Un artículo de Natividad Comes, directora de Atención Domiciliaria de Dedicae
Cuidar a una persona mayor no es fácil. Además de conocimientos, habilidades y competencias profesionales hacen falta una serie de cualidades humanas para que la atención a domicilio de esa persona dependiente sea lo más adecuada posible.
En Dedicae, basándonos en nuestra amplia experiencia, hemos elaborado el decálogo del buen cuidador de mayores, diez requisitos que deben cumplir aquellas personas encargadas de ocuparse de nuestros seres queridos cuando estos ya no pueden valerse por sí mismos.
1. Conoce y sabe hacer las tareas
Antes de comenzar su trabajo, el cuidador debe conocer y saber hacer bien las tareas relativas al cuidado directo del mayor. Para ello, debe contar con la competencia profesional necesaria según la situación de salud, movilidad y atención de cada anciano e informar a la familia de si se ve capacitado para desempeñarlas adecuadamente. Sus funciones suelen consistir en alimentarle, asearle, vestirle, acompañarle, suministrarle la medicación, realizarle terapias físicas…
2. Se recicla regularmente
Entre los conocimientos que debe tener está el traslado del paciente, el saber levantarlo de la cama para llevarlo a la silla de ruedas o al andador, los ejercicios de fisioterapia como entrenamiento para mantener la independencia de la persona, ejercicios para la memoria y de terapia ocupacional para que esté entretenido y se sienta útil… Para ello se recicla regularmente con cursos específicos sobre los cuidados a la tercera edad. En este sentido es clave la colaboración del cuidador con una enfermera, que tutele y supervise sus competencias sociosanitarias.
3. Analiza las necesidades actuales y se anticipa a las futuras
Un buen cuidador sabe escuchar las necesidades de la persona mayor, se muestra receptivo a sus peticiones y se anticipa a posibles nuevas circunstancias. Está vigilante ante sus cambios anímicos y físicos, y le motiva para mantener su calidad de vida. Tiene muy claro cuáles son los signos de alarma clave ante los que tiene que avisar a un profesional sanitario.
4. Respeta la autonomía, el trato y la intimidad del anciano
El cuidador profesional ayuda al anciano a desenvolverse en su vida diaria potenciando su autonomía personal dentro de lo posible. Asimismo, le trata como a un adulto, con educación, respeto y cariño; no como si fuese un niño o tuviese un déficit de comprensión. De igual forma, respeta sus costumbres e intimidad, interesándose por sus gustos y preferencias para adecuarlas a la rutina diaria.
5. Busca su sociabilidad
La persona que se ocupa de una persona mayor evita su aislamiento, procurando que siga en contacto con su familia, amigos, vecinos… Le enseña a disfrutar con ellos y de ellos, bien a través de una rutina de paseos o de visitas en casa.
6. Atesora valores humanos
Además de su cualificación como profesional y de su experiencia, el cuidador debe contar con una serie de cualidades personales y valores humanos innatos, como amabilidad, empatía, alegría, comprensión, paciencia, asertividad, responsabilidad y resolución.
7. Es honesto y comunicativo
El buen cuidador es honesto, puesto que las personas mayores y sus familias depositan en él toda su confianza. Cuida la relación entre ambas partes y basa ese vínculo en el respeto y la confianza. Se comunica de forma transparente con el anciano y su familia, e informa adecuadamente al personal médico y otros profesionales de la asistencia.
8. Tiene vocación
Siente que su labor es vocacional. Tiene ganas de cuidar y pasar tiempo con una persona. Se siente satisfecho con esos quehaceres, más allá de la remuneración económica. Se dedica a ello con todas sus fuerzas, física y mentalmente.
9. Es inteligente emocionalmente
Sabe gestionar con inteligencia las emociones propias. Atender diariamente a personas con un grado de dependencia alto, con deterioro cognitivo o sin movilidad, conlleva un fuerte desgaste emocional, además de físico. Por tanto, el cuidador sabe cómo mantenerse estable en términos psicológicos para mostrar siempre una actitud positiva ante sus pacientes.
10. Se cuida a sí mismo
Se preocupa por su estado de salud. Es consciente de que debe cuidarse para cuidar y evitar consecuencias negativas por el cansancio físico. Además, proyecta una actitud fuerte y positiva en todo momento, y se prepara día a día para dar lo mejor de sí a su paciente y a las personas que conforman su entorno familiar y social.
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