasa hasta el 20% en el caso de personas mayores de 75 años. Las modificaciones oculares asociadas al envejecimiento, de manera fisiológica, se centran en una reducción progresiva de la agudeza visual (en algunos casos es necesario descartar posibles patologías subyacentes), pérdida de sensibilidad al contraste, menor tolerancia a los deslumbramientos y reducción del campo visual.
La repercusión funcional de la baja visión pasa por el abandono de algunas actividades avanzadas tales como la lectura o la conducción, dificultades en la realización de actividades instrumentales (labores del hogar, compra diaria…) y condiciona la aparición de una marcha insegura, y un aumento del riesgo de caídas. Las caídas son uno de los principales desencadenantes de fracturas.
Patologías oculares
Entre las distintas patologías oculares más frecuentes se pueden citar las siguientes.
- Cataratas
Se conoce como catarata a la opacidad parcial o total del cristalino; se trata de la primera causa de ceguera reversible. El tratamiento de la catarata implica el abordaje quirúrgico mediante la extirpación o facoemulsificación, y posterior colocación de una lente intraocular. Recientemente se han publicado en JAMA (Journal of American Medical Association) los resultados de un estudio de cohortes que evidencia una menor prevalencia de demencia en las personas intervenidas de cataratas, que demuestra la fuerte asociación entre la capacidad visual y la integridad cognitiva.
- Degeneración macular asociada a la edad
Se trata de la atrofia de las células de la región central (macular) del epitelio pigmentario de la retina, que causa una pérdida de visión central, tratándose de la patología ocular más prevalente que condiciona ceguera irreversible en mayores de 65 años, por la no existencia de un tratamiento curativo ni preventivo, habiendo algunos fármacos que consiguen la ralentización de la pérdida de capacidad visual.
- Glaucoma
Se trata de una enfermedad en la que existe una reducción del campo visual, secundario a la atrofia del nervio óptico y asociada al aumento de la presión intraocular, siendo el tratamiento más habitual la aplicación de determinados colirios y, en algunos casos, el abordaje quirúrgico (extirpación parcial del iris o iridectomía y la trabeculoplastia).
- Retinopatía diabética
Es un trastorno de la microvascularización de la retina como un efecto secundario de la diabetes mellitus. Lo más importante es la prevención de su aparición mediante un adecuado control glucémico y un seguimiento anual por un oftalmólogo en pacientes diabéticos.
Control periódico
Es importante, por tanto, incluir una valoración general de los órganos de los sentidos en el seguimiento de la persona mayor, con el fin de reducir la probabilidad de lesiones por caídas en el contexto de déficit visual, la preservación de las capacidades avanzadas e instrumentales y la función cognitiva así como el mantenimiento de sus relaciones sociales.
Es importante recordar que algunas alteraciones, como puede ser el glaucoma, pueden avanzar sin presentar síntomas evidentes. De esta valoración surgirá la derivación a uno o varios especialistas en Oftalmología u Otorrinolaringología para un diagnóstico y abordaje definitivo de la patología de que se trate.