La soledad no deseada afecta a más de dos millones de personas en España, aumenta la probabilidad de muerte un 26% y repercute gravemente en la salud física y mental. Por ello, desde la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) se solicita tomar medidas urgentes para crear un marco estatal de intervención.
Ante estos alarmantes datos, la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) exige a las administraciones públicas una estrategia para terminar con la soledad no deseada que sufren más de dos millones de personas mayores de 65 en España y por ello solicita.
A juicio de la PMP, el avance de la Estrategia Nacional es lenta, aunque el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 ha anunciado que estará lista en el primer trimestre de 2023, en cuyo cumplimiento la Plataforma se compromete a colaborar.
Para la PMP es necesario que estos objetivos conlleven conocer mejor cuáles son las soledades más frecuentes y qué grado de impacto tienen. Asimismo, considera necesario la realización de campañas de sensibilización a la población para conseguir su participación en la solución de los problemas de soledad, que no estigmaticen a las personas que la sufren y su prevención fomentando espacios de convivencia, educando desde niños en la convivencia, promoviendo espacios intergeneracionales, y atacando los graves problemas que suelen acompañar a la soledad (pobreza, malos tratos, entre otras.).
Por otra parte, también estima vital crear programas específicos de acompañamiento a personas solas; promover el voluntariado; implicar a empresas e instituciones y a la población en su conjunto en la atención a la soledad; y evaluar los programas que se ponen en marcha y continuar las acciones que ya han funcionado, haciendo sostenibles los programas en el tiempo.
Desde la PMP aseguran que las personas mayores son las que están más afectadas por la soledad no deseada, sosteniendo que “estos grupos de mayor riesgo deben ser una prioridad del trabajo de las administraciones públicas”. Por ello, la Plataforma apuesta por intervenciones transversales lideradas por las administraciones públicas, sobre todo, las locales, ya que no solo impactan en la soledad la mala calidad o carencia de servicios sociales y/o sanitarios, sino la falta de transportes accesibles y asequibles, la falta de accesibilidad en las viviendas y entornos urbanísticos, la acentuación de los problemas de convivencia o los prejuicios o barreras culturales hacia ciertos grupos, entre otros.
Dada la complejidad del problema, la Plataforma considera que hay que hacer es establecer bien las prioridades a partir de un mejor conocimiento de la soledad no deseada y los principales grupos en riesgo. En este aspecto, subraya que el grupo más mayoritario que sufre soledad no deseada son las personas de más avanzada edad, que son dependientes o se sienten alejadas de su red familiar o de amistades. “Estos grupos de mayor riesgo deben ser una prioridad del trabajo de las administraciones públicas”, indica la PMP.
Entre las prioridades, estarían, por ejemplo, las 461.000 personas mayores de 85 años que viven solas, según datos del INE de 2018, de las cuales 360.000 son mujeres, que son el 41% de toda la población de mujeres que supera esa edad.
Asimismo, añade que la soledad no deseada es un problema que afecta gravemente a la salud física y mental. En concreto, en base a los estudios realizados, la soledad no deseada aumenta la probabilidad de mortalidad en un 26%, además de asociarse con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares, hipertensión arterial, deterioro cognitivo y demencia, al tiempo que es un factor de riesgo también por la progresión de la fragilidad física, la depresión, intención de suicidio o un funcionamiento cognitivo más deficiente.
Sobre este aspecto, Lázaro González, presidente de la Comisión de la Soledad No Deseada de la PMP, advierte que “el sentimiento de soledad en tan gran número de personas es un indicador de la baja calidad de nuestra convivencia, debido, tal vez, a que ni nuestras autoridades ni cada uno de nosotros estamos sabiendo captar los cambios profundos que se están produciendo en nuestra sociedad”. Y añade que “está claro que no se puede acabar con la soledad no deseada si no construimos una sociedad cuidadora, que piense en el bienestar social de todos sus integrantes y no solo de una parte”.