Una de cada cuatro personas afectadas por ictus en Euskadi es mayor de 65 años, y de ellas al menos un 15% fallece, tal y como expuso la Dra. Naiara Fernández Gutiérrez, geriatra y directora Asistencial de IMQ Igurco, en la jornada jornada ‘Cuidados paliativos en el paciente con ictus’, organizada por la secciones de Geriatría, Neurología y Cuidados Paliativos de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB).
En su intervención, centrada en los factores predictores de mal pronóstico en el ictus (comorbilidad), la Dra. Fernández expuso que el pronóstico del ictus está relacionado con la extensión de la lesión así como con la severidad de los síntomas, «pero además, existen factores como la edad, o la existencia de comorbilidad clínica (diabetes, insuficiencia cardiaca), deterioro cognitivo o una situación funcional previa comprometida, que también influyen en el proceso».
Tal y como expuso esta experta, presidenta de la sección de Geriatría de la ACMB, «identificar de forma precoz a aquellas personas con riesgo de fallecimiento o deterioro funcional severo nos va a permitir realizar un adecuado diagnóstico situacional que facilite el inicio de una planificación anticipada de cuidados con el paciente, o en caso de imposibilidad para la comunicación, con su entorno familiar».
La directora Asistencial del grupo sociosanitario vasco IMQ Igurco señaló que «conocer las preferencias del paciente (de forma directa o a través de sus familiares o allegados) va a facilitar la toma de decisiones difíciles (ventilación mecánica, colocación de sondas de gastrostomía, etcétera) y garantizar que el plan de intervención se ajuste a las preferencias del afectado, también en el caso de enfermedad avanzada y abordaje sintomático-paliativo».
El envejecimiento de la población supondrá un aumento de la incidencia del ictus
Por su parte, Dra. Covadonga Fernández Maiztegui, neuróloga del servicio de Neurología del Hospital Universitario Cruces, advirtió que «a pesar de los avances en el tratamiento agudo del ictus, su mortalidad y morbilidad son elevadas. Con el envejecimiento de la población nos encontramos en un escenario próximo de aumento de su incidencia y es necesario tener en cuenta que, a diferencia de otro tipo de enfermedades, el ictus es una enfermedad de aparición súbita. Además, los pacientes tienen limitada la capacidad de comunicación con frecuencia. Estas dos características condicionan de manera importante la toma de decisiones en la fase aguda».
La neuróloga del Hospital Universitario Cruces puso de manifiesto que en los pacientes con ictus «el tratamiento paliativo puede iniciarse en el mismo momento de la instauración de la enfermedad, junto con el tratamiento agudo». A su juicio, «la estimación del pronóstico y su comunicación al paciente y la familia es fundamental para poder proporcionar los cuidados necesarios a los pacientes con ictus grave, incluyendo los cuidados paliativos. Para la comunicación del pronóstico puede ser de gran ayuda plantear el mejor y el peor escenario esperable».
Cuidados para anticipar, prevenir y aliviar el sufrimiento
Respecto a los cuidados paliativos, el Dr. Jacinto Bátiz Cantera, director del Instituto para Cuidar Mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, recalcó que los cuidados paliativos son una práctica clínica y una disciplina de la Medicina «centrada en el paciente y en la familia, enfocada en anticipar, prevenir y aliviar el sufrimiento en todas las etapas de la enfermedad, incluidas las que acontecen en el final de la vida».
El director del Instituto para Cuidar Mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi destacó que «los cuidados paliativos están dirigidos a cualquier persona que padece una enfermedad grave que interfiere con su calidad de vida, incluidas quienes padecen ictus. Por ello, los pacientes con ictus que presenten una reducida esperanza y calidad de vida deben tener acceso y recibir cuidados paliativos adecuados a sus necesidades».
Por último, el experto paliativista ofreció en su intervención en esta jornada de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao una serie de pautas sobre cómo cuidar a una persona al final de la vida que ha sufrido un ictus. «Teniendo en cuenta sus deseos y sus valores; evitando el abandono; controlando adecuadamente los síntomas que le provocan sufrimiento; evitando la obstinación diagnóstica y terapéutica; y por último, haciendo uso de la sedación cuando el paciente presente un sufrimiento refractario a los tratamientos establecidos anteriormente», recomendó el Dr. Bátiz Cantera.