El modelo de Atención Centrada en la Persona (ACP) está cada vez más generalizado en la atención a las personas mayores, que son potencialmente frágiles y probablemente, con el tiempo, desarrollen necesidades de dependencia. El equipo técnico y directivo de Lepant Residencial destaca seis retos para toda la sociedad a la hora de aplicar el modelo ACP.
· Seguimiento personalizado
Uno de los retos del modelo Atención Centrada en la Persona es el seguimiento individualizado. Difícilmente se puede lograr una atención centrada en la persona si detrás no hay un equipo que haga un seguimiento real, empezando por un diagnóstico inicial de las necesidades.
Esto permitirá determinar las herramientas y el equipo necesario para cada caso, atendiendo a factores como el nivel de dependencia, el estado de salud de la persona y, por supuesto, sus propias inquietudes personales y deseos.
En el campo de las residencias de personas mayores, tanto públicas como privadas, se trata de un reto porque hay que dotar a cada centro de los recursos y metodología necesarios para desarrollar un plan de manera óptima.
· La no ‘infantilización’ de la ‘gran edad’
Uno de los grandes retos de la ACP es huir de la infantilización de los ancianos, pertenecientes a un segmento de la población que desde el Residencial definen como “gran edad”, por su duración y el bagaje personal que supone.
Los modelos tradicionales y más institucionales de residencia han implantado un estilo altamente restrictivo, al que las personas están sujetas por su mera condición de ‘residentes’. Esto se aplica a aspectos cotidianos como la hora de levantarse, la imposibilidad de escoger una dieta concreta, la restricción de salidas, etc.
“Es un error común tratar a los ancianos como si fueran niños; todos ellos han superado dificultades en la vida que les han obligado a desarrollar una madurez, así que no podemos ‘extirparles’ su capacidad de decisión porque supone infravalorarlos como personas”, advierten los expertos del equipo técnico de Lepant Residencial. Esto no significa que las personas con necesidades concretas –por dependencia, grados de demencia, etc.– no puedan ser atendidas en base a esas condiciones personales.
· Enfoque multidisciplinar
La necesidad de establecer una perspectiva multidisciplinar es otro de los grandes retos de la metodología ACP. No es suficiente con tener un equipo básico de atención a la persona, ya que esta requiere asistencia integral en diferentes ámbitos: médico, psicológico, fisioterapéutico, relacional…
Establecer un plan que contemple ese ‘enfoque 360’ es una tarea compleja y requiere también una buena gestión. Se trata, por tanto, de un reto de primer orden.
· Romper con la rigidez del sistema
A pesar de los avances que las residencias y centros asistenciales han ido consolidando a lo largo de las últimas décadas, hay un consenso generalizado de que estamos ante un cambio de paradigma. La OMS ya ha reivindicado en diversas ocasiones la necesidad de promover un envejecimiento activo, lo que se concreta sobre todo en tres ejes: salud, seguridad y participación. Este nuevo paradigma requiere romper moldes, acabar con la rigidez del sistema y pensar nuevas fórmulas que permitan seguir avanzando durante los próximos años.
· Espacio vital: ese bien tan preciado
Una de las condiciones que en mayor medida reclama la ACP es la disponibilidad de un espacio mínimo vital, tanto en la esfera más íntima –por ejemplo, una habitación propia siempre que esto sea posible–, como en las áreas comunes. Lo ideal es contar con espacios abiertos como jardines, patios o zonas seguras de paseo. En conjunto, se trata de favorecer la intimidad y el bienestar personal.
· Tecnología robótica y tendencias de ‘smart home‘
La irrupción de la tecnología robótica en los entornos asistenciales abre nuevos escenarios, como la intervención de robots para tareas repetitivas/mecánicas y la automatización domótica para facilitar algunas necesidades elementales básicas (abrir una persiana o ventana, superar una escalera, accionar un elemento del baño, controlar la temperatura, etc.).
Poco a poco, las residencias de ancianos van incorporando nuevos elementos propios de una ‘smart home’, lo que debe ayudar a que el personal se centre en aspecto clave de la atención personalizada. El reto será también que la introducción de esas nuevas tecnologías no derive en un trato frío y distante, sino todo lo contrario.