Gonzalo Zárate,
director medio de Danone Nutrición Especializada
Cuanto antes se conozca el problema, más opciones existirán para poder actuar y estabilizar el proceso antes de que se instaure una neurodegeneración avanzada y, por tanto, una demencia irreversible. Entre las medidas preventivas no farmacológicas frente al deterioro cognitivo, la evidencia científica ha demostrado el papel de la intervención nutricional, la cual preserva la salud cognitiva en estos pacientes durante el mayor tiempo posible, ralentizando el avance de la patología. Además, la intervención nutricional ha demostrado clínicamente que mejora la memoria, la capacidad cognitiva, mantiene la capacidad de realizar las actividades de la vida diaria y ayuda a frenar la atrofia cerebral.
En España, 3 de cada 10 personas mayores de 65 años presentan deterioro cognitivo leve (DCL), lo cual supone que tres millones de personas están padeciendo los primeros síntomas de este tipo de trastorno neurológico. El DCL se considera una etapa intermedia entre el envejecimiento cognitivo normal y la demencia, con una tasa de progresión anual a demencia en torno al 12%, muy superior a la tasa del 1-2% encontrada en la población cognitivamente sana.
La diferencia principal entre el DCL y la demencia estriba en el rendimiento funcional del individuo, ya que en el DCL no hay deterioro funcional y, si lo hay, es mínimo y no impide la realización de actividades de la vida diaria, mientras que en la demencia el deterioro funcional es evidente y afecta a la capacidad de desarrollar con normalidad e independencia las actividades de la vida diaria.
En concreto, el DCL se define como el declive de las funciones cognitivas en grado leve, ya sea debido a las alteraciones atribuibles al proceso fisiológico del envejecimiento o a otros factores, sin ser de suficiente intensidad como para establecer el diagnóstico de demencia. La pérdida de memoria y habilidades es lo que caracteriza los procesos de deterioro cognitivo.
El reconocimiento en fases precoces del DCL es muy importante, porque en algunos casos existe una causa tratable y porque permitirá incluir medidas preventivas y terapéuticas, así como planificar los cuidados de los pacientes, antes de que avance la neurodegeneración. Cuanto antes se conozca el problema, más opciones se podrán aplicar a nivel preventivo que ayuden a estabilizar el proceso, adelantándonos así al hecho de que se instaure una neurodegeneración avanzada y, por tanto, una demencia irreversible.
A menudo, las personas con DCL exhiben evidentes déficits de memoria a corto plazo o no recuerdan correctamente la fecha en la que se encuentran. Las habilidades del lenguaje, la memoria de trabajo y la orientación generalmente están intactos, pero por lo general hay cierta disminución en las habilidades para la resolución de problemas y la toma de decisiones. En este contexto, cabe destacar que hasta un 40% de los pacientes con Alzhéimer y deterioro cognitivo leve no están diagnosticados, lo cual repercute negativamente sobre la evolución de la enfermedad.
Entre las medidas preventivas y terapéuticas no farmacológicas frente al deterioro cognitivo, la evidencia científica ha demostrado el papel de la intervención nutricional, la cual preserva la salud cognitiva en estos pacientes durante el mayor tiempo posible. En este sentido, sabemos que componentes de estos tratamientos, como es el caso de FortaSyn Connect (que proporciona una combinación patentada de nutrientes a base de ácidos grasos Omega 3 (DHA y EPA), vitaminas del grupo B, vitamina C y E, selenio y otros nutrientes específicos como el monofosfato de uridina (UMP) y fosfolípidos, diseñados para preservar la conexión sináptica), han demostrado clínicamente mejorar la memoria y la capacidad cognitiva. Además, mantiene la capacidad de realizar las actividades de la vida diaria y ayuda a frenar la atrofia cerebral.
Proyecto ReDeMa como nueva vía de investigación en el futuro del Alzheimer
Actualmente, se estima que la enfermedad de Alzheimer afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo. Para mediados de este siglo, se espera que la cifra se triplique y sean 150 millones los que padezcan esta enfermedad.
Ante este panorama sombrío, encontramos investigaciones que permiten arrojar algún atisbo de luz. En esta línea, un importante avance en la investigación de esta patología neurológica se ha abierto camino, haciendo posible adelantarse a los primeros síntomas de esta enfermedad a través del análisis del líquido cefalorraquídeo.
En este método se basa el estudio ReDeMa, impulsado por 12 centros públicos y privados de la Comunidad de Madrid, con el apoyo de Danone Nutrición Especializada, el cual revela cómo la detección de la alteración del péptido amiloide y de la proteína tau es la marca bioquímica del Alzheimer y es el requisito necesario para poder tener un diagnóstico de certeza al 100% desde la fase inicial o preclínica de esta enfermedad.
Esta alteración se observa en el líquido cefalorraquídeo (LCR) varios años antes de la aparición de los síntomas, ofreciendo así una ventana de oportunidad tremendamente valiosa para la aplicación temprana de los posibles tratamientos.
Existen biomarcadores en la enfermedad de Alzheimer representativos del proceso fisiopatológico (Aβ42, AB40, tau, p-tau), cuyo impacto en la práctica clínica habitual apenas ha sido estudiado. La investigación ReDeMa ha puesto de manifiesto cómo estos marcadores en el líquido cefalorraquídeo (LCR) aumentan la confianza diagnóstica y son relevantes para el plan terapéutico en la práctica clínica habitual.
Los expertos señalan que una detección temprana, cómoda y precisa del Alzheimer, a un coste asequible, será un paso de gigante para la selección de pacientes candidatos a recibir los futuros tratamientos dirigidos a modificar la alteración del amiloide y de la tau.
Para Danone Nutrición Especializada es clave ofrecer nuestro apoyo a la comunidad médica y científica en la puesta en marcha de investigaciones dirigidas a mejorar la calidad de vida de una población cada vez más envejecida, donde la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer está aumentando significativamente.
Estos relevantes hallazgos abren la puerta a desarrollar nuevas formas de detectar la fase preclínica del Alzheimer y a enriquecer la selección de participantes para estudios de intervención u observacionales dirigidos a esta fase asintomática de la enfermedad.