El 28% de las personas mayores de 65 años que tienen al menos una enfermedad crónica viven solas y, casi la mitad (hasta un 43%) de los que se encuentran en esta situación se sienten mal por ello, tal y como revela el ‘Estudio del impacto de la enfermedad crónica en las personas mayores’ elaborado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) en colaboración con Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
Este documento analiza el impacto de la enfermedad crónica en las personas mayores con el fin de identificar el estado de situación de la atención sanitaria y social que reciben, analizar el impacto emocional que genera la enfermedad crónica y proponer estrategias de mejora.
Del mismo se extrae que el perfil más vulnerable es el de mujeres mayores de 80 años, con ingresos y nivel de estudios bajos, con pluripatologia y con barreras de comunicación con sus profesionales sanitarios que limitan su auto cuidado. Además, asisten a menos consultas médicas y les resulta muy complicado acceder a recursos sociales y reciben menos ayuda de su entorno familiar y profesional aun necesitándola.
Otra de las conclusiones es que casi el 30% de personas que necesitan ayudas no reciben ningún tipo de asistencia para sus cuidados. Los tres tipos de tareas que los mayores necesitan con mayor frecuencia son:
- salir a la calle
- hacer la comida
- tareas del hogar como limpieza, ordenar, lavar y planchar
Tal y como apunta la presidenta de la POP, Carina Escobar, se debería realizar “una atención más centrada en las personas especialmente las más vulnerables, necesitamos procesos asistenciales más proactivos, flexibles que tenga en cuenta situaciones como la soledad, la edad avanzada, o la situación socio económica”.
Dificultades económicas y malestar psicológico
Otro de los aspectos que pone de manifiesto el estudio son las dificultades económicas que atraviesan muchos mayores, ya que el 44% de los encuestados declaran tener algún tipo de dificultad económica para llegar a fin de mes. Esta situación se agrava en el grupo de personas mayores de 80 años y en el caso de aquellos con estudios de nivel bajo.
En este punto, desde la POP apuntan que sería necesario “informar a los pacientes y sus cuidadores sobre los recursos sociales y sociosanitarios a los que pueden acceder. En este sentido, debemos avanzar en atender necesidades sociales y económicas que afectan a la salud de las personas mayores”.
Respecto al malestar psicológico que produce que muchas ocasiones tener una enfermedad crónica, el 61% de las personas mayores encuestadas tiene pensamientos y emociones negativas de forma ocasional debido a su enfermedad, mientras que un 28% afirma tenerlos frecuentemente.
El 47% declara que se relaciona menos o mucho menos que antes debido a su estado de salud, lo cual refuerza la situación de malestar: a menor frecuencia de relaciones el malestar psicológico es mayor y viceversa. En cuanto al perfil de las personas con peor estado de ánimo, son mujeres mayores de 80 años, con estudios y clase social baja, que padecen más de una enfermedad crónica.
El estudio pone de manifiesto que a pesar de que la valoración de la atención sanitaria recibida en el último año es de 6,65 se percibe que esta ha empeorado a raíz de la pandemia. En cuanto al uso de los recursos asistenciales destaca la teleasistencia (23%), seguido de los centros de día (17%), ayudas domiciliarias (16%), tarjetas de aparcamiento por movilidad reducida (12%) y ayudas económicas (7%).
Propuesta de mejora
A raíz de estos resultados expuestos la POP ha definido 9 propuestas de mejora:
- Implementar las reformas necesarias para garantizar la atención centrada en el paciente, especialmente en las personas mayores atendiendo su fragilidad y respetando su autonomía y dignidad.
- Realizar una atención más bio-psicosocial atendiendo las necesidades de las personas mayores en situación de vulnerabilidad. Determinado por su estado clínico, la soledad, la edad o la disponibilidad de cuidador o familiar.
- Flexibilizar la atención a través de la definición de un modelo que contemple la atención presencial, telemática y domiciliaria acorde con las necesidades específicas de las personas mayores con enfermedades crónicas en cada momento.
- Mejorar el acceso a la información por parte de pacientes y sus cuidadores sobre los recursos sociales y sociosanitarios a los que pueden acceder.
- Avanzar en la integración e interoperabilidad entre los sistemas sanitario y social de tal forma que las personas mayores cuenten con una historia clínica integrada dotada de información sanitaria y social.
- Asegurar el derecho a unas condiciones sociales básicas que afectan a la salud de las personas: la vivienda, la alimentación o la factura de la luz, son también determinantes de la salud.
- Dar respuesta a las necesidades de atención psicológica, mediante la universalización de la atención psicológica en el sistema público de salud y la incorporación de las necesidades particulares de las personas mayores y sus familiares.
- Fomentar la formación de profesionales sanitarios y no sanitario, y del conjunto del ámbito social en comunicación e información para mejorar la relación médico-paciente- cuidador para dar una respuesta adaptada para personas mayores de mayor vulnerabilidad.
- El reto de la equidad, y el acceso a los recursos sanitarios y sociales con perspectiva de género es clave para atender las necesidades urgentes de las mujeres especialmente las más vulnerables.
Las personas interesadas pueden consultar consultar aquí al completo el ‘Estudio del impacto de la enfermedad crónica en las personas mayores’.