La obesidad debe reconocerse como «enfermedad crónica» cuanto antes y tener un proceso asistencial claramente definido para atender a los pacientes, tal y como reivindicaron los Médicos internistas participantes en una mesa en relación a la obesidad dentro del 44º Congreso Nacional de Medicina Interna de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
La prevalencia de la obesidad en la población adulta española es del 23%, pero, según el World Obesity Atlas 2023, se estima que para el año 2030 será del 30% y, para el 2035, del 37%. La obesidad es más prevalente en las autonomías del sur de España que en las del norte y, según el Estudio ENPE, la obesidad general es más prevalente en varones y la obesidad abdominal lo es más en mujeres. Ambos tipos de obesidad aumentan con la edad, sobre todo a partir de los 65 – 70 años. Y, en niños y adolescentes, la prevalencia de la obesidad aumenta un 2,5% interanual, según diversas sociedades científicas y estamentos dedicados a su manejo.
Tal y como explica la Dra. Juana Carretero, presidenta de la SEMI, «los jóvenes no consultan por exceso de peso. Se ha banalizado la imagen corporal y estar excesivamente delgados se asocia a una mera cuestión estética más que a una imagen puramente médica. Los jóvenes han tendido a normalizar el exceso de peso y la comunidad científica no ha sabido transmitir la importancia de tener un peso normal«
Hasta ahora, se había postulado que la obesidad es un factor de riesgo para otras enfermedades y que existe el fenotipo obeso metabólicamente sano (FOMS), según el cual hay personas obesas sanas que no tienen más riesgo de desarrollar otras enfermedades. Ahora, se empieza a postular que este fenotipo no existe y que la grasa acumulada en el cuerpo siempre es disfuncional; está formada por moléculas muy grandes y, por tanto, el organismo está inflamado y enfermo.
En este sentido, la Dra. Carretero advierte que “no podemos hablar del obeso metabólicamente sano. Debemos considerar la obesidad como una enfermedad crónica, recidivante y multifactorial. La obesidad no es un factor de riesgo para la diabetes y otras enfermedades cardiacas, sino que la obesidad en sí misma es una enfermedad metabólica, de la que derivan otras enfermedades metabólicas”.
Las personas con obesidad pueden desarrollar enfermedades metabólicas, como la diabetes y la enfermedad metabólica hepática, enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca con fracción de eyección deprimida, IC con fracción de eyección preservada, o ictus), apnea del sueño, la enfermedad renal crónica, hasta 32 tipos distintos de cáncer, infertilidad y esterilidad, y problemas articulares -artrosis- y tienen mayor riesgo de necesitar prótesis y su recambio para alguna de las articulaciones deterioradas.
“Debemos cambiar el discurso desde la comunidad científica y ayudar a la población a tomar una mayor conciencia sobre el riesgo de la obesidad. El exceso de grasa corporal conlleva un importante deterioro de la salud y la calidad de vida del paciente y no es una cuestión estética, sino de salud”, dice la Dra. Carretero.
Además, esta experta recalca que “debemos dejar de culpabilizar a la persona con obesidad. Nadie culpabiliza al paciente con diabetes. En cambio, la persona con obesidad nos consulta porque se siente culpable, afirma que no se le respeta, se le dice que está gorda -lo que no se debe hacer nunca- y que coma menos, cuando los profesionales debemos explicar que la obesidad es una enfermedad crónica que requiere de un proceso asistencial claramente definido, con responsables y opciones, para que el paciente sepa qué profesional le va a atender en la puerta de entrada y qué se le va a proponer en cada nivel asistencial”.
Desde la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) también se aboga por promover medidas como la educación para la salud desde la infancia, inculcando estilos de vida saludables en los colegios, lograr que los niños salgan a jugar a la calle; crear ciudades más saludables, con jardines y carriles bici y cambiar el horario laboral, para que los ciudadanos dispongan de más espacios y tiempo libre para hacer ejercicio físico; y promover la Dieta Mediterránea, patrimonio de la humanidad, olvidando los platos precocinados y las prisas