La desnutrición afecta a muchos pacientes, y aunque se tiende a pensar que las personas malnutridas son extremadamente delgadas, esto no siempre es así. Como tampoco lo es que la desnutrición se asocie solo a patologías graves y estos que casos se encuentren exclusivamente en el ámbito hospitalario.
La desnutrición afecta también a personas que en principio no tienen por qué presentar otra patología y que incluso, aparentemente, están bien nutridas, dado su exceso de peso. Y es que el peso no es directamente proporcional al estado nutricional de una persona y existen no pocos mayores que por no poder adquirir determinados alimentos, dada su baja pensión, o no valerse para ir a comprar y cocinar presentan desnutrición y exceso de peso al mismo tiempo. Para muchas personas mayores lo fácil y agradable es recurrir a alimentos dulces que les sacien y erróneamente creen que también les alimentan.
Estas fueron algunos de los temas que se abordaron durante una jornada celebrada por el Consejo General de Enfermería de la mano de su Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) con el objetivo de potenciar y actualizar la formación enfermera en el ámbito de la nutrición.
Y es que es relativamente frecuente el caso de pacientes mayores que económicamente no pueden permitirse comprar carne y pescado regularmente o que presentan una cierta discapacidad que les impide ir al mercado y cocinar.
En estos casos, Mari Lourdes de Torres, vocal de Nutrición del Consejo General de Enfermería y coordinadora científica de esta jornada, incidió en que «lejos de encontrarnos pacientes con bajo peso, podemos encontrarnos lo contrario: sobrepeso e incluso obesidad. El motivo reside en que se alimentan de productos dulces, fáciles de comer como natillas, bollos…».
«Su peso hace pensar que lo que necesitan es reducir la ingesta para perder kilos pero la realidad es que lo que necesitan es mejorar su alimentación. No podemos permitirnos que haya mayores en esta situación y desgraciadamente, aunque no se dispone de estudios al respecto, sabemos que hay más de lo que se piensa», advirtió Mari Lourdes de Torres.
Durante su intervención señaló que «un estudio realizado en 2013 en Estados Unidos sobre una población de 724.000 pacientes con desnutrición o en riesgo de padecerla puso de manifiesto la importancia de intervenir en estos casos tanto desde un punto de vista económico como de calidad de vida para el paciente. Y es que se vio que la intervención mediante la mejora de la alimentación y el uso de suplementos nutricionales era coste efectiva: por cada dólar invertido obtenían 52 dólares de beneficio».
Esto es debido a que las estancias hospitalarias son más cortas, existe una mejor respuesta a los tratamientos y un menor consumo de fármacos, ya que el organismo respondía mejor y el paciente se recuperaba antes.
Tras este estudio, distintos países, entre ellos España, comenzaron a trabajar en la prevención y la recuperación de estos pacientes y es que, como subrayó Mari Lourdes de Torres, «tener un paciente desnutrido sale muy caro. Cuesta el doble recuperar a uno de estos pacientes que conseguir que una persona con obesidad pierda peso».
El trabajo americano y la consiguiente puesta en marcha del proyecto europeo ONCA (The Optimal Nutrition Care for All) supusieron un antes y un después ya que, por ejemplo, aquellos pacientes oncológicos o con una enfermedad crónica grave que precisen ser operados ya no van directamente a quirófano si su estado nutricional no es adecuado.
«Antes se operaba a estos pacientes y luego se recurría a la nutrición artificial. Hoy, se ha visto que es preferible intervenir antes para conseguir que el estado nutricional del paciente sea el adecuado y luego operar. Con esto conseguimos que las estancias en el hospital sean más cortas, que las heridas cicatricen antes… y esto influye en el coste pero también en la calidad de vida del paciente, cuya recuperación es mucho mejor», recalcó la vocal de Nutrición del Consejo General de Enfermería.
Un caso claro de la relación entre desnutrición y estado de salud son las úlceras por presión y es que, como apuntó Mari Lourdes de Torres, «fuimos las enfermeras las que nos dimos cuenta de que los pacientes desnutridos presentaban más úlceras por presión, los tratamientos eran más largos y la cicatrización más lenta. El manejo de estas lesiones es carísimo, pero es que además son procesos muy dolorosos para el paciente».
Alimentación fortificada y empleo de suplementos nutricionales orales
Ante un paciente desnutrido existen dos opciones que pueden ser complementarias: la intervención a través de la alimentación fortificada y la introducción de suplementos nutricionales orales (SNO).
Una de las claves para la recuperación de estos pacientes es la introducción de proteínas de calidad. Para ello, Carmen Martín Salinas, presidenta de Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (AdENyD), indicó que «podemos recurrir a los purés altamente proteicos. Basta hacer un puré de patatas con verduras al que añadiremos la clara de un huevo o un huevo cocido y la clara de otro y un muslo de pollo o conejo, muy fácil de triturar». La clara del huevo, matizó, es una proteína de alta calidad pero necesita calor para que el organismo pueda beneficiarse de ella.
La opción del puré, añadió Idoia Sáez de Argandoña, enfermera de la Unidad de Nutrición del Hospital de Txagorritxu en Vitoria, «es especialmente útil en el caso de los pacientes con disfagia, es decir, aquellos que tienen dificultades al tragar los alimentos». Si no es el caso y el paciente no quiere tomar purés por el motivo que sea, «puede empezar las comidas por el segundo plato: un filete de ternera con un huevo puede ser un buen ejemplo de un plato altamente proteico y eficaz en estos casos«.
«Si a continuación el paciente aún tiene hambre puede pasar al primer plato. Así nos aseguramos de que ha ingerido la proteína. Las enfermeras debemos trabajar con ellos en la elaboración de menús semanales en los que variemos los alimentos para evitar que el paciente se canse y acabe abandonando la dieta», señaló la enfermera.
Los alimentos ricos en proteína, apunta Martín Salinas, deben complementarse con frutas, verduras y hortalizas ya que «vitaminas y minerales son el coadyuvante necesario para que las proteínas se fijen mejor».
Cuando esta intervención no es suficiente, los suplementos nutricionales orales suelen ser de gran utilidad. «Gracias a ellos conseguimos que los pacientes se recuperen antes. Estos productos consiguen texturas y sabores agradables que facilitan al paciente la alimentación y evitan, en muchos casos, que tengamos que recurrir a la nutrición enteral, con lo que ello supone para el paciente en su calidad de vida«, señaló Mari Lourdes de Torres.
El uso de una o ambas opciones dependerá del estado de cada paciente y de los resultados de las analíticas de control que deben realizarse para su correcto seguimiento.
Especial atención en Atención Primaria al estado nutricional
Mari Lourdes de Torres también recalcó que es esencial que las enfermeras de Atención Primaria presten especial atención al estado nutricional de sus pacientes, especialmente los mayores. «Muchas de estas personas pueden llegar a la consulta por otro motivo, pero debemos estar alerta para detectar a aquellos que presentan desnutrición. A veces, un simple gesto como pasar la mano por la cabeza del paciente y observar una caída anormal del cabello puede ser la señal de alerta de que ese paciente no está bien nutrido», señaló.
«A partir de ahí, debe realizarse un test de cribado nutricional y cuantificar resultados. También debemos aprovechar las visitas domiciliarias para ver qué tipo de alimentos tienen nuestros pacientes en la nevera, si está vacía o si sólo tiene productos poco nutritivos. Las enfermeras debemos actuar de forma integral, prestando atención al conjunto bio-psico-social del paciente, educándole y acompañándole en su proceso de recuperación».
Del mismo modo, en las residencias de mayores «es preciso que al menos haya una enfermera por planta y que ésta preste atención al estado nutricional de sus pacientes», concluyó.