Un artículo de María Leal,
CEO y fundadora de Plennio
España está en su máximo histórico de envejecimiento. Es más, somos el cuarto país con la población más envejecida de la Unión Europea. Así, la pirámide demográfica que todos hemos estudiado en los colegios hace mucho que se está convirtiendo en una columna que, poco a poco, se va estrechando. De esta forma, en pocos años, la población senior será mayor que la población joven.
Por ese motivo, en un mundo globalizado, ligado a los ritmos frenéticos del mercado y dirigido por la digitalización, se nos está olvidando que lo verdaderamente importante es la ciudadanía y que el aspecto en el que más se debe incidir es en promover proyectos que ayuden a mejorar la sociedad.
Si echamos un vistazo a la realidad de la población española, vemos que la recesión económica, las consecuencias de la pandemia, el paro juvenil, la baja natalidad y la incapacidad para la emancipación de los jóvenes se suman al aumento de la esperanza de vida y el progresivo envejecimiento. Esta situación provoca que, de los 47,6 millones de ciudadanos que somos, más de 9,3 millones superan los 65 años. Y, de estos, más de un millón tiene algún grado de dependencia reconocido.
Pese a que, sumándose a los fondos públicos de la UE, las Administraciones Públicas españolas han puesto en marcha políticas de envejecimiento, planes de ayudas y sistemas de pensiones que se suman a las derivadas de la ley de dependencia, creo que, lamentablemente, no es suficiente. Actualmente, sabemos que 1 de cada 4 familias tiene en su núcleo el problema de la dependencia de algún miembro de la tercera edad. Y aunque sí se aplican determinadas ayudas que pueden contribuir a suavizar la situación, ¿qué estamos haciendo con y por nuestros mayores?
El cuidado de mayores y su conciliación
Según un estudio que hicimos a nivel nacional a partir de una encuesta popular, sabemos que los familiares responsables del cuidado de sus mayores son los hijos, quienes, por naturaleza, están trabajando y deben conciliar su vida personal y laboral y sumar, además, el tiempo que dedican a sus padres dependientes. Un problema que, si bien afecta al grueso de la población, es mucho más notable en las mujeres que, cuando pasan los 45 años y llegan al culmen de su carrera, en ocasiones se ven obligadas a abandonar o a relegar su trabajo a un segundo plano.
Esta falta de conciliación también provoca frustración personal, estrés y, en algunos casos, problemas familiares al tener que compartir esta responsabilidad común para la que nadie parece encontrar suficiente tiempo. Y este es precisamente el ejemplo de que hay algo que falta por hacer o que no se está haciendo bien.
Pero, como decíamos al principio, el foco debe ponerse en el cuidado de mayores, pues no es normal que la población que conforma el grueso de la sociedad no sea prioritaria en conversaciones, discursos, ayudas y oferta de servicios por parte de compañías que aporten un verdadero impacto social, que quieran responder fielmente a las necesidades personales de esta franja de edad.
Más del 80% de los españoles quieren seguir viviendo en su casa en la medida de lo posible y, cómo no, disfrutar de la familia y del acompañamiento de los hijos. Pero, como ya hemos mencionado, la falta de conciliación es uno de los principales obstáculos y, en gran medida, la consecuencia de que dos de los grandes problemas de la tercera edad sean la soledad y la desatención.
Por eso, creo que es más necesario que nunca que se promuevan servicios integrales de acompañamiento y supervisión familiar que, lejos de sustituir la figura de valor que suponen los hijos para sus padres mayores, sean un soplo de aire fresco donde delegar las tareas más rutinarias. De esta forma, el tiempo del que se disponga ya podría destinarse a lo que importa de verdad: estar juntos.
Y así podríamos centrarnos en lo importante y dar más cabida al tiempo de calidad en nuestra rutina familiar. De esta manera, el que quiera, pueda y esté bien, tendrá la oportunidad de trabajar, disfrutar de su rutina personal y, por supuesto, seguir viviendo en su casa el mayor tiempo posible sin importar su edad.