Las bondades de la dieta mediterránea son de sobra conocidas, pero ahora un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y el IMDEA Food Institute ha mostrado que seguir un estilo de vida mediterráneo completo se asocia con menor riesgo de desarrollar fragilidad en los adultos mayores.
Una dieta saludable de tipo mediterráneo, una vida activa, suficiente descanso y alto grado de interacción social caracterizan la forma de vida mediterránea. Según este estudio, este estilo de vida podría reducir en casi un 60% el riesgo del síndrome de fragilidad en personas mayores y favorece el envejecimiento saludable.
El equipo analizó los datos de una corte de 1.880 personas de 60 y más años participantes en el estudio ENRICA. Para analizar el estilo de vida mediterráneo utilizaron el instrumento MEDLIFE, un índice compuesto de 27 puntos que analiza la adherencia al estilo de vida mediterráneo. La fragilidad se diagnosticó a partir de la presencia de al menos tres de los siguientes cinco criterios: debilidad muscular, lentitud de la marcha, fatiga, baja actividad física, y pérdida no intencional de peso.
Los investigadores encontraron que las personas con una puntuación mayor (aquellas que seguían más fielmente el estilo de vida mediterráneo) desarrollaban con menor frecuencia el síndrome de fragilidad cuatro años después. Javier Maroto – Rodríguez, uno de los autores principales del estudio afirma que “esto es de vital importancia. Ya sabíamos que la dieta o la actividad física son factores muy importantes en el envejecimiento saludable, pero con esto demostramos que un enfoque integral puede disminuir el riesgo de fragilidad más que mejorando componentes del estilo de vida por separado”.
Maroto destaca que los hábitos típicos de la cultura mediterránea, como una dieta rica en frutas y verduras, frutos secos, cereales integrales y pescado, el uso del aceite de oliva, evitar el picoteo entre horas, las actividades deportivas en grupo, comer con la familia y descansar adecuadamente, si se realizan en conjunto y con constancia son la clave para prevenir la fragilidad en el adulto mayor.
El síndrome de fragilidad es una condición frecuente en las personas mayores, afectando al 10% de la población mayor de 60 años. “La fragilidad resulta de la pérdida de reservas biológicas en muchos sistemas y órganos, que aumentan la vulnerabilidad incluso ante pequeños estresores, como una infección urinaria o un período de confinamiento. En las personas frágiles, esos estresores hacen más probable la hospitalización, la institucionalización o la muerte”, explica Javier Maroto-Rodríguez.
Por su parte, Mercedes Sotos – Prieto, directora de la investigación del CIBERESP y el IMDEA Food Institute, destaca que “los componentes del estilo de vida han sido ampliamente estudiados en la comunidad científica, pero se ignoraba si tenían un efecto sinérgico sobre la fragilidad; es decir, no se sabía si varios comportamientos saludables a la vez tenían un beneficio mayor que el que se espera de cada uno de ellos por separado”.
“Con esta información se puede abordar la prevención de la fragilidad de una forma más eficiente y sencilla, ya que es más fácil recomendar a un paciente algunos estilos de vida saludables a la vez, en lugar de centrar todos los esfuerzos en un elemento específico que tendrá menos impacto sobre su salud”, señala Sotos-Prieto.
El estudio «A Mediterranean Lifestyle and Frailty Incidence in Older Adults: The Seniors-ENRICA-1 Cohort» puede consultarse en este enlace.