Hasta el 50% de las personas mayores hospitalizadas presenta desnutrición y más del 76% tiene dependencia funcional para realizar actividades de la vida diaria, tal y como revela el “Observatorio Nacional de Valoración Integral en Personas Mayores”, un estudio de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y de Nutricia, división de nutrición especializada de Danone.
Presentado en el marco del 62 Congreso de la SEGG, el “Observatorio Nacional de Valoración Integral en Personas Mayores” es una encuesta realizada entre 136 geriatras de toda España para analizar el abordaje del paciente geriátrico en el contexto hospitalario y de residencias. Este observatorio contempla cuatro pilares fundamentales:
- nutrición
- funcionalidad
- cognición
- delirium
Tal y como destaca la Dra. Naiara Fernández Gutiérrez, coordinadora del observatorio, geriatra y directora asistencial IMQ Igurco, “el objetivo del observatorio es conocer la realidad de la valoración integral en dos de los principales niveles de asistencia geriátrica: atención hospitalaria y prestación de cuidados de larga duración (residencia), y en un segundo paso, establecer oportunidades de mejora orientadas a optimizar nuestra capacidad diagnóstica en aras de una atención óptima a las personas mayores”.
Para esta especialista “investigaciones como el Observatorio Nacional de Valoración Geriátrica son de ayuda para reflexionar sobre nuestro procedimiento de valoración, y poner el foco en áreas de mejora, como por ejemplo la identificación de personas en situación de enfermedad neurodegenerativa avanzada. Contar con datos en este sentido podrá permitir a la SEGG plantear iniciativas formativas que redunden en optimizar la atención que los profesionales de la Geriatría prestamos a las personas mayores en los diferentes niveles asistenciales”.
Desnutrición, un síndrome geriátrico que puede ser «devastador»
La desnutrición es un síndrome geriátrico que afecta de forma muy especial a la población de tercera edad hospitalizada y en residencias. “El impacto de la desnutrición en las personas mayores puede ser devastador, condicionar una pérdida de capacidad funcional, y precipitar la instauración de otros síndromes geriátricos (caídas, inmovilismo, úlceras por presión…) poniendo en claro riesgo vital a la persona en el caso de un ingreso hospitalario y aumentando la posibilidad de institucionalización, además de implicar, en todos los casos, una pérdida de su calidad de vida”, explica la Dra. Fernández.
En este sentido, la encuesta revela que los médicos de residencia ven pacientes con desnutrición mixta moderada, que es la forma más grave y frecuente en población anciana, en menos del 25% de las ocasiones, frente a un 50% en el hospital, lo cual denota diferencias estadísticamente significativas. Además, en la desnutrición participan otros síndromes geriátricos como la disfagia (dificultad para tragar), cuya prevalencia oscila entre el 26-50% de los pacientes hospitalizados e institucionalizados.
En la actualidad existen múltiples herramientas de cribado clínicas, siendo recomendable su aplicación en las primeras 24-48 horas de ingreso hospitalario y residencial. “El objetivo debe ser que en el 100% de las personas mayores se realice una valoración nutricional lo más completa posible para establecer un diagnóstico nutricional y poner en marcha un plan de intervención que garantice revertir el estado nutricional deficitario, puesto que, el rendimiento en términos de salud es claramente eficaz para la persona, además de ser coste-efectivo para la administración, por la reducción de reingresos hospitalarios, necesidad de rehabilitación y ahorro en costes sociosanitarios”, añade la geriatra y directora asistencial IMQ Igurco.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda medir la salud de las personas mayores en términos de funcionalidad. Sin embargo, se trata de uno de los síndromes geriátricos más infratratados. “Función es el todo. Una persona mayor que pierde capacidad funcional va a tener dificultades para salir de su domicilio si tiene barreras arquitectónicas, lo que pondrá en riesgo su participación con su entorno social, con un aumento de soledad percibida”.
Además esta experta señala que “tendrá dificultades para la gestión de la compra, la preparación de los alimentos, su autocuidado, necesitaremos apoyo de una tercera persona, etc. La pérdida de funcionalidad impacta directamente en nuestra salud (física, emocional, social), nos hace tener que modificar la vida que teníamos, por eso adelantarnos a la instauración de la pérdida funcional mediante la identificación de la fragilidad es la oportunidad que tenemos para mantener una buena calidad de vida y autonomía”.
Suplementación nutricional hipercalórica e hiperproteica de alta calidad
Según los expertos, la pérdida de masa muscular y ósea que se ha visto en estos pacientes lleva a plantear un aumento del aporte de proteínas para recuperar este déficit. En este sentido, el desarrollo científico-tecnológico ha convertido a la suplementación nutricional hipercalórica e hiperproteica de alta calidad en una terapia muy útil para el tratamiento de patologías prevalentes en población anciana.
En este sentido, es prescrita no solo para mantener el estado nutricional de los pacientes, sino para influir en el curso evolutivo y pronóstico de las mismas. “Una vez diagnosticada la desnutrición o el riesgo de la misma en el adulto mayor hospitalizado y/o institucionalizado, se debe iniciar una intervención nutricional precoz intentando alcanzar los requerimientos nutricionales que necesite”, señala la geriatra.
Según el observatorio realizado, un 92,6% de los geriatras utiliza los suplementos nutricionales en caso de desnutrición grave y un 77,9% en estadios moderados, si bien el 56,6% también utiliza a veces el suplemento nutricional de forma preventiva en cualquier estadio si los factores de riesgo son importantes. En esta línea, un 82,4% de los geriatras considera que el uso de soporte nutricional es una intervención altamente eficaz y coste-efectiva.
Gonzalo Zárate, Director Médico de la División de Nutrición Especializada de Danone, señala que “en la División de Nutrición Especializada de Danone somos pioneros en productos adaptados a las necesidades nutricionales especiales de los pacientes, con 125 años de compromiso con la investigación mediante un portfolio que ofrece soluciones para todos los pacientes. La puesta en marcha de este Observatorio Nacional de Valoración Integral en Personas Mayores es un ejemplo de este compromiso con las personas con diferentes patologías y de nuestro esfuerzo para que estas tengan soluciones nutricionales efectivas y atractivas, centradas en ayudar a la comunidad científica con la evidencia científica más reciente”.
Valoración de la esfera cognitiva y neuropsiquiátrica
La valoración de la esfera cognitiva (memoria y sus tipos, lenguaje, atención, funciones ejecutivas, capacidades visuespaciales, etc.) y neuropsiquiátrica (afectivos, conductuales, etc) es uno de los pilares de la evaluación geriátrica integral por la importancia que esta tiene en la persona mayor afectada por una enfermedad neurodegenerativa y el impacto en su unidad familiar, que será quien asuma su cuidado en la mayoría de los casos.
“Solo a través de una detallada valoración seremos capaces de identificar síntomas que generan sufrimiento o malestar a la persona o sobrecargan a su cuidador, así como detectar los apoyos que precisa para satisfacer todas las necesidades a medida que va progresando su enfermedad”, comenta la doctora Fernández Gutiérrez.
Otro de los aspectos estudiados en este observatorio es el delirium. Se trata de un cambio agudo y fluctuante de la función cerebral que implica desorientación, inatención y otras alteraciones cognitivas (alucinaciones, pérdida de memoria, pensamiento desorganizado, agitación psicomotriz, agresividad…), que ocurre como consecuencia de un proceso orgánico.
A pesar de su alta prevalencia, muchos de los casos pasan desapercibidos. Tanto es así que es valorada por el 69,9% de los profesionales, una proporción menor, en comparación con otras áreas como la situación funcional (más del 90%) y nutricional (88%). “El delirium condiciona un aumento de la mortalidad (hasta el 50% durante un ingreso hospitalario), de los días de hospitalización y puede llevar a la instauración de deterioro funcional y cognitivo en hasta en un tercio de los casos, con impacto en calidad de vida de la persona mayor y su entorno sociofamiliar”, concluye la Doctora.
En cuanto al abordaje del delirium una vez instaurado, llama la atención que el 63,2% de los geriatras utilizan fármacos en comparación con el 36,8% que se decantan por el tratamiento no farmacológico. Según comenta la Dra. Fernández: “Actualmente no existe suficiente evidencia científica que justifique la aplicación de una terapia farmacológica estandarizada para tratar de forma efectiva el delirium. Por ello, la primera opción de tratamiento ha de ser la estrategia no farmacológica, abordando los factores de riesgo modificables, así como tratando los factores precipitantes de delirium como el dolor, deshidratación, infecciones…”.
“Todo ello, además de fomentar la orientación 24 horas, facilitar objetos personales (fotografías familiares en la mesilla), promover el mantenimiento de las rutinas (lectura de periódico, mantener el autocuidado) y garantizar la socialización, así como asegurar el uso de prótesis dentales, audífonos o corrección visual durante el período de hospitalización”, concluye la coordinadora de este Observatorio de la SEGG.