Para que los hábitos saludables de estilo de vida tengan un impacto positivo en el envejecimiento conviene adoptarlos cuanto antes, como muy tarde a partir de los 50 años para poder afrontar una edad sénior con bajo riesgo de enfermedades cardiovasculares, tal y como señalan los especialistas de DomusVi.

Y es que el riesgo y la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares aumentan con la edad y con el deterioro funcional asociado al envejecimiento. Las enfermedades coronarias son la primera causa de muerte en todo el mundo con 18,6 millones de fallecimientos anuales, según la Federación Mundial del Corazón.

Asimismo, en España constituyen la principal causa de fallecimiento por delante del cáncer y de las enfermedades del sistema respiratorio. Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), casi 120.000 personas perdieron la vida por enfermedades del sistema circulatorio en 2020.

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Mantener una buena condición física es un factor decisivo para prevenir las enfermedades cardiovasculares

Para tratar de reducir esta cifras, los expertos de DomusVi inciden en la importancia de introducir algunas prácticas saludables en las rutinas diarias que las personas mayores de 50 años especialmente pueden llevar a cabo en pro de un envejecimiento con bajo riesgo de desarrollar enfermedades de este tipo.

En primer lugar, los expertos coinciden en la importancia de mantener una dieta sana. Además de una correcta hidratación, el régimen alimenticio debe contener verduras, frutas, legumbres, aceite, frutos secos, pescado azul, etc. Es fundamental asegurarse de que la ingesta se produce de forma adecuada, para que los nutrientes se absorban en el organismo.

La masa corporal también juega un papel importante. En este caso, es favorable mantener un peso adecuado de IMC entre 18,5 y 25.

La práctica de ejercicio físico de forma regular (aproximadamente dos horas por semana), con una intensidad moderada o mayor al menos durante 30 minutos, es importante puesto que una buena condición física es un factor decisivo para prevenir enfermedades cardiovasculares con el avance de la edad. Además, ayuda a mejorar la flexibilidad, el equilibrio y la fuerza física, al tiempo que reduce el riesgo de caídas que son habituales en la tercera edad.

Estas y otras prácticas saludables forman parte del envejecimiento activo, un concepto definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.

Como señala José Manuel Pérez, responsable de Coordinadores Asistenciales de la Dirección Técnica Asistencial de DomusVi, «tenemos que crear nuevos modelos de envejecimiento que nos ayuden a construir la sociedad que queremos para el futuro. Y, entre otros temas, replantear el ocio y las actividades físicas en las personas de la tercera edad dentro de nuestra sociedad. Todos tenemos derecho a disfrutar de una buena calidad de vida y un ocio diverso en cualquier etapa vital».

El envejecimiento activo permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y participar en la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades, mientras que les proporciona protección, seguridad y cuidados adecuados a la medida de sus necesidades asistenciales.