La complejidad de la demencia genera un importante desgaste psicológico y emocional en el entorno familiar, por ello es importante contar con las herramientas adecuadas para tratar con ellos y seguir reforzando vínculos familiares.
En este sentido, Andrea Trujillo, psicóloga de BluaU de Sanitas, señala que “es especialmente importante involucrar a los más pequeños en estas tareas y es que, aunque la mayoría de las veces se les suele mantener ajenos a la situación, hacerles comprender qué les ocurre a sus abuelos y cómo deben acercarse a ellos no solo es beneficiosos para su propio desarrollo, sino también para mejorar la calidad de vida de los mayores”.
Entre los beneficios del contacto entre abuelos y nietos se encuentran:
- Mejora del estado de ánimo
Las relaciones sociales son beneficiosas para los mayores con demencia puesto que les permite seguir activos, manteniendo sus funciones cognitivas. Además, la alegría y vitalidad de los niños les aporta un plus de energía que repercute en un mejor estado de ánimo. - Incremento de su nivel de actividad
En la medida en que sea posible, pasear, ir al parque, jugar con los nietos o ayudarles en sus tareas les permite mejorar su estado físico, pero también el mental al estimular su rendimiento cognitivo y habilidades de aprendizaje a través, por ejemplo, del manejo de las nuevas tecnologías. - Refuerzo de vínculos familiares
Para los mayores, la familia es una pieza clave de su estructura social y la importancia que le otorgan es mayor a medida que avanza su edad. Para las personas con demencia, tener a su alrededor personas que reconocen y a las que quieren, les ayuda a mantener su tranquilidad, felicidad y, por tanto, su salud mental.
Para poder obtener todos estos beneficios es esencial ofrecer a los niños ciertas pautas que les permitirán entender cómo deben actuar en cada situación. Los expertos de Sanitas ofrecen algunos consejos para ello:
- Identificar síntomas y situaciones
El hecho de no reconocer a los nietos puede ser impactante para los niños. Para evitar que se sientan desconectados de sus abuelos y puedan seguir manteniendo una buena relación con ellos, habrá que advertirles de las posibles situaciones que pueden encontrarse cuando los visiten. Los episodios de irritabilidad, la falta de interés o la pasividad pueden ser frecuentes y los pequeños deben aprender a normalizarlas sin que eso suponga un trastorno para ellos. - Hablar del presente y no insistir
En la medida de lo posible, siempre será mejor hablar sobre cosas actuales o futuras que sobre el pasado. No recordar eventos sucedidos puede generar frustración en los mayores por lo que, al evitarlos, se garantiza una mayor tranquilidad. Tampoco es aconsejable rebatirles cuando insisten en hechos o realidades que no son como las recuerdan puesto que solamente incrementa sus niveles de estrés. - Respetar su espacio
La actividad de los niños puede ser, en ocasiones, un motivo de alteración para los pacientes con demencia. Por ello, es esencial enseñar a los pequeños a mantener una actitud tranquila y calmada y evitar elevar el tono de voz. Además, es importante mostrarles cómo actuar ante los posibles cambios de humor que se dan en personas con demencia, identificarlos y aceptar sus demandas en eso momentos, ya sea estar solos, cambiar de tema o realizar otras actividades que prefieran realizar
Y es que “la demencia se caracteriza por ser una patología que, si bien presenta ciertos patrones comunes, se puede llegar a manifestar de una manera muy distinta en cada persona. Asimismo, a medida que avanza la enfermedad los pacientes tienen diferentes necesidades en función del grado de afectación y la velocidad del desarrollo de los síntomas. Es una enfermedad cuya evolución es difícil de prever a largo plazo, hay que tratarla día a día”, indica David Curto, director médico, Calidad e Innovación de Sanitas Mayores.
La OMS calcula que más de 55 millones de personas a nivel global viven con demencia, una cifra que prevé que aumente hasta los 78 millones para 2030 y a 139 millones en 2050. Estos datos evidencian una realidad con la que será necesaria atender y con la que habrá que convivir hasta que exista una cura para estas enfermedades.