Pese a los graves riesgos que conlleva para la salud (cardiovasculares y renales fundamentalmente) la gota sigue siendo considerada en muchos casos una enfermedad sin importancia. De hecho, aunque en la mayoría de pacientes es fácil de tratar, los datos indican que el manejo es deficiente en más de la mitad de los casos.
En España se estima que el 2,4% de la población sufre gota, lo que supone cerca de 880.000 afectados, según los resultados del estudio de prevalencia sobre las enfermedades reumáticas en población adulta en España de la Sociedad Española de Reumatología (EPISER). De ellos, aproximadamente un 30% de los pacientes no se tratan, y de los que se tratan no llega al 40% los que consiguen alcanzar el objetivo terapéutico.
Se trata de cifras «alarmantes», teniendo en cuenta que, con un manejo y tratamiento adecuado, esta enfermedad se puede curar, tal y como se puso de manifiesto durante ‘ReumAPtopics, VIII Jornada de Reumatología para médicos de Atención Primaria’, organizada por la Sociedad Española de Reumatología (SER).
La gota es una enfermedad reumática provocada por el acúmulo de los cristales de urato en las articulaciones. Tal y como señala el Dr. César Díaz Torné, del Servicio de Reumatología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona) y uno de los coordinadores de ReumAPtopics, los médicos de familia deberían encargarse del control y el seguimiento del 90-95% de los casos de gota, ya que se trata de una enfermedad que se puede curar con el tratamiento adecuado y la adherencia al mismo.
Se deberían derivar sólo aquellos afectados en los que con dicho tratamiento estándar no alcanzasen el objetivo terapéutico, como podrían ser pacientes con comorbilidades importantes (insuficiencia renal, trasplantados, etcétera), indica este experto.
En esta misma línea, el Dr. Sergio Giménez Basallote, especialista de Medicina Familiar y Comunitaria en la Unidad de Gestión Clínica El Limonar (Distrito Sanitario Málaga) y también uno de los coordinadores del encuentro ReumAPtopics, señala “ primordial” el papel de los médicos de familia a nivel de seguimiento del paciente con gota en diversos aspectos como la educación del paciente, recomendando dieta, pérdida de peso y abstinencia de alcohol, así como la prescripción de ejercicios y la modificación de otros hábitos no saludables.
“El médico de familia puede controlar en línea general al paciente con hiperuricemia o que presente crisis gotosa, estableciendo una primera línea de tratamiento y realizando los controles preceptivos y pruebas protocolizadas”, sostiene el Dr. Giménez Basallote,
Por ello, ambos especialistas coinciden en recalcar que “al mejorar la formación de los médicos de Atención Primaria en el manejo de la gota, se conseguiría que los pacientes tuvieran menos ataques y también se lograría disminuir su riesgo cardiovascular y proteger su función renal”.
Diagnóstico precoz de las enfermedades reumáticas
“A pesar de su alta prevalencia, esta enfermedad no ha despertado el interés que merece, siendo además una patología inflamatoria sistémica que asocia comorbilidades graves”, advierte el Dr. Díaz Torné, que insiste en la importancia de “concienciar a la población de que es una enfermedad crónica, no es autoinfligida y su causa de mayor peso es genética, por lo que la dieta no tiene un peso tan importante como se pensaba anteriormente, aunque sí que se recomienda seguir una dieta mediterránea”.
El Dr. Giménez indica también en que “el diagnóstico precoz de las enfermedades reumáticas ha mejorado y el médico de familia deriva más y antes, pero sigue siendo muy insuficiente, de ahí la importancia de llevar a cabo formaciones con el objetivo de mejorar sus conocimientos en este y otros ámbitos”.
En este sentido, el médico de familia debe estar en alerta ante situaciones que no podrían ser banales y sospechar un proceso que requeriría diagnóstico precoz y derivación, lo cual debería ser fundamental para afrontar con éxito patologías que requieren un tratamiento temprano y muy específico.
Los expertos de la Sociedad Española de Reumatología (SER) hacen hincapié la importancia de llevar a cabo campañas de comunicación a favor del diagnóstico precoz de las enfermedades reumáticas, aunque también echa en falta la implicación de otros agentes como la propia Administración.