El programa «Emoseniors, Apoyo en la Gestión Emocional para los mayores y sus cuidadores» es una iniciativa impulsada por INDEPCIE (Instituto Nacional para el Desarrollo Personal, el Coaching y la Inteligencia Emocional), en el marco del Programa Erasmus+, que cuenta con la participación de seis países europeos.
La atención a los mayores y a sus cuidadores es actualmente uno de los temas más recurrentes para la sociedad cuando se habla de la calidad de vida y la salud de las personas mayores. La atención médica, los conocimientos en gerontología y los cuidados que necesita este segmento de población son algo ampliamente reconocido y demandado para los profesionales que se encargan de su atención diaria, ya sea en centros médicos, hospitalarios o residencias. Pero, ¿quién se preocupa por la salud emocional de los cuidadores? Es decir, ¿quién cuida al cuidador?
Esta es la pregunta que dio origen a Emoseniors, un proyecto transnacional que trata de abordar el reto que supone el envejecimiento de la población que, aunque sea un fenómeno mundial, es especialmente pronunciado en los países europeos.
El envejecimiento poblacional en cifras
Según la Agencia Europea para las Estadísticas, Eurostat hay más de 90 millones de personas de 65 años o más viviendo en la UE, lo que supone más del 20% de la población total. Además, según un informe del Banco de Desarrollo del Consejo de Europa de enero de 2014, se espera que la proporción de personas de 65 años o más alcance el 29% de la población total en los próximos años, lo que representará unos 150 millones de individuos.
Con las cifras en la mano, se puede entender mejor que no es casualidad que en este proyecto haya representantes de España, Italia o Estonia, tres de los países que presentan una mayor tasa de personas mayores en sus pirámides de población, lo que les convierte en socios clave para Emoseniors.
Cuidar de aquellos que cuidan
La cuestión es que dado el aumento de la población mayor, cada vez es más amplio el número de personas que se dedican a su cuidado, ya sea de forma profesional (en centros médicos o residencias) o no profesional. En numerosas ocasiones, esa tarea corresponde a las familias o a personas que no tienen una formación específica en este ámbito. Evidentemente, todo se puede aprender, pero hay algo a lo que nadie enseña: a gestionar las emociones.
En ese sentido, José Carlos León, Project manager en INDEPCIE (Instituto Nacional para el Desarrollo Personal, el Coaching y la Inteligencia Emocional), relata su propia experiencia y afirma que, “cuando mis padres se hicieron mayores yo me quedé solo con ellos con apenas 20 años, teniendo que pasar por muchas de las etapas de su envejecimiento y deterioro físico y mental”, añade León, quien recuerda como la mayoría de la gente le decía cosas como, “tienes que entenderlo” o “son mayores y tienen sus cosas”. “Sí, pero a mí nadie me había enseñado, no tenía ninguna experiencia ni estaba preparado, y de un día para otro tuve que aprender a cuidar de dos personas que se iban haciendo mayores”, asegura.
Esta es una experiencia que muchos cuidadores no profesionales han vivido en sus carnes, y que tiene un enorme impacto emocional al ver cómo personas a las que amas profundamente se van apagando, cómo surgen los achaques típicos de la edad o reacciones que no entiendes. Nadie está preparado ni entrenado para gestionar ese golpe, y por eso surgió Emoseniors.
Mente sana en cuerpo sano
El bienestar psicológico puede ser incluso un factor de protección de la salud, reduciendo el riesgo de enfermedades físicas crónicas y favorece la longevidad. Una buena salud física está asociada a una buena salud mental. Las personas mayores hablan de la salud de una manera holística, combinando tanto aspectos mentales y físicos. En este sentido, la Inteligencia Emocional (IE) es uno de los puntos fuertes que en equilibrio conforman una persona valiosa y segura de sí misma, tanto a nivel personal como en relación con las personas que la rodean.
La IE se ha definido como la capacidad de un individuo para identificar, comprender y gestionar el contenido emocional de sus interacciones y experiencias (Goleman, 1995). Llegar a una vejez emocionalmente sana, saber apreciar el presente, ajustarse a cada momento, adaptarse al entorno y, por supuesto, desarrollar un enfoque relajado y optimista es sinónimo de envejecimiento activo y exitoso.
Y es aquí donde Emoseniors puede ser beneficioso y necesario para los mayores y también para sus cuidadores (ambos grupos destinatarios de nuestro proyecto), ya que este proyecto pretende ayudarles a afrontar la nueva etapa a la que se enfrentan, así como los cambios que supone.