Un artículo de Accedan,
compañía española especializada en soluciones portátiles de accesibilidad
La autonomía de las personas con movilidad reducida es un camino lleno de obstáculos. Las escaleras y la falta de ascensores convierten un derecho fundamental como poder salir y entrar del domicilio o asistir a una cita médica en todo un reto. Las barreras arquitectónicas dificultan el acceso a los entornos cotidianos, desde colegios o institutos hasta lugares de ocio, excluyendo de este modo a las personas con movilidad reducida, que ven mermada su autonomía al no poder disfrutar en igualdad de condiciones del transporte, el ocio, la vivienda o la cultura.
Si bien, conceptos como la accesibilidad universal cada vez suenan más fuerte, lo cierto es que aún queda mucho por hacer en lo que a accesibilidad arquitectónica se refiere. Y una de las principales barreras a superar se encuentra en el propio domicilio. El parque de viviendas en España se encuentra muy envejecido, el 51,2% tiene más de 40 años y en torno al 35% carece de ascensor.
Solo un 0,6% de las viviendas cumplen los criterios de accesibilidad universal
A día de hoy, según señala un estudio elaborado por la Fundación Mutua de Propietarios y la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, más de 100.000 personas viven aisladas en sus domicilios sin poder salir por la falta de acondicionamiento y recursos de sus edificios. Y es que tan solo un 0,6% de los más de 9,8 millones de viviendas que hay en España cumplen los criterios de accesibilidad universal para personas con movilidad reducida o discapacidad.
Pero si hay barreras, hay soluciones, y administraciones públicas, entidades y empresas deben trabajar en la misma dirección, desarrollando políticas, construyendo ciudades inclusivas y poniendo a disposición de las personas con discapacidad y movilidad reducida los recursos necesarios para que puedan desenvolverse con seguridad, libertad y autonomía.
En España hay 4,3 millones de personas con algún tipo de discapacidad
En España, según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), hay 4,3 millones de personas con discapacidad, siendo el grupo mayoritario el que presenta problemas relacionados con la movilidad. La falta de autonomía, además, conlleva otros problemas, ya que conduce al aislamiento y, en consecuencia, a la soledad no deseada.
Es responsabilidad de todos mejorar el sistema de atención sociosanitario y ofrecer los apoyos y recursos necesarios para que las personas más vulnerables puedan tener una vida digna y autónoma. Recursos que, en lo que a movilidad se refiere, en muchas ocasiones resultan difíciles de suministrar bien porque arquitectónicamente es complicado y costoso o bien porque se trata de cubrir necesidades temporales.
Es aquí donde resulta prioritario buscar soluciones económicas y eficaces que puedan adaptarse a cualquier arquitectura o necesidad temporal, para que todas las personas disfruten de su derecho a la libertad de movimiento y puedan hacer frente de forma sencilla a las trabas arquitectónicas.
Soluciones también sostenibles y adecuadas para los trabajadores de los servicios asistenciales y de emergencias, que sufren directamente en su salud y bienestar la carga del peso de las personas para facilitar la salida o entrada a unos domicilios situados en edificios con barreras arquitectónicas que de una manera u otra hay que salvar.
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