Un artículo de Carmen Alemany Panadero, Trabajadora Social y Periodista
Los programas de convivencia intergeneracional facilitan que compartan vivienda una persona mayor y una persona joven que necesita alojamiento. Este programa ha posibilitado la creación de vínculos de afecto y apoyo mutuo, ha disminuido la soledad de las personas mayores participantes y ha facilitado un alojamiento asequible a jóvenes estudiantes.
Las personas mayores que viven solas pueden verse expuestas a situaciones de vulnerabilidad. La pérdida de la pareja, la falta de redes familiares que proporcionen visitas, llamadas o afecto, la carencia de vínculos sociales en sus barrios, los problemas de salud o de movilidad que dificultan la participación en actividades, el aislamiento social y los sentimientos de soledad no deseada pueden tener graves consecuencias para su calidad de vida y su salud.
La población mayor está aumentando exponencialmente en nuestras sociedades, debido al envejecimiento de la población. Un 20% de la población madrileña tiene más de 65 años, según el Padrón municipal.
Por otro lado, los jóvenes, especialmente cuando aún son estudiantes y no cuentan con ingresos propios, pueden encontrar dificultades para acceder al alojamiento en una gran ciudad, donde los precios de la vivienda están disparados y donde no conocen a nadie, especialmente si vienen de otras ciudades para cursar estudios universitarios. Pisos compartidos o residencias de estudiantes son algunas de las opciones para estos jóvenes.
Sin embargo, desde hace algunos años está tomando fuerza una alternativa diferente: compartir vivienda con una persona mayor que vive sola, bajo algunas condiciones que pueden resultar muy beneficiosas para ambas partes.
Qué son los programas de convivencia intergeneracional
Se trata de programas sociales que llevan a cabo algunos Ayuntamientos, entre ellos el Ayuntamiento de Madrid (Programa Convive).
El Programa Convive consiste en establecer una relación de convivencia en el mismo domicilio entre una persona mayor de 65 años y un estudiante universitario/a. El objetivo no es únicamente compartir la vivienda, sino que va mucho más allá: fomentar una relación de ayuda mutua, tejer vínculos de afecto, compartir conocimientos y experiencias, prevenir la soledad en la persona mayor, proporcionar al estudiante un alojamiento asequible en un entorno más familiar y cálido que el que tendría en una residencia, que el joven pueda ayudar al mayor en pequeñas gestiones y tareas para las que éste tenga dificultad (por ejemplo, una gestión telemática para la seguridad social), y también el mayor al joven (por ejemplo: enseñándole recetas de cocina tradicionales).
Con el fin de facilitar la convivencia y fomentar las buenas relaciones, hay algunas normas y requisitos en el programa. La persona mayor deberá facilitar la llave del domicilio al estudiante. El estudiante deberá contar con una habitación propia en la vivienda de la persona mayor.
El joven deberá reservar 2 o 3 horas diarias para pasar tiempo con la persona mayor, en las que realizarán actividades juntos (charlar, ver una película, ir al médico, cocinar) y deberá pernoctar en el domicilio (con excepciones). El estudiante no pagará nada en concepto de alquiler, pero sí contribuirá con los gastos que ocasione (luz, agua, gas).
Ambas partes deberán respetar los horarios de estudio, descanso, etc, y deberán cumplir los acuerdos que alcancen (reparto de tareas domésticas u otros). Lo esencial está en la relación entre ambas personas, que ambos estén contentos. No es un sistema de servicio doméstico para la persona mayor ni una vivienda gratis para el joven, es un programa que busca establecer vínculos y compartir la convivencia diaria.
Ejemplos de programas de convivencia entre mayores y jóvenes
El Programa Convive nació en Madrid en 1995, a partir de una iniciativa similar en Granada. El Ayuntamiento de Madrid lleva a cabo este programa a través de un convenio con Solidarios para el Desarrollo. Para informarse pueden visitar este enlace de la web municipal.
Otros municipios cuentan con programas similares. En Barcelona existe el programa Vivir y Convivir, de similares características. En Málaga podemos encontrar el Programa de Alojamiento con Mayores. Valencia cuenta con el programa Valencia Conviu. El País Vasco dispone del programa Kuvu, que tiene algunas características que lo diferencian del madrileño Programa Convive. Los municipios de Ávila, Burgos, León, Ponferrada, Palencia, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora ofrecen el Programa de Convivencia Intergeneracional, Murcia ha desarrollado el Programa de Alojamiento Alternativo de Jóvenes Universitarios con Personas Mayores, y también el municipio de Vic cuenta con un programa similar.
Las ventajas de los programas de convivencia intergeneracional
Estos programas ofrecen numerosas ventajas, tanto para las personas mayores participantes como para los jóvenes universitarios que se benefician de ellos, así como para las familias de ambos.
Entre las ventajas, podemos citar las siguientes:
- Crear un espacio de convivencia intergeneracional, que permite compartir conocimientos y experiencia vital y enriquecerse mutuamente. Permite eliminar prejuicios entre generaciones (“los jóvenes de hoy en día son tan indisciplinados, tan ruidosos…” o “los mayores no entienden lo que nos gusta a los jóvenes”).
- Se generan vínculos de afecto y cariño entre las personas convivientes, permitiendo que se desarrolle una relación de confianza y apoyo mutuo.
- Prevenir o resolver una situación de soledad en las personas mayores (con las graves consecuencias que puede conllevar).
- Facilitar el alojamiento asequible a los estudiantes, un entorno estable y tranquilo donde estudiar, más acogedor y cálido que una residencia y con comida casera.
- Aumenta la autoestima de la persona mayor: le permite sentirse útil, puede aportar experiencia y conocimientos (seguramente tenga más conocimientos sobre cómo gestionar una casa, cocinar unas albóndigas, quitar manchas difíciles o coser un roto). Previene la depresión y los trastornos cognitivos, al aumentar la autoestima y la motivación para tener una vida activa.
- Genera hábitos saludables en ambas partes: salir a pasear juntos, realizar alguna actividad, cocinar para los dos y acordar el menú, mantener la casa en buenas condiciones de salubridad, acompañarse y conversar de forma personal…
La mayoría, repiten
La entidad gestora del Programa Convive en Madrid, la organización Solidarios para el Desarrollo, publica periódicamente evaluaciones de resultados del programa. En el curso 2020–2021, se desarrollaron 85 convivencias. La satisfacción de las personas mayores participantes fue de 9,1 puntos sobre 10, y la de los estudiantes fue de 9,2 sobre 10.
Las participantes han sido, mayoritariamente mujeres, tanto en el grupo de mayores como en el de estudiantes. Esto es así porque las mujeres tienen una mayor esperanza de vida (por lo que es lógico que haya más mujeres mayores que vivan solas que varones mayores que vivan solos) y estas mujeres suelen preferir la convivencia con chicas jóvenes con respecto a chicos.
Otro dato recogido en la evaluación es que la mayoría de las personas mayores “repiten”, y suelen acoger a más de un estudiante a lo largo de los años. Lo que más valoran es la compañía (94%) y la tranquilidad de no estar sola en casa por las noches (89%). También valoran la experiencia de vivir con una persona joven (42%). Además, la mitad de las personas mayores encuestadas afirmaron que se arreglan más que antes, lo que muestra un mejor autocuidado, una probable mejora del estado de ánimo y de la autoestima.
Los desafíos de la convivencia
Los principales retos o desafíos pueden venir de las dificultades o roces de convivencia. La falta de preparación de una de las partes para comprender o aceptar las necesidades de la otra, la falta de sensibilidad ante la situación del compañero/a de piso, o la rigidez a la hora de conseguir los propios objetivos por encima de la convivencia armoniosa.
Para prevenir esto, las organizaciones gestoras suelen establecer una serie de normas o requisitos, entre los que se incluyen tener la sensibilidad y motivación para convivir con una persona joven/mayor, tener un carácter comunicativo y dialogante, respeto a los horarios de cada uno, y flexibilidad para adaptar los hábitos de convivencia, de manera que se puedan prevenir situaciones problemáticas.
También se lleva a cabo una entrevista personal, con el fin de asegurarse de conseguir la mayor compatibilidad entre la persona mayor y la joven. Durante la convivencia, se realiza un seguimiento telefónico mensual y dos visitas a domicilio anuales, para proporcionar apoyo en la convivencia y proporcionar herramientas en caso de conflicto. Asimismo, se organizan dos actividades formativas específicas, sobre estrategias de comunicación y resolución de problemas.
La soledad no deseada es un problema que va en aumento en nuestras sociedades occidentales, debido a diversos factores: las familias de tamaño más reducido, el individualismo imperante en la sociedad, el anonimato de las grandes ciudades, el debilitamiento de los vínculos comunitarios, los horarios laborales que dificultan el mantenimiento de un contacto frecuente o diario con las personas mayores que viven solas, entre otros factores.
Ante esta situación, el desarrollo de nuevas fórmulas que promuevan los vínculos afectivos pueden suponer una gran ayuda para todas las personas afectadas, mejorando la calidad de vida y permitiendo el diálogo intergeneracional y el enriquecimiento mutuo.
Carmen Alemany Panadero
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