Según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), 12,2 millones de personas en el mundo sufrirán un ictus en 2022 y 6,5 millones fallecerán. Además, se estima que más de 110 millones de personas que ha sobrevivido a un ictus viven con discapacidad.
Los datos manejados por la Sociedad Española de Neurología (SEN) subrayan que el ictus es la primera causa de discapacidad, la segunda causa de muerte y la segunda causa deterioro cognitivo en la población adulta. Asimismo, alerta de que este año, en todo el mundo, 12,2 millones de personas sufrirán un ictus, y más de la mitad, 6,5 millones, fallecerán por esta enfermedad.
En paralelo, los datos de la SEN también evidencian que, en España, unas 110.000 personas sufren un ictus cada año, de los cuales al menos un 15% fallecen y, entre los supervivientes, en torno a un 30% queda en situación de dependencia funcional. Además, esta enfermedad es la primera causa de mortalidad en las mujeres, la segunda en hombres y la primera causa de discapacidad tanto en hombres como en mujeres: más de 350.000 personas presentan alguna limitación en su capacidad funcional como consecuencia del ictus.
En este contexto, la Doctora Mar Castellanos, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, explica que “el ictus se produce como consecuencia de la alteración del flujo sanguíneo que llega al cerebro. En más del 80% de los casos, la causa es la obstrucción de alguno de los vasos que suministran sangre al cerebro, generalmente por un coágulo: es lo que se denomina ictus isquémico. Pero también puede producirse por la rotura en alguno de estos vasos: es lo que llamamos ictus hemorrágico”.
Esta experta añade que “independientemente del tipo de ictus que se padezca, siempre estaremos hablando de una urgencia médica, porque cuanto más tiempo pase sin flujo sanguíneo una zona de nuestro cerebro, mayores serán las consecuencias”.
El ictus: una enfermedad tiempo-dependiente
Y es que el ictus es una emergencia médica porque es una enfermedad tiempo-dependiente, esto es, que cuanto más temprana sea su detección, el acceso a las pruebas y al tratamiento, mayor será la probabilidad de sobrevivir a esta enfermedad y mayor también la de superarlo sin secuelas importantes. No obstante, a pesar de que se estima que 1 de cada 4 personas en edad adulta sufrirá un ictus a lo largo de su vida, en España solo un 50% de la población sabría reconocer los síntomas de esta enfermedad, que son:
- Pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo.
- Generalmente afecta a una mitad del cuerpo y se manifiesta sobre todo en la cara y/o en las extremidades.
- Alteración brusca en el lenguaje, con dificultades para hablar o entender.
- Alteración brusca de la visión, como pérdida de visión por un ojo, visión doble o pérdida de la visión en algún lado de nuestro
campo visual. - Pérdida brusca de la coordinación o el equilibrio.
- Dolor de cabeza muy intenso y diferente a otros dolores de cabeza
habituales.
Sobre el cuadro de síntomas, la drá. Castellanos alerta de que “los síntomas del ictus generalmente se producen de forma brusca e inesperada y, aunque habitualmente los pacientes suelen experimentar varios de estos síntomas, solo con identificar uno de ellos es motivo suficiente para que se llame al 112. Incluso aunque los síntomas desaparezcan a los pocos minutos, hay que acudir a Urgencias”. Y añade que hay que “tratar de aumentar el conocimiento que la población tiene sobre sus síntomas, porque reaccionar a tiempo es esencial para sobrevivir o para no sufrir una discapacidad por esta enfermedad”.
Factores de riesgo para sufrir un ictus
De igual forma que es importante reconocer los síntomas, también lo es la prevención de esta enfermedad. Aunque la incidencia de los ictus aumenta significativamente con la edad (más del 60% de los casos ocurren en personas menores de 70 años y el 16% en personas menores de 50 años) también influyen otros factores.
En particular, el factor de riesgo más importante para la aparición de ictus es la presión arterial alta. Pero también otros como el tabaquismo, la inactividad física, la dieta poco saludable, la obesidad, el consumo de alcohol excesivo, la fibrilación auricular, los niveles elevados de lípidos en sangre, la diabetes mellitus, la genética, el estrés, etc. La mayoría de estos factores son modificables. Se estima que solo controlando adecuadamente los factores de riesgo modificables se podría prevenir hasta el 90% de los casos de ictus.
La Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología explica que “la prevención es muy importante, no solo porque es algo que está en nuestras manos, sino porque de no hacerlo, estimamos que en la próxima década se producirá un aumento del 34% en el número de ictus, un incremento de un 45% de muertes por ictus y un aumento del 25% en el número de supervivientes de ictus con discapacidad en Europa”. A este respecto manifiesta que “planes como el Plan de Acción Europeo contra el Ictus, al que se ha adherido recientemente el Ministerio de Sanidad y la SEN, también ayuden a poner freno a esta enfermedad”.
El Plan de Acción Europeo contra el Ictus para 20230 contempla los siguientes objetivos:
- Que se reduzcan al menos un 10% el número de casos de esta dolencia en Europa.
- Que el 90% o más de todos los pacientes con esta enfermedad en Europa sean tratados en Unidades de Ictus, como primer nivel de atención.
- Que se dispongan de planes nacionales de ictus que abarquen toda la
cadena de atención, desde la prevención primaria hasta después de sufrirlo. - Que se implementen estrategias nacionales de salud pública, promoviendo y facilitando un estilo de vida saludable, y reduciendo los
factores ambientales, socio-económicos y educativos que aumentan el
riesgo de ictus.