Un artículo de Sonia Terrón Pérez,
Terapeuta Ocupacional en atención domiciliaria, responsable de Mas Terapia en Madrid
La terapia ocupacional es una profesión sanitaria, que a través de la valoración de las capacidades y problemas físicos, psíquicos, sensoriales y sociales del individuo, pretende, con un adecuado tratamiento, capacitarle para alcanzar el mayor grado de independencia posible en su vida diaria, contribuyendo a la recuperación de su enfermedad y/o facilitando la adaptación a su discapacidad.
Presenta gran variedad de ámbitos de actuación, sanitarios, socio-sanitarios, sociales, educativos… y entre estos, se encuentra la atención domiciliaria. La terapia ocupacional a domicilio se dirige a conseguir que las personas sean lo más independientes posibles en su vida diaria para prevenir la dependencia, para mantener la salud, la calidad de vida y recuperar o minimizar los efectos de la enfermedad y/o la discapacidad. Persigue estos objetivos mediante el uso de la ocupación y la actividad significativa y propositiva.
El término ocupación hace referencia a todo el conjunto de actividades que llenan el tiempo de las personas y que aportan significado e identidad a sus vidas. Los terapeutas ocupacionales a domicilio pueden intervenir en cualquier etapa de la vida como en los adultos mayores.
Según la OMS, el término adulto mayor refiere a cualquier persona, sea hombre o mujer que sobrepase los 60 años de edad. El colectivo de los adultos mayores es una parte de la población especialmente sensible a la disfunción ocupacional.
Con la edad, se van produciendo en el organismo cambios físicos, funcionales y psicológicos, que pueden provocar deterioro funcional y afectar en mayor o menor medida a la calidad de vida de las personas. Además, existe una mayor facilidad para enfermar que en otros grupos de edad y, por tanto, mayor probabilidad para afectar o deteriorar el desempeño de la ocupaciones.
La prevalencia de la discapacidad y la dependencia se acentúan notablemente según se van cumpliendo años, incrementándose también la gravedad de los problemas.
La jubilación es un aspecto psicosocial que repercute también en el desempeño de ocupaciones, en aquellas personas que han desarrollado a lo largo de su vida una actividad laboral. Se trata de un cambio de ciclo en el que surge una nueva organización del tiempo, una modificación de hábitos y un cambio de roles.
También, muy frecuente en el adulto mayor, es la tendencia al aislamiento social y a la soledad, debido a pérdidas de contactos sociales, independencia de los hijos, muerte del cónyuge, hechos que ocasionan una pérdida o cambio de roles y que modifican el desempeño de ocupaciones.
El trabajo del terapeuta ocupacional en el domicilio del adulto mayor, se centra en la persona, en la familia, en el cuidador y en su entorno. Diseña programas individualizados y adaptados, dirigidos a la prevención, a la educación, a la rehabilitación de las capacidades funcionales, físicas y psicosociales de la persona, al mantenimiento de las capacidades preservadas y/o a la compensación de las disfunciones instauradas.
Para ello, evalúa con precisión el grado de autonomía en cada actividad, determina qué problema o problemas están interfiriendo en la realización de las actividades de la vida diaria. Es decir, valora y analiza cada actividad, los distintos componentes que puedan estar afectados en la persona, sus capacidades, sus limitaciones y sus habilidades. Considera cómo estas actividades se han ido organizando en hábitos y rutinas conformando los diferentes roles que desarrolla la persona.
Trabaja de forma individualizada, adaptándose a sus capacidades y teniendo en cuenta los intereses de la persona y las actividades significativas o importantes para su vida, con el fin de prevenir la pérdida y mantener o mejorar la autonomía.
Brinda la oportunidad de poder realizar actividades, teniendo en cuenta las condiciones contextuales (barreras arquitectónicas o de accesibilidad, factores socioculturales y familiares) que pudieran afectar a la participación de la persona en sus actividades de la vida diaria con el objetivo de conseguir la máxima funcionalidad y la mayor autonomía posible.
Entrena en las estrategias compensatorias para que puedan continuar sus actividades. Reduce el riesgo de aislamiento social y sus consecuencias, a través del mantenimiento de actividades sociales y fomentando nuevos intereses. También, proporciona estrategias para promover el aprendizaje, el mantenimiento de una mente activa, de unos hábitos saludables…
En resumen, el terapeuta ocupacional a domicilio interviene en las actividades de la vida diaria, aborda las funciones alteradas, rehabilita, adapta o modifica el entorno o el domicilio para seguir viviendo en su casa de forma independiente, valora, asesora y entrena en productos de apoyo, lleva a cabo diversas terapias o actividades (físicas, funcionales, de estimulación cognitiva, de psicomotricidad, de ocio y tiempo libre, de hábitos saludables…), busca el equilibrio ocupacional, orienta y forma a familiares y cuidadores, etc.
La terapia ocupacional a domicilio puede mejorar la esperanza y calidad de vida del adulto mayor, contribuyendo a retrasar durante el mayor tiempo posible la discapacidad y la dependencia de estas personas. Mejora la capacidad para realizar actividades de la vida diaria, para cumplir sus funciones, ocupaciones, en su hogar y en la comunidad, favoreciendo la permanencia en su entorno habitual.
Promueve la recuperación funcional en sus contextos significativos y permite que el adulto mayor continúe ejerciendo un rol activo y participativo en su hogar y en su comunidad, al apoyar su participación, inclusión y favorecer sus oportunidades de desarrollo.
Además, intenta que la persona mayor realice actividades por sí misma o con el menor número posible de apoyos, dentro de sus capacidades y adaptándolas en caso necesario para mantener o mejora su independencia, su salud, su autoestima, su sentido de responsabilidad y su participación en tareas útiles.
No se trata de vivir muchísimos años sino de tener una buena calidad de vida a través de los años. Seguir participando activamente en la vida personal, familiar y social, disfrutar del ocio, mantener la autonomía y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, de sus familiares y cuidadores