Un artículo de Cristina Cazorla Guillén, colegiada nº 1936 Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canarias (COFC)
El éxito de la valoración, diagnóstico e intervención en la población mayor radica en su mayor parte en un enfoque interdisciplinar. Resulta imprescindible para los fisioterapeutas que nos dedicamos al campo de la geriatría trabajar codo con codo con otros profesionales sanitarios para obtener de nuestro trabajo realmente sus frutos.
Afortunadamente, cada vez somos más los fisioterapeutas que trabajamos el envejecimiento activo, cuya definición la propuso la OMS en el año 2002: “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”. El perfil de pacientes que nos encontramos en este sector son mayores sanos, pero también personas mayores frágiles o pre-frágiles.
Linda Fried, una de las principales investigadoras en esta rama postula el fenotipo de paciente frágil basándose en el concepto de fragilidad es un síndrome biológico con una base fisiopatológica bien documentada y validada que permite identificar individuos en situación de riesgo de discapacidad.
Es especialmente relevante diferenciarla de la dependencia o la demencia ya establecida. Defiende que durante su evolución, se deterioran numerosos sistemas fisiológicos como consecuencia de un detrimento de la reserva biológica y de la resistencia al estrés. Como resultado se origina un disbalance energético metabólico que predispone al individuo un mayor nivel de susceptibilidad ante agresiones de baja intensidad. La identificación de esta situación clínica también se ha correlacionado con peores resultados en salud en múltiples poblaciones.
La fisiopatología de la enfermedad se basa en la sarcopenia y la malnutrición, lo que unido a otros desencadenantes moleculares y ambientales ubican al paciente en una situación de estrés metabólico que se traduce clínicamente en 5 criterios:
- pérdida de peso involuntaria
- fatigabilidad crónica
- disminución de la velocidad de la marcha
- disminución de la ingesta calórica o actividad física
- disminución en la fuerza de prensión
De esta forma, se considera paciente frágil a todo aquel que cumpla 3 o más criterios y pre-frágil a todo aquel que cumpla 2 o menos.
El conocimiento y diagnóstico del síndrome de fragilidad en la persona mayor es un importante reto de salud pública, porque permite identificar una población exponencialmente emergente en situación de riesgo de desarrollar dependencia.
Actualmente, el diagnóstico Gold-standard es la VGI (Valoración Geriátrica Integral) y las herramientas terapéuticas más validadas y aceptadas son la intervención nutricional para el tratamiento y prevención de la sarcopenia, los programas de ejercicio físico multicomponentes y el control de la polifarmacia.
En la esfera nutricional, la malnutrición es uno de los grandes síndromes geriátricos.
La Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo (ESPEN) lo define como “déficit o desequilibrio entre energía, proteínas y otros nutrientes que determina efectos adversos medibles sobre los tejidos y la composición corporal”.
Estos cambios en la composición corporal se caracterizan por una reducción de la masa libre de grasa y un incremento de la masa grasa. A partir de los 40 años, disminuye la ingesta energética progresivamente debido a diferentes factores y que dimana en un estado de “anorexia asociada al envejecimiento”.
Entre los motivos desencadenantes se encuentra la disminución del hambre y modificación del apetito, alteración en órganos sensoriales que intervienen en la ingesta, variación del sistema de regulación neuroendocrino, cambios en la motilidad del aparato digestivo, afectación del tracto orofaríngeo, disminución de las capacidades físicas y cognitivas para la elaboración y organización de las comidas y trastornos psicológicos (depresión, soledad, etc.).
Una disminución en la ingesta energética, inferior a 21 kcal/kg/día, ocasiona una pérdida de masa muscular y fuerza, y se relaciona de forma inherente a la fragilidad.
A parte de la reducción en el aporte energético, existe en la población mayor una ingesta proteica inadecuada, que unida a la predominancia del catabolismo proteico producido durante el envejecimiento, provoca un declive de la masa y fuerza muscular, así como cambios en el tejido muscular. Existen pacientes en los que la malnutrición no se detecta por la pérdida de peso, sino por una disminución de la masa muscular con un porcentaje graso elevado, que es lo que se conoce como obesidad sarcopénica.
El ejercicio físico junto a la intervención nutricional son mucho más efectivos en la reversión de la fragilidad que si se realizan de forma aislada. La valoración nutricional es imprescindible para realizar un tratamiento dietético individualizado y eficaz. Entre los nutrientes más importantes para la intervención en fragilidad se encuentran:
- Proteínas: la ingesta debe asegurar entre 1.1-1.5 g/kg/día, incluyendo entre 25-30 g en cada ingesta, incluyendo proteínas de alto valor biológico, ya que se debe asegurar un aporte de aminoácidos esenciales (en especial leucina).
- Hidratos de carbono no refinados, cuya fuente principal sean vegetales, frutas, legumbres, cereales integrales, tubérculos. El consumo de frutas y vegetales reduce el riesgo de fragilidad por su contenido en sustancias antioxidantes y fibra.
- Alimentos grasos que aseguren aporte de ácidos grasos omega-3 que actúan como sustancias antiinflamatorias e intervienen en procesos anabólicos a nivel muscular.
- Asegurar un aporte energético superior a 30 kcal/kg/día
La educación nutricional es realmente importante a la hora de empoderar a los pacientes. Existen diversas herramientas para educar a los pacientes, entre las que se encuentra el plato de Harvard, que es sencillo de comprender y que puede ser de gran utilidad en los pacientes mayores.
Para finalizar, me gustaría hacer hincapié en tener claro cuáles son nuestras competencias. La valoración e intervención nutricional son competencia de los dietistas-nutricionistas. Es importante que entre los profesionales sanitarios tengamos conocimiento acerca de otras áreas, pero al igual que nosotros tenemos problemas con otras profesiones porque quieren abarcar nuestro campo, debemos ser igual de leales y respetar las otras profesiones.
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