La osteoporosis es una enfermedad que afecta en la actualidad a alrededor de tres millones de personas en España, y el aumento previsto de la incidencia de fracturas en nuestro país se calcula en un 30%, tal y como indicó el Dr. David Hernández Herrero, del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz, durante el webinar «La osteoporosis no es sólo cuestión de edad», organizado por Grünenthal.
Durante este encuentro se incidió en la importancia de que los profesionales sanitarios cuenten con toda la información y se dé respuesta a todas las circunstancias que suponen factores de riesgo en la epidemiología de fractura osteoporótica. Y pare ello es preciso medir el riesgo de fracturas, manejar la polimedicación de los pacientes ancianos, favorecer la realización del ejercicio físico y plantear y llevar a cabo el tratamiento farmacológico de la osteoporosis en sí.
La osteoporosis, conocida como el «enemigo silente», que va generando una pérdida de masa ósea progresiva, con alteración estructural y funcional del hueso hasta llegar a provocar fracturas. Es por ello que una de las poblaciones con más riesgo de sufrir este tipo de problemas son los ancianos. «En España, del grupo de edad mayor de 70 años, cuatro de cada diez mujeres y uno de cada diez hombres la sufren. Además, si atendemos a fracturas por fragilidad, la osteoporosis aqueja a una de cada tres mujeres y a uno de cada cinco hombres de 50 años o más», apunta el doctor Hernández Herrero.
Este especialistas del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz, que preside la Sociedad Centro Rehabilitación, advierte que la osteoporosis es una de las enfermedades que se pueden definir como invisibles, ya que «los cambios en el metabolismo óseo no se notan hasta que aparecen las fracturas, que tienen relación con traumatismos de baja energía, caídas desde la propia altura o similares». Además, aparte de las fracturas, los profesionales sanitarios sospechan de la existencia de osteoporosis en pacientes que llegan a la consulta por otro motivo, siendo el más frecuente el dolor de columna. «Al realizar una radiografía, encontramos un aumento de la curva de la espalda, la cifosis dorsal», señala.
Prevención desde edades tempranas es fundamental
En el marco de este encuentro organizado por Grünenthal, el Dr. David Hernández recalcó que la prevención de la osteoporosis desde edades tempranas es fundamental, señalando que «se trata de actuar sobre los factores de riesgo modificables; básicamente dieta, sol y ejercicio». «El objetivo es conseguir el máximo pico de masa ósea en las pacientes adultas jóvenes, para que el posterior declive natural que se produce siempre, y que se agrava en la menopausia, parta de los valores más elevados posibles, con lo que la caída siempre será proporcionalmente menor», apunta.
Y para lograrlo la implicación de los pacientes es fundamental, ya que además de la medicación prescrita, es necesario llevar a cabo otras medidas alternativas no farmacológicas. En este sentido, es clave contar con una dieta variada, rica en calcio. En el metabolismo de ese calcio destaca la vitamina D, que se activa por la acción del sol. Por eso, es importante llevar a cabo actividad al aire libre, teniendo en cuenta la protección ante los rayos ultravioleta.
Del mismo modo, la relación del ejercicio físico –aeróbico, de fuerza y de equilibrio- con el metabolismo óseo está demostrada en múltiples estudios. Así, es importante la promoción de la actividad física al aire libre en cualquier rango de edad, especialmente, entre mujeres.
«En mujeres peri y postmenopaúsicas se observa cómo el ejercicio físico ayuda al mantenimiento de los niveles de masa ósea, compitiendo con la pérdida natural que se produce en estas edades», subraya el doctor del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz.
Además, este experto señala que existen otros factores a tener en cuenta, como enfermedades concomitantes, medicaciones que alteran la capacidad de la marcha, alteraciones sensitivas, visuales y el estado de ánimo. En este último caso, «la depresión, que entronca con problemas sociales, como el aislamiento social, que lleva a que el paciente cada vez haga menos ejercicio, no salga a la calle; con lo que pierde más músculo, apareciendo una sarcopenia que favorece las caídas, por lo que el paciente siente aprensión y tiende a moverse menos, agravando los factores de riesgo antes comentados, y llevándole a un círculo vicioso de riesgo difícil de romper».