Un artículo de Alejandro Ruiz Ariztia,
Graduado en Farmacia y nutrición (UNAV),
Head of Business development en Medicsen
En los últimos diez años, la sociedad occidental ha experimentado un proceso de digitalización vertiginoso, acelerado de manera significativa en los últimos dos años a causa de la pandemia. Hoy en día, podemos decir que la tecnología nos acompaña en, prácticamente, cualquier acción que hagamos en nuestra vida diaria. Podemos pagar con el móvil sin necesidad de usar ni dinero metálico ni tarjetas, realizar la compra desde una App y recibirla en la dirección que indiquemos en un tan solo un par de horas o controlar la aspiradora de casa desde cualquier rincón del planeta.
Sin embargo, los procesos de digitalización no se desarrollan a la misma velocidad en todos los sectores. En el ámbito de la salud, la tecnología avanza a pasos agigantados en determinados procesos, pero sigue sin llegar a suponer una mejora integral de la vida de los pacientes. ¿Qué puede estar frenando este progreso? En el caso de nuestro país, el sistema sanitario incorpora la digitalización a un ritmo constante pero inferior al necesario.
Esto se debe, en gran medida, a que no dispone de la velocidad requerida en los procesos para incorporar los avances que desarrolla el mercado tecnológico. A ello se le suma que cada comunidad autónoma cuenta con su propio sistema informático, lo que dificulta a las empresas pequeñas, como es nuestro caso, lograr una adaptación eficaz a todos ellos.
Para que la digitalización sea óptima en materia de salud se requiere, en primer lugar, de la predisposición de la administración. Es fundamental y necesario intervenir sobre los aspectos mencionados anteriormente para crear un ecosistema dinámico, eficiente y con alta capacidad de actuación que favorezca esta transformación digital.
En segundo lugar, tanto el personal sanitario como los pacientes deben estar preparados para su uso. En algunas ocasiones, la implantación de ciertos procesos tecnológicos lleva a pensar a que el contacto médico-paciente va a desaparecer. En sectores tan sensibles como el sanitario, la digitalización debe considerarse como una herramienta que va a mejorar la relación entre profesionales médicos-pacientes y como una aliada para mejorar el control y efecto de los tratamientos médicos.
En el caso de la atención primaria, contar con procesos automáticos que ayuden a canalizar el gran volumen de datos que genera cada paciente y su posterior utilización, permite una mayor personalización en la gestión de cada caso, así como la automatización de los procesos de diagnóstico y tratamiento de enfermedades crónicas. Con ello, el profesional sanitario ve reducida su carga asistencial, siempre que los organismos gestores no la aumenten por otro lado, y puede ofrecer una mejor atención al paciente.
Además, es importante destacar que la digitalización promete reducir exponencialmente los costes de la gestión sanitaria. Una mejor atención al paciente evita las posibles futuras complicaciones que en el caso de pacientes crónicos conllevan hasta un 20% de incremento en costes.
Y si hablamos del seguimiento que requieren sus tratamientos, que necesitan una atención continuada en el tiempo, la tecnología se convierte en una gran aliada para el control de su enfermedad. En nuestro caso, que trabajamos con personas que sufren diabetes, vimos la oportunidad de reducir la incertidumbre a la que tienen que hacer frente ante situaciones tan cotidianas como practicar deporte o comer.
De este modo, decidimos desarrollar una aplicación que, gracias a la Inteligencia Artificial, es capaz de predecir los índices de glucosa futuros. Suggin es, por tanto, un compañero para la toma de decisión y el manejo de la diabetes. Con ello, se demuestra que la tecnología no solo puede evitar posibles complicaciones, sino que mejora la calidad de vida de las personas con dolencias crónicas, lo que a su vez repercute positivamente en su bienestar emocional.
Ante este ritmo creciente, y necesario, de la digitalización del sistema sanitario, la administración debe tener en cuenta y actuar ante la brecha digital que cada vez es más notable. Para ello, en primer lugar, es necesario invertir en herramientas de educación de paciente y del personal sanitario como medio para lograr una integración adecuada de los sistemas digitales. Por otro lado, la incorporación de procesos de carácter inclusivo en el seno del desarrollo de nuevas tecnologías de salud digital puede ayudar a paliar los efectos de un posible crecimiento y adopción desmesurado de estas tecnologías
¿Cuáles deben ser los siguientes pasos? Como prioridad, los esfuerzos deben dedicarse en la adopción de un sistema capaz de asumir y de incentivar el desarrollo de las nuevas tecnologías y, para ello, es necesario incrementar la financiación disponible en este ámbito. La asistencia en remoto se ha visto reforzada a causa de la pandemia. En momentos de gran congestión en la atención primaria, la tele-asistencia sanitaria sirve como primer filtro para decidir sobre la gravedad de la enfermedad, sin necesidad de acudir al centro de salud. De este modo, se reducen gastos y se optimiza el tiempo y recursos del personal sanitario.