Es necesario abordar el debate ético acerca del uso y la aplicación de las nuevas tecnologías surgidas en los últimos años para paliar la soledad no deseada, tal y como se expuso en el seminario ‘Soledad no deseada en la era digital’, organizado por la Fundación Víctor Grifols i Lucas y la Fundación Mémora en el marco del proyecto de Ciudades que Cuidan.
Y es que, pese a sus numerosos beneficios para fomentar el cuidado y reducir o evitar el aislamiento social, en algunas ocasiones, el uso de las nuevas tecnologías puede poner en cuestión el respeto a la autonomía y a la privacidad de las personas, así como su accesibilidad y equidad respecto al resto de ciudadanos, teniendo en cuenta la brecha digital que afecta especialmente a los más mayores.
Tal y como señaló Núria Terribas, directora de la Fundació Víctor Grifols i Lucas, durante su intervención en este encuentro “las tecnologías no son algo nuevo, sino que forman parte de nuestro día a día con el propósito de ayudar a tener una mejor monitorización de las personas con necesidades de salud y sociales, de atender más rápidamente y de acompañar en cualquier caso de soledad no deseada que requiera de cuidado. En esta línea, hoy queremos reflexionar acerca del uso correcto de estas tecnologías para evitar la deshumanización de la atención del cuidado”.
Por su parte, Jaime del Barrio Seoane, Senior Advisor de Healthcare & Life Sciences en Ernst & Youngy y presidente de la Asociación Salud Digital, destacó la necesidad de avanzar en la digitalización de el actual sistema sanitario, apuntando que “según un informe publicado por FENIN, el grado de madurez de los Servicios de Salud de las CCAA en cuanto a a la implantación de herramientas y servicios digitales es del 31%. Un porcentaje que nos invita a seguir avanzando para cubrir las necesidades de nuestro sistema sanitario y social, entre ellos, avanzar en la automatización de los procesos a fin de agilizar y mejorar la atención de nuestros pacientes”.
Proyectos tecnológicos para paliar la soledad no deseada
El encuentro ha contado además con dos mesas redondas. En la primera de ellas, Óscar Belmonte Fernández y Antonio Caballer Miedes, directores Cátedra Cuatroochenta de Inteligencia Artificial, Salud y Bienestar de la Universitat Jaume I, presentaron algunos de los proyectos tecnológicos desarrollados para paliar los efectos de la soledad no deseada de las personas mayores.
Entre ellos, el proyecto “Senior Monitoring” el cual, a través de relojes inteligentes, permite conocer el posicionamiento y los patrones de comportamiento de las personas mayores que viven solas en su hogar para evaluar su relación con la aparición de estadios tempranos de deterioro cognitivo; o el proyecto “Gerontec-Serena”, un chatbot conversacional que utiliza la inteligencia artificial como tecnología para comunicarse con las personas y evaluar sus sentimientos de soledad no deseada.
En la misma mesa, Carme Torras Genís, profesora de investigación en el Institut de Robòtica i Informàtica Industrial (CSIC-UPC), dio a conocer el ‘Laboratorio Abierto de Vida Asistida‘, un espacio de dos habitaciones que simulan un dormitorio y un comedor-sala de estar con prototipos de robots que ayudan a vestir y a alimentar a personas con movilidad reducida, o a proporcionar entrenamiento cognitivo para paliar el deterioro en personas de edad avanzada. Esta experta puso de relieve la importancia de incorporar los criterios éticos en la innovación de la robótica asistencial y de captar las necesidades de las personas a las que se dirigen estas nuevas herramientas de cuidado.
Carme Pratdepàdua i Bufill, responsable de la Oficina mhealth.cat de TIC Salut, presentó el proyecto InterSocial, creado a partir de la necesidad de definir un vocabulario controlado, es decir, qué conceptos emplear para los “problemas” como, por ejemplo, “vivienda inadecuada” y las “respuestas” como, por ejemplo, “derivación a un servicio” del ámbito social que permita interoperar y conseguir una mayor integración de los datos de los distintos sistemas de gestión en el ámbito de la atención social en Cataluña.
Monitorización y algoritmos: ¿nos hacen sentir menos solos?
En segunda mesa redonda, Iban García del Blanco, eurodiputado, coordinador del Grupo S&D en el Comité de asuntos jurídicos del Parlamento europeo, reflexionó acerca del marco regulatorio y normativo en el que debe moverse no solo el diseño y el desarrollo, sino también la aplicación práctica de estas tecnologías.
En este sentido, el eurodiputado expuso algunas ideas básicas de la actual Estrategia Digital de la UE haciendo especial hincapié en la necesidad de contar con un marco regulatorio que sea pionero a nivel global y transversal para dar respuesta a todas las cuestiones que plantea la transición digital.
“La pandemia ha configurado y potenciado dos nuevas categorías: disponer de dispositivos tecnológicos y tener acceso a Internet. Y es que las gestiones cotidianas son cada vez más próximas a estas dos categorías en un contexto en el que, especialmente entre las personas mayores, existe lo que denominamos brecha digital que aumenta aún más el aislamiento social y el sentimiento de soledad no deseada. Por tanto, contar con programas inclusivos deben ser una prioridad política”. afirmó Iban García del Blanco.
Por su parte, Oriol Farrés Juste, profesor de Filosofía de la Universitat Autònoma de Barcelona, reflexionó, desde una perspectiva filosófica, sobre de los patrones de comportamiento y las reacciones a las nuevas tecnologías aplicadas a la salud. En su opinión, “nos encontramos con dos extremos recurrentes en los discursos actual: por un lado, la tecnofilia, en el que se considera que con las tecnologías todo es posible y, por contrapartida, la tecnofobia en el que se perciben las tecnologías como algo nocivo para el ser humano”.
Desde esta planteamiento considera que debe abogarse por lo que Oriol Farrés Juste denomina la «tecnomedia», es decir, un punto intermedio cuyo fundamento sea el principio de precaución y permita ser capaces de poner en cuestión a las nuevas tecnologías para desarrollarlas con un mayor grado de ética y evitar la deshumanización que, en muchos casos, puede incrementar la sensación de aislamiento social.
Dolors Comas d’Argemir Cendra, catedrática de Antropología Social de la Universitat Rovira i Virgili, abordó el cuidado social y la denominada ética del cuidado. “En el cuidado social es muy importante la dimensión material del cuidado, pero la dimensión relacional es imprescindible para un buen cuidado. Por tanto, es clave hablar del ‘descuido’ que, en algunas ocasiones, viene provocado por la ausencia de redes sociales y comunitarias (…) Estamos en una sociedad que reacciona hacia determinados aspectos que nos impactan, como ocurrió durante la pandemia con una gran ola de solidaridad, pero seguramente no estamos atendiendo en el día a día a situaciones que existen como la soledad no deseada”, advirtió la catedrática de Antropología Social.
El Presidente de la Fundación Mémora, Santiago de Torres, cerró la jornada recordando que “los seres humanos somos seres dependientes en dos periodos de la vida: la infancia y la vejez. Y reconocerlo no es una debilidad. Por ello, es necesario que todos seamos cuidadores, porque algún día seremos cuidados. Y esa es la reflexión que desde la Fundación Mémora nos empuja a seguir en esta línea de pensamiento y lo hacemos desde nuestra iniciativa Ciudades que Cuidan”.